Las hormonas juegan un papel en el engaño, pues lo refuerzan y fomentan, al igual que otros comportamientos poco éticos, ha revelado un estudio de la Universidad de Harvard y de la Universidad de Texas en Austin (EEUU).
Los autores de la investigación analizaron en concreto dos hormonas: la testosterona y el cortisol. La primera es la hormona sexual principal masculina, y la segunda se libera como respuesta al estrés. Ambas son secretadas por el sistema endocrino, que es el conjunto de órganos y tejidos del organismo que genera todas nuestras hormonas.
Según el estudio, los niveles de testosterona y cortisol elevados predicen la probabilidad de hacer trampa. Además, si se produce un cambio en dichos niveles hormonales durante el acto de hacer trampas, el comportamiento tramposo saldrá reforzado.
«A pesar de que la ciencia que estudia la relación entre hormonas y comportamiento se remonta a principios del siglo XIX, sólo recientemente se ha revelado hasta qué punto la influencia del sistema endocrino es potente y omnipresente en nuestro comportamiento», explica Robert Josephs, uno de los autores de la investigación, en un comunicado de la Universidad de Texas en Austin difundido por Newswise.
Valor y razón
Josephs y sus colaboradores pidieron a 117 participantes que completaran un examen de matemáticas, que lo evaluaran ellos mismos y que informaran del número de problemas que habían completado correctamente. Cuanto más problemas tuvieran bien, mayor cantidad de dinero ganarían, les dijeron.
Antes y después de esta prueba, los científicos tomaron muestras salivales de todos los participantes, para medir los niveles de hormonas en sus organismos. Hallaron así lo siguiente: que aquellos individuos con niveles elevados de testosterona y cortisol fueron más propensos a exagerar el número de problemas que habían resuelto correctamente.
«La testosterona elevada disminuye el temor al castigo, al mismo tiempo que aumenta nuestra sensibilidad a la recompensa. El cortisol elevado, por su parte, está vinculado a un estado de estrés crónico que puede ser extremadamente debilitante «, explica Josephs.
Así funcionarían las dos hormonas juntas: «La testosterona proporcionaría el coraje para hacer trampa, mientras que un cortisol elevado daría una razón para hacer trampa», añade el investigador.
El alivio de hacer trampas
Además, tras hacer el examen, aquellos participantes que engañaron a los científicos mostraron niveles bajos de cortisol y reportaron reducciones en su angustia emocional previa, como si hacer trampa les hubiese reportado algún tipo de alivio.
Esta reducción del estrés vino acompañada por una potente estimulación del sistema de recompensa del cerebro, compuesto por una serie de estructuras que nos hacen sentir bien después de ciertas actividades. Este cambio fisiológico tuvo como consecuencia, señala Josephs, «de reforzar el comportamiento poco ético» de los participantes.
Peligrosa combinación
Los científicos también hallaron que los niveles elevados de solo cortisol o solo testosterona no predijeron el comportamiento poco ético, de lo que deducen que reducir los niveles de alguna de ellas puede prevenir estos comportamientos.
De hecho, esto es lo que han demostrado investigaciones previas: que técnicas de reducción del estrés (y en consecuencia, de los niveles de cortisol en el organismo), como el yoga o la meditación, pueden tener este efecto; al igual que lo hacen tareas en las que las recompensas van dirigidas a grupos humanos y no a individuos (por lo que no aumentan la competitividad y, en consecuencia, fomentan una reducción de la testosterona).
Los científicos creen que estos hallazgos podrían ayudar a diseñar nuevos enfoques para evitar el engaño o las trampas, sin tener que acudir a apelaciones basadas en la ética y la moral o a amenazas de castigo.
Riesgo financiero
Un estudio de este mismo mes sobre estas dos hormonas, en este caso realizado por de la Universidad de Alicante, del Imperial College de Londres y de la Universidad de Cambridge, ha señalado que el cortisol y la testosterona no solo son peligrosos en los exámenes.
También pueden serlo en los mercados financieros, pues hacen que la gente corra mayores riesgos en este campo. En esta investigación, el efecto de dichas hormonas se midió suministrando dosis extra de ambas a los voluntarios.
Estos resultados se corresponden con los de otro estudio realizado en la misma línea por científicos de la Universidad de Granada, en el que se constató que una mayor exposición del feto a la testosterona en el vientre materno influía en el comportamiento económico del futuro, induciendo al adulto a asumir mayores riesgos.
Referencia bibliográfica:
Jooa Julia Lee, Francesca Gino, Ellie Shuo Jin, Leslie K. Rice, Robert A. Josephs. Hormones and Ethics: Understanding the Biological Basis of Unethical Conduct. Journal of Experimental Psychology: General (2015). DOI: 10.1037/xge0000099.
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