Un grupo de investigadores de la Universidad Médica Naval de Shanghai, en China, ha desarrollado un método para gestar crías de roedores en ratones macho. Los ejemplares fueron convertidos en parejas parabióticas: compartían su sistema circulatorio con hembras de su especie. Se obtuvieron diez crías, que nacieron mediante cesárea. Un 4% de las crías producidas mediante embarazo «masculino» alcanzó la edad adulta.
Según un artículo publicado en Nature, el tema podría generar un profundo debate bioético a nivel mundial: ¿hasta qué punto la ciencia puede modificar el orden natural? ¿Qué beneficios sociales insumiría el embarazo sin límite de sexo? Son solamente algunas de las preguntas que inmediatamente genera esta clase de investigaciones.
El embarazo en machos es extremadamente inusual en la naturaleza: solamente se registra en algunas pocas especies de peces, como por ejemplo en los caballitos de mar o hipocampos. En este caso, los científicos chinos crearon un modelo para intentar replicarlo en mamíferos.
Con ese objetivo, cosieron los codos, rodillas y pieles de parejas de roedores, cada una integrada por un macho y una hembra previamente castrados. Buscaban que los animales puedan compartir su sangre, en el marco de un proceso denominado parabiosis. El estudio fue publicado en bioRxiv.
Los pasos del método
La parabiosis, un término que significa «vivir al lado», es una técnica utilizada en fisiología que permite integrar dos organismos vivos, los cuales se unen de manera quirúrgica para desarrollar un único sistema fisiológico compartido. Se emplea para estudiar diferentes procesos, como por ejemplo los efectos del envejecimiento, al hacer que ratones ancianos y jóvenes compartan su sangre.
De acuerdo a lo explicado por los investigadores, los efectos del proceso comenzaron a apreciarse de forma gradual. En principio, seis semanas después de la intervención quirúrgica los ratones macho mostraron un notable descenso en sus niveles de testosterona, mientras que los niveles de estrógeno y progesterona se ubicaban en valores similares a los de una hembra de la misma especie.
Al transcurrir dos meses de la cirugía, los científicos procedieron a trasplantar un útero en los machos y, luego de otros dos meses, incorporaron embriones, pero en este caso tanto en los machos como en las hembras. Al pasar alrededor de 21 días de la implantación, y completando un período de desarrollo similar al de un roedor en forma natural, los especialistas extrajeron las crías mediante una cesárea.
Tema relacionado: Abierta la Caja de Pandora: primeros embriones mezcla de humanos y monos.
4% de eficacia en machos
¿Cuáles fueron los resultados? De los casi 850 embriones implantados, solamente un 30% de los colocados en las hembras y un 10% de los ubicados en machos se transformaron en fetos en condiciones de seguir su desarrollo. Posteriormente, únicamente diez crías lograron crecer y alcanzar la edad adulta de los 280 embriones implantados en los machos, obteniendo así alrededor de un 4% de éxito en los embarazos «masculinos».
Vale destacar, sin embargo, que a pesar de las discusiones éticas que ya ha generado este trabajo científico, su autor principal, Rongjia Zhang, aclaró que no es viable por el momento relacionar estos resultados con posibles implicaciones en los seres humanos.
Indicó que las especies son completamente diferentes, ya que los roedores pueden ser consanguíneos y las ratas cuentan con dos úteros. En consecuencia, dichas características y otras bases de este modelo hacen que sea inviable aún relacionarlo con la posibilidad de un embarazo humano «masculino».
Es más, el propio Zhang expresó en PubPeer que las conclusiones obtenidas en el marco del estudio reducen prácticamente a la nada la posibilidad de trasladar este modelo a la realidad humana. A pesar de esto, el impacto de la cuestión ha permitido una rápida escalada en los debates, que promete seguir creciendo cada vez más.
Referencia
A rat model of pregnancy in the male parabiont. Rongjia Zhang, Yuhuan Liu. bioRxiv (2021).DOI:https://doi.org/10.1101/2021.06.09.447686
Foto: Andrew Seaman en Unsplash.
Es imposible alguna similitud con el humano, el cuerpo masculino no tiene espacio para un embarazo, necesita de la constitución osea femenina, su musculatura y hasta su estructura cerebral. En conclusión no existe la transexualidad humana y por otro lado, 500 millones de años de bioevolución no se pueden ovlidar por un capricho ideológico que nada tiene que ver con la Ecología. Niguna otra idea tiene sentido bioevolutivo y en Ecología Cultural.
Los hombres no tienen útero. No tienen un canal vaginal . La Naturaleza es muy sabia. La maternidad es asunto de las mujeres, que incluso podemos procrear en edades avanzadas como se ha demostrado.