Somos humanos. Animales que nacen, crecen y mueren. Una vida limitada por la muerte.
Algunos, a través de la religión, han intentado abordar esta cuestión. La gente creía y sigue legítimamente creyendo que, al morir, su alma irá al paraíso. Hoy, estamos más cerca que nunca de finalmente vencer a la muerte de manera científica.
El objetivo de este artículo es abordar este tema en concreto; la inmortalidad. Para ello, se analizarán aquellos problemas sociales relacionados con el tema, para finalmente tratar la parte puramente científica. A pesar de que la muerte humana aún no ha sido curada, se piensa que lo estará durante los próximos cincuenta años, trayendo problemas sociales que habrá que tener en cuenta. Empecemos, pues, con lo más básico.
Problemas demográficos
Algunos argumentan que curar la muerte traería problemas demográficos y mayor desigualdad, tal y como muestra Seth Shostak en The Huffington Post (2010).
Puede argumentarse que, si la cura a la muerte se encontrase, traería serios problemas demográficos, en el sentido de un crecimiento poblacional exponencial. Sin embargo, este problema podría tratarse dándole acceso a la cura únicamente a algunos, a quienes habría que aplicar algún tipo de control de la natalidad específico. De esta forma, la población no experimentaría un crecimiento significativo.
Esto nos conduce al verdadero problema social que atravesaríamos como sociedad; mayor desigualdad en la ya visiblemente desigual sociedad. Dicho problema tendría lugar porque solo aquellos con mayor poder económico tendrían acceso inicial a la cura. Esto es, en efecto, un gran problema social pero no es muy distinto a la injusta situación con la que nos encontramos hoy. De acuerdo con The World Health Organization (2013), la esperanza de vida para ambos sexos en Suazilandia es de cincuenta y tres años, que contrasta con los setenta y nueve años en Mónaco.
Para evitar este problema y que todos tuvieran acceso a la cura, tendría que limitarse por completo la natalidad, con el fin de mantener la población constante. Esta situación es más bien poco realista, ya que existen una inmensa cantidad de problemas sociales a resolver en los países en desarrollo, que empiezan a considerar reducir la natalidad a cero. Además, también ha de considerarse que dicha cura probablemente venga del sector privado, y que por lo tanto su precio sea alto. Es por ello por lo que podemos estar de acuerdo en que encontrar la cura a la muerte dilataría la brecha de la desigualdad entre pobres y ricos, ya que solo los segundos tendrían acceso a la misma.
Como consecuencia del desarrollo mundial, se espera que la tasa de natalidad decrezca en los países en desarrollo. Esto, junto con la ya planificada colonización de Marte mediante proyectos como “Mars One”, harían disponible la cura a la muerte para un creciente número de personas.
En conjunto, desde una perspectiva social, curar la muerte no tendría por qué venir de la mano del crecimiento poblacional, aplicando correctas regulaciones. Sin embargo, éstas harían del mundo un lugar más desigual. Asimismo, como con la mayoría de grandes innovaciones (La Revolución Industrial o Internet), habría que desarrollar nuevos modelos económicos.
Problemas científicos
Vayamos ahora con los problemas científicos a los que se enfrenta la cura a la muerte hoy. ¿En qué estado se encuentra?
Si murieses hoy, cuando la tan nombrada cura aún no está disponible, puedes congelarte en un instituto de criogenia, a temperaturas inferiores a los -130ºC. Aquellos quienes defienden la práctica de la criopreservación argumentan que, congelando tu cuerpo o simplemente tu cerebro, puedes preservar aquello que te hace ser quien eres – tu consciencia, y que sería muy posible reanimarte en un futuro.
La criogenia defiende el modelo conocido como “connectome centric”: en esencia, no somos más que 100 billones de neuronas (y trillones de conexiones) dentro de nuestro cráneo. Además de congelarte a dichas temperaturas, habría que aplicar un proceso conocido como vitrificación.
Éste consiste en aplicar químicos conocidos como criopreservantes a nuestro sistema circulatorio, para evitar que las moléculas de agua se junten formando hielo. Es por todo ello por lo que tendrías que morir bajo condiciones controladas en un hospital, para evitar la obstrucción de tu sistema circulatorio y el deterioro cerebral.
En un futuro, que podría ser en cientos de años, expertos del Cryonics Institute o Alcor Life Extension Foundation tendrían que descongelar tu cerebro sin dañarlo, trayéndolo de vuelta a la vida. Recientemente, Bioquark ha conseguido permiso para intentar usar péptidos biológicos y células madre para intentar reactivar cerebros clínicamente muertos, señala ILFScience (2016). Es por ello por lo que, técnicamente, hoy ya existen posibilidades de vencer a la muerte mediante la criogenia.
Sin embargo, la criogenia vende una tecnología que aún no existe. Las probabilidades de que revivas parecen ciertamente bajas. Para empezar, cualquier desastre podría tener lugar en el centro en el que has sido criopreservado. En Arizona, donde se encuentra Alcor, solo en 2015 tuvieron lugar dos huracanes – los huracanes Blanca y Linda.
Además, tienes que esperar que futuras generaciones dirigiendo el centro tengan real interés en descongelarte. Finalmente, tal y como João Pedro de Magalhães sostiene, con las tecnologías de hoy, la criogenia produce graves daños celulares. Esto se traduce en que harán falta increíbles avances científicos en áreas como la nanotecnología y células madre, para reanimar a aquellos individuos congelados. Además, aunque tu cerebro no se dañara, las tecnologías necesarias para reanimarlo y trasplantarlo a un cuerpo robótico aún estarían por desarrollar.
Ser inmortal es imposible con el conocimiento actual. Esta es la razón por la que tenemos que esperar para vencer a la muerte.
Muchos ya están trabajando en ello. El científico Aubrey de Grey está centrando su investigación en combatir el envejecimiento biológico, combatiendo el cáncer y otras enfermedades degenerativas. También existen centros de medicina regenerativa investigando la neuroregeneración para combatir la muerte cerebral.
Asimismo, también se están desarrollando cuerpos biónicos totalmente funcionales. Apoyando este argumento en la opinión de la mayoría de científicos investigando el tema, como explica Jose Luis Cordeiro en este artículo, hay cierto acuerdo en que seremos capaces de vencer a la muerte en unos cincuenta años.
En conclusión, vencer a la muerte aumentaría la brecha de la desigualdad entre pobres y ricos. Vivir para siempre o limitar la natalidad parece lejos si analizamos el estado en el que se encuentran aquellas regiones más desfavorecidas. Por otra parte, aquellos sin recursos probablemente no serían capaces de obtener acceso económico a la cura, que se espera sea cara.
Desde un punto de vista científico, se espera que en cincuenta años seamos capaces de vencer a la muerte, vistos los avances que están teniendo lugar ya. Hoy en día, todo el mundo asume que lo normal es morir. La gente se mantiene escéptica al tema de vivir para siempre. Nada más se halle la cura a la muerte, representará uno de los mayores avances de nuestra historia, si no el mayor.
A pesar de no ser un científico – lo cual es algo a tener muy a tener presente al considerar las limitaciones de este artículo, creo profundamente que es probable que muy pronto hagamos de la humanidad una especie verdaderamente valiosa.
(*) Fran Villalba Segarra es un joven emprendedor español que estudia actualmente en la Rotterdam School of Management. Ha emprendido en el campo del hosting y proyecta crear una empresa dedicada a la longevidad y la investigación sobre la muerte.
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