Un equipo de investigadores de la Universidad Concordia de Canadá ha descubierto que un ácido biliar llamado ácido litocólico (LCA) puede aumentar el tiempo de vida útil de la levadura. Se denomina levadura a cualquiera de los diversos hongos microscópicos unicelulares que son importantes por su capacidad para realizar la descomposición mediante fermentación de diversos cuerpos orgánicos, principalmente los azúcares o hidratos de carbono, produciendo distintas sustancias.
Según publica la Universidad Concordia en un comunicado, este descubrimiento podría tener importantes implicaciones para la salud y la longevidad de las personas, dado que la levadura y el ser humano comparten algunos elementos comunes.
La levadura comparte, en concreto, muchas de las características de las células de los mamíferos y sus células, al igual que las células humanas, presentan ciclos de crecimiento y división. Por otro lado, los genes que regulan dichos ciclos en la levadura son prácticamente idénticos a los nuestros.
Además, algunos de los genes humanos pueden ser sustituidos por genes de levadura equivalentes. Este sorprendente hecho fue demostrado en 1985 por científicos del Laboratorio Cold Spring Harbor de Estados Unidos.
Efecto relevante en humanos
Estos investigadores aplicaron un gen humano a una célula de la levadura que carecía de un gen esencial para su desarrollo, logrando de esta manera que la célula recuperase su secuencia normal de ADN y, también, su función biológica específica.
En lo que se refiere al ácido litocólico, según explica uno de los autores de la investigación, el profesor del Departamento de Biología de la Universidad Concordia, Vladimir Titorenko, a pesar de que se ha descubierto que dicho ácido extiende en gran medida la longevidad de la levadura, ésta no sintetiza el LCA ni ningún otro ácido biliar presente en mamíferos.
Esto podría deberse a que la levadura ha evolucionado para detectar los ácidos biliares como moléculas medianamente tóxicas, y para responder a ellas mediante la experimentación de cambios en la extensión de su vida.
Titorenko señala que es concebible que este mismo efecto del LCA en la levadura resulte relevante también en humanos.
En su estudio, los científicos analizaron más de 19.000 moléculas para probar la capacidad de éstas de prolongar la vida de la levadura. Bajo condiciones normales y bajo condiciones de estrés, el LCA tuvo un impacto importante en el hongo estudiado.
Dos mecanismos
La extensión del tiempo de vida de la levadura se debió a dos mecanismos distintos, explican los investigadores.
El primero de ellos se produjo independientemente del número de calorías y de proteínas empleadas en el experimento.
El segundo mecanismo se dio durante una restricción calórica e implicó a proteínas que funcionaron como factores estresantes.
En ambos casos, el LCA ralentizó el proceso de envejecimiento del hongo de diversas maneras: suprimiendo la necrosis inducida por lípidos, atenuando la fragmentación mitocondrial, aumentando la resistencia al estrés oxidativo y térmico o aumentando la estabilidad del ADN mitocondrial, entre otras, publican los científicos en un artículo de la revista Aging.
Envejecer con salud
Titorenko señala que aunque se tiene una idea general sobre cómo el LCA aumenta la longevidad de la levadura, aún queda por determinar si este mismo efecto puede darse también en otras especies.
Por estudios anteriores se sabe, sin embargo, que los ácidos biliares son beneficiosos para la salud y la longevidad de los organismos vivos.
Por ejemplo, en ratones, se ha demostrado que la acumulación de dichos ácidos en el suero sanguíneo mejora la función pancreática y del hígado.
Los resultados obtenidos hasta ahora en el estudio de los ácidos biliares hacen pensar que éstos podrían ayudar a tratar ciertas enfermedades, como la diabetes, la obesidad, así como diversos trastornos metabólicos, todos ellos relacionados con la edad y el envejecimiento.
Por tanto, cabría la posibilidad de que los ácidos biliares pudieran ayudar a envejecer con salud a los individuos de nuestra especie.
Ciencia y longevidad
Desde el año 1840, la esperanza de vida del ser humano no ha dejado de aumentar, y nada parece indicar que esta tendencia vaya a detenerse. La causa de este aumento radica, en gran parte, en los avances científicos.
En un artículo publicado en 2005 por la revista Physiological and Biochemical Zoology, un equipo de biólogos de la Universidad de California en Irvine señalaban que las mejoras médicas y de la calidad de vida de los seres humanos han aumentado las expectativas vitales de las personas y evitado defunciones “prematuras”, programadas por la naturaleza.
Esta madurez ha surgido después de que las fuerzas de la selección natural, que afectan tanto a la fertilidad como a la mortalidad, hayan dejado de tener un impacto determinante sobre nuestra especie.
En los últimos años, además, se han hecho diversos descubrimientos que podrían propiciar la aparición de métodos para la prolongación de la vida. Así, por ejemplo, se ha identificado un gen llamado cloto capaz de alargar la vida en un 30%; se ha hallado una proteína, que puede prolongar en un tercio la vida de las moscas; y se ha comprobado que la manipulación genética podría ampliar la longevidad hasta un 20% provocando cambios en una enzima denominada catalasa.
Hacer un comentario