El estrés es tan contagioso como una enfermedad infecciosa, ha descubierto un estudio: no sólo produce daños en el cuerpo y la mente de la persona que lo padece, sino que también las personas próximas pueden sufrir las mismas consecuencias. Los resultados se publican en Nature Neuroscience.
La investigación, desarrollada en la Universidad de Calgary (Canadá), se desarrolló en un grupo de ratones de laboratorio sometidos a estrés. Los resultados son extrapolables a los seres humanos, según los autores de esta investigación, Jaideep Bains y Toni-Lee Sterley.
Durante la investigación, apreciaron que no sólo el cerebro de los ratones presentaba modificaciones en la zona que gestiona el estrés, sino que también la pareja del ratón afectado mostraba los mismos cambios cerebrales.
Según los investigadores, este descubrimiento demuestra que la ratona que no había sido expuesta a una situación de estrés refleja el mismo nivel emocional que su congénere y que estos efectos se prolongan durante días.
Neuronas implicadas
Además, el ratón que detecta la señal de estrés puede, a su vez, alertar a otros miembros del grupo. Esta propagación (contagio) de las señales de estrés revela un mecanismo clave para la transmisión de información que puede ser crítica en la formación de relaciones sociales en diversas especies, destacan los investigadores.
Durante el proceso de contagio de estrés, las neuronas desempeñan un papel clave. Lo comprobaron modificando mediante optogenética las neuronas del estrés de los ratones para poder activarlas y desactivarlas a voluntad.
Una de las cosas que observaron es que, si se silencian esas neuronas en el período de estrés, se evitan los cambios en el cerebro que provoca el estrés. Es decir, sin el concurso de esas neuronas, el estrés no se contagia.
Otra de las observaciones realizadas en este experimento es que, cuando los investigadores activan las neuronas del estrés en el ratón, aunque no esté expuesto a situación estresante, se manifiestan cambios, tanto en el cerebro del ratón iluminado, como el de su pareja, como si realmente el primero hubiera vivido una situación de estrés.
El contagio del estrés se produce mediante una población de células, específicamente las neuronas que controlan la respuesta del cerebro al estrés. Son neuronas secretoras de la hormona liberadora de corticotropina (CRH), un neurotransmisor involucrado en la respuesta al estrés. Son esas redes de neuronas las que se alteraron de la misma manera.
El sexo también cuenta
Además de las neuronas y de las feromonas, otro descubrimiento de esta investigación se refiere a la importancia del sexo en el contagio del estrés. Lo que se comprobó es que cuando las ratonas comunican la emoción a su pareja, disminuyen a la mitad los efectos del estrés en su cerebro. Pero eso no ocurre cuando es el macho es que traspasa la emoción a la ratona. Es como si la socialización reiniciara el cerebro de las hembras, pero no de los machos.
Bains sugiere en un comunicado de la citada universidad que estos hallazgos también pueden estar presentes en los humanos. «Comunicamos nuestro estrés fácilmente a los demás, a veces sin siquiera saberlo. Incluso hay evidencia de que algunos síntomas de estrés pueden persistir en la familia y seres queridos de las personas que sufren de trastorno de estrés postraumático. Por el otro lado, la capacidad de sentir el estado emocional de otra persona es una parte clave para crear y construir vínculos sociales».
Esta investigación confirma que el estrés y las interacciones sociales están estrechamente relacionados. Las consecuencias de estas interacciones pueden ser duraderas y pueden influir en los comportamientos en un momento posterior.
Los investigadores no son concluyentes en su estudio, pero consideran que su trabajo puede ayudar al tratamiento del síndrome de estrés post-traumático y al estudio de enfermedades como el autismo.
«Los cambios cerebrales asociados con el estrés son la base de muchas enfermedades mentales como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), los trastornos de ansiedad y la depresión», explica Bains. «Estudios recientes indican que el estrés y las emociones pueden ser ‘contagiosas’. No se sabe si esto tiene consecuencias duraderas para el cerebro», añade.
Referencia
Social transmission and buffering of synaptic changes after stress. Toni-Lee Sterley et alia. Nature Neuroscience (2018). doi:10.1038/s41593-017-0044-6
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