Las personas que dejan de pertenecer a grupos religiosos estrictos o sectarios son más propicias a informar de un estado de salud deficiente que los individuos que se mantienen en dichos grupos.
Esto es lo que ha revelado un estudio realizado por un investigador de la Penn State University de Estados Unidos y del que se hace eco dicha universidad en un comunicado.
En concreto, el estudio reveló que el porcentaje de personas que abandona un grupo religioso estricto y señala que tiene una salud excelente sería la mitad del porcentaje de individuos que afirman esto mismo sobre su salud, pero que sí han permanecido en un grupo religioso de este tipo.
Según el autor de la investigación, el sociólogo de la Penn Sate, Christopher Scheitle: “Investigaciones previas ya habían demostrado alguna relación entre pertenecer a un grupo religioso y gozar de buena salud”.
Lo que Scheitle pretendía averiguar con el presente estudio era qué efectos podía tener en los individuos, no ya pertenecer a un grupo religioso estricto, sino abandonarlo. ¿Puede afectar este abandono negativamente a la salud?
Tal y como explican el investigador y su colaboradora, la sociólogo del John Jay College of Criminal Justice, Amy Adamczyk en un artículo aparecido en el Journal of Health and Social Behavior, anteriormente se había dedicado atención “a comprender la relación entre la salud y las creencias y prácticas religiosas, descubriéndose normalmente que la gente más religiosa tiende a tener una salud mejor. Sin embargo, casi no se ha prestado atención a cómo el hecho de cambiar de grupo religioso o de abandonar la religión está relacionado con la salud”.
Para tratar de aclarar este punto, los investigadores analizaron un total de 30.523 casos, recopilados entre 1972 y 2006 en la General Social Survey, una encuesta que, en las últimas décadas, ha estado registrando los cambios sociales y la complejidad de la sociedad norteamericana.
Porcentaje de salud informado
De estos casos revisados, más de 10.000 fueron personas que habían cambiado de religión, y más de 2.000 fueron individuos que habían abandonado completamente la religión.
Scheitle y Adamczyk examinaron de todos ellos a un total de 423 personas que habían pertenecido a grupos religiosos estrictos (grupos religiosos de alto contenido sectario, teológica y culturalmente exclusivos).
De estos individuos, 96 habían optado por cambiar de religión y otros 54 habían dejado de estar afiliados a religión alguna.
Según los investigadores, alrededor del 40% de los miembros de grupos religiosos estrictos señaló gozar de una salud excelente, señala el estudio. Sin embargo, sólo el 25% de los individuos que habían cambiado de religión informaron que se encontraban muy bien de salud.
El porcentaje de miembros de grupos religiosos estrictos que había abandonado completamente la religión y que afirmaba tener una salud excelente fue del 20%.
Otra constatación del estudio fue que las personas que habían crecido y posteriormente habían permanecido en grupos religiosos estrictos eran más propicias a informar de que tenían una buena salud que los individuos afiliados a grupos religiosos menos estrictos.
La salud en los grupos religiosos
¿Por qué habrían de informar de un peor estado de salud las personas que abandonan este tipo de grupos religiosos? Para los investigadores, los grupos religiosos estrictos serían aquéllos grupos que exigen unas estrictas normas sociales, morales y físicas a sus miembros. Entre estos grupos los autores citan a los Testigos de Jehová o a la La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Los científicos creen que habría varias razones para las diferencias encontradas en la información sobre la salud personal en estos casos.
En primer lugar, los grupos religiosos estrictos normalmente exigen a sus miembros que se abstengan de ciertos hábitos nocivos para la salud, como el consumo de alcohol y de tabaco.
Por otro lado, los lazos sociales que generan estos grupos, y que potencian la sensación de pertenencia social, pueden ser también un factor que condicione una salud óptima. Según Scheitle, “la solidaridad y el apoyo pueden suponer beneficios psicológicos que, a su vez, supongan beneficios para la salud”.
Asimismo, las creencias religiosas también pueden promover una buena salud ya que dan esperanza y fomentan los pensamientos positivos.
Estudios futuros más precisos
Para aquellas personas que abandonan un grupo religioso estricto, estas condiciones desaparecen.
Por otro lado, la salida de un grupo religioso puede incrementar el estrés de los que lo abandonan. Scheitle señala que, en ese proceso, “se pueden perder amigos o las familias pueden sentirse molestas, lo que conlleva un estrés psicológico que repercute en la salud”.
De cualquier forma, afirma el investigador, los resultados obtenidos en este estudio no significan que, necesariamente, abandonar un grupo religioso estricto suponga un empeoramiento de la salud.
De hecho, a veces sucede lo contrario: una mala salud puede impulsar a la salida del grupo, porque la pertenencia a grupos religiosos sectarios exige una implicación activa en encuentros, servicios y eventos sociales, que no pueden seguir las personas con mala salud. En ocasiones, además, una mala salud puede llevar a los individuos que pertenecen a este tipo de grupos a sufrir crisis de fe.
Por todo, Scheitle afirma que para alcanzar conclusiones más profundas sobre los temas de salud relacionados con el abandono de grupos religiosos estrictos se requerirán estudios futuros más precisos.
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