Las calles de Addis Abeba se convierten en obstáculos anegados y embarrados, y empeoran con el aumento de aguaceros durante la estación lluviosa, que en Etiopía se extiende de julio a septiembre. Desconocidos se dan la mano para ayudarse a sortear los charcos y no resbalar en el intento. Los sistemas de drenaje sostenibles no […]
Por James Jeffrey
ADDIS ABEBA, Jul 3 2014 (IPS)
Las calles de Addis Abeba se convierten en obstáculos anegados y embarrados, y empeoran con el aumento de aguaceros durante la estación lluviosa, que en Etiopía se extiende de julio a septiembre. Desconocidos se dan la mano para ayudarse a sortear los charcos y no resbalar en el intento.
Los sistemas de drenaje sostenibles no son un tema apasionante, pero adquiere cada vez mayor importancia en este país, y en especial en Addis Abeba, a medida que esta capital se expande, aumentan las obras de construcción y la población y, con ella, la demanda de agua potable y accesible. Mientras, la lluvia sigue cayendo.
“A Etiopía la llaman la torre de agua de África, pero parece más la autopista del agua por la escorrentía (agua que discurre sobre cualquier superficie cuando llueve) y la falta de capacidad de retención”, opinó Manaye Ewunetu, director gerente de ME Consulting Engineers, con sede en Londres. Este especialista trabaja en Gran Bretaña y en Etiopía desde hace muchos años.
La topografía montañosa de este país hace que su capacidad de almacenamiento sea relativamente baja, alrededor de 30 por ciento, en comparación con otros lugares como Australia, que se acerca al 80 por ciento.
El problema afecta a una población de 92 millones de habitantes, que según proyecciones del Banco Mundial, aumentará a 145 millones para 2050.»Tengo que poner la alarma del celular para despertarme a media noche. Salgo de la cama y me junto con los vecinos a hacer cola en un grifo público. Puedo llegar a estar tres horas antes de volver a acostarme”, Meleshew Nega, de 24 años.
En las ciudades, este problema tiene características particulares, como es el caso de Addis Abeba, con una población que aumentó de 2,7 millones de habitantes, en 2008, a los actuales tres millones, según algunas estimaciones, y la Agencia Central de Estadísticas pronosticó que podrían superar los cinco millones en 2037.
Esta ciudad adquiere mayor importancia internacional al ser sede de la Unión Africana, de la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas y de muchas otras organizaciones internacionales, embajadas y consulados.
La consultora A. T. Kearney, que elabora todos los años un Índice Global de Ciudades en función de sus perspectivas de emergencia, ubicó a Addis Abeba detrás de Yakarta y Manila como la tercera con más probabilidades de mejorar en su posicionamiento global.
“Con los actuales índices de mejoría, la capital de Etiopía está entre las ciudades que avanza más rápido, a pesar de las distancias, la equidad de ingresos, la salud y la transparencia empresarial”, señala el informe de la consultora con sede en Nueva York.
A pesar de los aplausos, la rapidez con que se desarrolla esta ciudad -que según otras estimaciones podría tener casi cinco millones de habitantes y llegar a ocho millones en 2030, amenaza con arrollarla, así como a los ríos y los arroyos que motivaron su fundación en 1886 como la Nueva Flor, la traducción de su nombre en amhárico.
La inadecuada gestión de residuos y el mal funcionamiento de los drenajes, así como la escorrentía de desechos industriales y de estaciones dispensadoras de combustible y la descarga en fuentes de agua crean significativos problemas de salud en la ciudad. Y todo se exacerba con las inundaciones.
“Las inundaciones plantean un problema sanitario significativo porque acarrean agentes patógenos y contaminantes que envenenan las fuentes de agua y de alimentos”, explicó WendwosenFeleke, especialista en agua y saneamiento de la oficina local del Banco Mundial, en entrevista con IPS.
El Ministerio de Salud destina unos 700.000 dólares al año al tratamiento de enfermedades derivadas del agua contaminada. Esta estimación no incluye otros impactos económicos como la pérdida de tiempo y de ingresos por no trabajar.
“El alcantarillado inadecuado puede deteriorar o hasta destruir la infraestructura, la que no llegaría a cumplir su vida útil”, dijo a IPS el especialista en transporte James Markland, quien también trabaja en la oficina local del Banco Mundial. “Esto reduce la eficacia económica de inversiones sustanciales”, puntualizó.
A eso se suma que la disponibilidad de agua las 24 horas del día es algo desconocido en esta ciudad, a pesar de que suelen caer alrededor de 1.180 milímetros de agua al año, apenas un poco menos que en la lluviosa Gran Bretaña.
La norma en la mayoría de los hogares de Addis Abeba es llenar con agua varios recipientes cuando hay servicio. En algunas partes es en las primeras horas de la mañana y, en otras, tarde en la noche.
“Tengo que poner la alarma del celular para despertarme a media noche”, relató Meleshew Nega, de 24 años. “Salgo de la cama y me junto con los vecinos que hacen cola en un grifo público. Puedo llegar a estar tres horas antes de volver a acostarme”, apuntó
Las autoridades son conscientes de la incesante expansión de Addis Abeba y existe un plan maestro para mitigar su crecimiento descontrolado y prever esfuerzos para modernizarla en los próximos 25 años.
Algunos críticos sostienen que el plan maestro no atiende correctamente el problema del agua.
“A menos que se agregue un plan maestro de saneamiento, el plan maestro será un caos”, opinó Manaye, quien ha sido testigo de la expansión de la ciudad en los últimos 27 años gracias a sus frecuentes viajes desde Gran Bretaña.
A pesar de que los departamentos de la ciudad y del país producen guías necesarias, la falta de coordinación y de voluntad se traduce en un deficiente trabajo tangible en el terreno, añadió.
“Los problemas surgen por la falta de integración”, dijo Teshome Worku, de CORE Consulting Engineers, en entrevista con IPS. “El plan maestro no abarca a las diferentes disciplinas ni personas necesarias”, precisó.
Aprovechar al máximo los cursos de agua, así como estanques existentes, para absorber la escorrentía ayudará a mejorar el atractivo de la ciudad y a ofrecer grandes oportunidades de inversión en recreación y turismo, indicó Manaye.
“Hay un enorme potencial para la regeneración de Addis Abeba”, dijo con optimismo. “El agua le da vida a la ciudad”, remarcó.
Las cuestiones relacionadas con el agua, los ríos y las escorrentías tienen cada vez más prioridad debido a las consecuencias del cambio climático. El resultado, según los que promueven mejores sistemas de drenaje, es la necesidad de pensar la gestión del agua y el saneamiento de forma radicalmente distinta en todos los niveles. Pero eso puede ser difícil dada la tendencia de la población etíope a aceptar las dificultades, soportarlas y adaptarse.
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Fuente : http://www.ipsnoticias.net/2014/07/la-capital-de-e…
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