Los astrónomos del Observatorio McDonald de la Universidad de Texas en Austin, en Estados Unidos, han descubierto un agujero negro inusualmente masivo en el corazón de una de las galaxias satélite enanas de la Vía Láctea, llamada Leo I. Es casi tan masivo como el agujero negro de nuestra galaxia, cuando en realidad se supone que debería tener menores dimensiones. El hallazgo podría redefinir nuestra comprensión sobre cómo evolucionan las galaxias y todos los componentes del universo.
Leo I es una galaxia enana ubicada en la constelación de Leo, que se detectó visualmente recién sobre los años 1990, debido a que su cercanía con la estrella Regulus, la más brillante de la constelación, dificulta su visualización. Leo I conforma el Grupo Local y es una de las galaxias satélites de la Vía Láctea más alejadas. También se piensa que podría ser la galaxia enana esferoidal más joven en el entorno de la Vía Láctea.
Aunque Leo I es 30 veces más pequeña que la Vía Láctea, los astrónomos se sorprendieron al observar que el agujero negro ubicado en su centro era enorme, prácticamente con la misma masa que presenta el localizado en el corazón de la Vía Láctea. Según una nota de prensa, llegaron a esta conclusión al estudiar el perfil de materia oscura de la galaxia satélite.
Nuevos resultados
Los científicos utilizaron un instrumento único llamado VIRUS-W en el Telescopio Harlan J. Smith, con el propósito de descubrir si la densidad de materia oscura aumenta hacia el centro de la galaxia. Para ello, midieron la atracción gravitacional sobre las estrellas: mientras más rápido se muevan las estrellas, más materia oscura habría encerrada en sus órbitas. También cotejaron los datos con estudios anteriores sobre la galaxia enana, realizados con telescopios y tecnologías más antiguas.
Los resultados del nuevo estudio, publicado en The Astrophysical Journal, fueron concluyentes: la distribución de la materia oscura indica que en el centro de la pequeña galaxia existe un gigantesco agujero negro con una gran influencia gravitacional. A su vez, hacia el centro galáctico la cantidad de materia oscura inferida encerrada dentro de las órbitas de las estrellas se disparó notablemente.
Al parecer, una combinación entre sesgos específicos y tecnologías ya obsoletas habrían provocado que las investigaciones previas sobre Leo I no mostraran el increíble tamaño de su agujero negro central, casi comparable al de la Vía Láctea. El descubrimiento no tiene precedentes, ya que lo esperable es un agujero negro de dimensiones mucho menores.
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Una gran incógnita
A partir de este hallazgo, los astrónomos creen que podría ser necesario modificar los modelos que explican la evolución de las galaxias satélites. Por ejemplo, un agujero negro tan masivo podría explicarse por un proceso de fusión: sin embargo, se cree que ese fenómeno se produce cuando los agujeros negros de las galaxias más pequeñas se integran con el agujero negro de una galaxia de mayores dimensiones. Este proceso se concreta cuando las galaxias más diminutas se “acoplan” a las más grandes, con el paso del tiempo y el aumento de la influencia gravitacional.
En consecuencia, es probable que existan puntos desconocidos en la historia de Leo I y sus galaxias contiguas. Por el momento, los científicos concluyeron que no hay una explicación concreta para la presencia de este tipo de agujero negro en las galaxias esferoidales enanas. Queda claro que a pesar del gran avance científico y tecnológico el universo aún nos tiene reservados numerosos e intrigantes misterios.
Referencia
Dynamical Analysis of the Dark Matter and Central Black Hole Mass in the Dwarf Spheroidal Leo I. M. J. Bustamante-Rosell, Eva Noyola, Karl Gebhardt, Maximilian H. Fabricius, Ximena Mazzalay, Jens Thomas and Greg Zeimann. The Astrophysical Journal (2021). DOI:https://doi.org/10.3847/1538-4357/ac0c79
Foto: los astrónomos han descubierto que Leo I (recuadro), una pequeña galaxia satélite de la Vía Láctea (imagen principal), tiene un agujero negro casi tan masivo como el de la Vía Láctea. Créditos: ESA/Gaia/DPAC; SDSS (recuadro).
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