La Gestión del Conocimiento es hoy una de las áreas más activas del management. Dada su relación íntima con la Sociedad de la Información — o del Conocimiento — y con la Nueva Economía, la cual en gran manera es una economía del conocimiento, no es extraño que lo siga siendo durante muchos años.
La tecnología digital, como bien se sabe, surge para el manejo de datos y la realización de cálculos. Los datos a su vez constituyen la base de la información. Ésta última es el componente básico del conocimiento. El conocimiento, por fin, lleva a la sabiduría.
Una concatenación ampliamente divulgada, simplista y utilizada hasta la saciedad, que sirve, no obstante, para señalar que era lógico llegar a dar importancia a los conocimientos después de años de producción, manejo, almacenamiento y transmisión de información de todo tipo.
Años en los que se han acumulado más datos de los necesarios y generado más información de la solicitada simplemente porque la tecnología digital, los ordenadores y más adelante las redes de telecomunicación e Internet, lo permitían.
Salir de la saturación
De momento, sólo el conocimiento puede sacarnos de lo que los americanos llaman el “Information Glut” (la inundación de información o el hartazgo de la información), ya que se necesita mucha información para crear pequeñas cantidades de verdadero conocimiento.
Y no sólo en eso está la clave de la actual importancia del conocimiento, sino en la existencia de medios potentísimos para su manejo. Sin ellos la Gestión del Conocimiento no hubiera sido posible.
El interés por el conocimiento, por su adquisición y por su uso es un tema antiguo. Tiene que ver con la inteligencia y con el saber. Históricamente fue la filosofía la que se encargó de teorizar y de explicar todo lo relacionado con los conocimientos y la sabiduría y hay áreas modernas de ésta, como la epistemología, que se ocupan de la validez y límites del conocimiento y de las causas cognitivas.
Puesto que a partir de un cierto momento la ciencia dio lugar a unos conocimientos especiales y hoy existen multitud de saberes distintos, ha habido necesidad de enfrentarse al fenómeno del conocimiento humano a través de disciplinas muy dispares.
Ciencias del conocimiento
La psicología, la antropología , la educación, la linguística, la neurología, la inteligencia artificial y, por supuesto, la propia filosofía, forman hoy, todas juntas, lo que se conoce en inglés como “Cognitive Science”.
Y no es sólo un nombre, que, por supuesto, puede ser traducido al español como “Ciencia del Conocimiento”, sino que con tal denominación existen facultades, titulaciones universitarias, institutos, centros de investigación y grupos formales de trabajo en la mayor parte de las universidades de Estados Unidos e Inglaterra.
El origen de esta nueva ciencia de carácter interdisciplinar se suele situar en los años 50 del siglo pasado, cuando investigadores de distintos campos del saber comenzaron a desarrollar teorías de la mente humana apoyadas en complejas representaciones gráficas y procedimientos de cálculo (algoritmos).
Más adelante, en 1970, se creó en los Estados Unidos la hoy poderosa Cognitive Science Society y se lanzó la popular revista Cognitive Science. Ambas han contribuido al desarrollo y la difusión de todo lo relacionado con el conocimiento, su adquisición y su expansión.
Como antecesores directos de la preocupación por la información y el conocimiento es posible señalar personajes conocidos del siglo XX y de finales del XIX tales como Fritz Machlup (1902-1983), C. P. Snow (1905-1980), Michael Polanyi (1891-1976) y el mismo Alfred Marshall (1842-1924).
Conocimiento e innovación
Existe quizás otra causa de la importancia del conocimiento en nuestros días, la cual resulta más cercana al mundo de la empresa y de la gestión. Se trata de la preocupación por la creatividad tecnológica, la investigación y desarrollo de productos y la innovación.
Desde hace años también, la empresa ha basado en esas actividades gran parte de su potencial de éxito y ha buscado ávidamente entre sus empleados aquellos dotados de habilidades relacionadas con ellas. Lo mismo se puede decir de los dotados de talento para la gestión, para las ventas, para la negociación o para la formulación de estrategias.
Muchas empresas hoy practican la gestión del conocimiento, existiendo otras que prefieren hablar de gestión del talento. Ambas son parecidas. La primera poniendo el énfasis en los conocimientos formales acumulados por ciertas personas, en su experiencia y en su sabiduría y criterio; y la segunda en las habilidades innatas de otras.
La preocupación formal de las empresas americanas por algo que se llamó “Knowledge Management (KM)” surgió en 1992 a partir de un informe realizado por Giga Information Group basado en datos recogidos al final de 1998.
Factor de competitividad
Se constató en dicho informe la existencia de pánico entre los empresarios americanos porque habían oído que algo llamado “KM” sería a partir de entonces el único elemento de la empresa capaz de generar ventajas competitivas.
Según informa uno de los libros básicos de la materia, “The Knowledge Management Toolkit”, los directivos americanos comenzaron entonces a pedir a sus departamentos de IT asesoramiento sobre el tema y a exigir que la información estuviera más relacionada con los conocimientos.
En términos cronológicos los americanos sitúan más precisamente el origen del “KM” como herramienta de gestión, en el año 1998 a partir de la publicación del famoso libro de Thomas H. Davenport y Laurence Prusak, “Working Knowledge. How Organizations Manage What They Know”.
Reconocen no obstante la existencia de antecedentes tales como el libro de los autores japoneses Ikujiro Nonaka e Hirotaka Takeuchi, “The Knowledge Creating Company”, publicado en 1995; el artículo del primero de dichos autores y del mismo título publicado en 1991 en la Harvard Business Review; e incluso la llamada de atención de Peter Drucker sobre la necesidad de concentrase en el conocimiento realizada en su libro Post Capitalist Society, publicado en 1993.
Sveiby, la visión europea
Los europeos añaden a esta lista de padres fundadores de la Gestión del Conocimiento al empresario y autor sueco Karl-Erik Sveiby, quien ya en 1986 escribió un libro en sueco sobre compañías cuyos únicos activos eran los conocimientos de sus miembros.
Más adelante, en 1990, publicó también en sueco su libro “Kunskapsledning”, es decir, el primer libro con el título de Gestión del Conocimiento. En su propia actividad como empresario reconoció la necesidad de medir los bienes intangibles de la empresas utilizando la suya propia para la realización de ensayos y tests.
Fue un pionero de las prácticas contables destinadas a incluir los bienes intangibles de la empresa en el balance contable, proponiendo incluso una teoría sobre cómo medir dichos bienes. En 1993 Sveiby vendió su empresa editora — una de las más grandes de Suecia – y se dedicó a asesorar a compañías multinacionales en temas de Gestión del Conocimiento.
En 1997 recogió sus investigaciones sobre la materia en la publicación “The New Organizational Wealth”, en la que explica que adoptando estrategias basadas en los conocimientos se pueden crear empresas más rentables y mucho mejores en términos de relaciones humanas.
Adolfo Castilla es Catedrático de Economía Aplicada, Presidente de la consultora internacional Adolfo Castilla y Asociados, S. L, Presidente de AESPLAN y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21.
Bibliografía
Amrit Tiwana: The Knowledge Management Toolkit. Prentice-Hall, Upper Saddle River, NJ, 2000
Thomas H. Davenport: Working Knowledge. How Organizations Manage What They Know. Harvard Business School Press, Boston, 1998.
Ikujiro Nonaka y Hirotaka Takeuchi: The Knowledge Creating Company. How Japanese Companies Create the Dynamics of Innovation. Oxford University Press, New York, 1995
Ikujiro Nonaka: The Knowledge Creating Company, Harvard Business Review, Noviembre- Diciembre.
Peter Drucker: Post Capitalist Society. Harper Business Press, New York, 1993.
K.-E. Sveiby: The New OrganizationalWealth. Berrett – Koehler Publishers Inc., San Francisco, 1995.
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