Juntos por Europa no es una organización, ni una nueva estructura, sino una comunión de Movimientos y Comunidades de varias Iglesias y de diversos países europeos sobre la base común de una alianza fundada en los valores evangélicos. El objetivo común es afrontar con responsabilidad el desarrollo que se plantea a Europa hoy: una fuerte cohesión social en la multiplicidad cultural. En mayo de 2012 tendrá lugar la tercera gran manifestación europea en Bruselas.
Juntos por Europa quiere demostrar que las diversidades representan un riqueza, y no un motivo de recelo o de separación. Más aún: pueden convertirse esas diversidades en fuente de esperanza donde quiera que se halle en peligro la convivencia. El profesor Manuel Morales ha publicado en la revista Religión y Cultura (tomo 55, 521-542) una síntesis del proyecto. El autor, agustino fue muchos años en Roma miembro de la Secretaría Internacional de los Religiosos del Movimiento de los Focolares y, antes, responsable en España de la Secretaría Nacional.
1.- ¿Una comunidad de valores?
Europa. La Unión Europea. Una moneda común. Un esfuerzo para conseguir juntos una sociedad más humana. Quinientos millones de habitantes. Un Parlamento europeo con 785 diputados. Pero Europa ¿es algo meramente geográfico, o económico, o jurídico, o político? Parece que sí, que Europa tiene que ver con nuestra seguridad, con las finanzas, con nuestra salud, la crisis económica y el desempleo, el desarrollo, los emigrantes. Pero ¿cuál es la identidad y la vocación de Europa?… Pero, ¿tiene que ver también, y sobre todo, con las ideas, la cultura, los valores, el espíritu, un destino común?
Desde diversos campos católicos se ha insistido en las raíces cristianas de Europa. ¿Están las religiones de matriz cristiana llamadas a implicarse en la tarea europea desde una especificidad? ¿Es necesaria, oportuna y posible una Europa iluminada por el Evangelio? ¿Podrá ser Europa un espacio de fraternidad humana y evangélica? ¿Es posible por parte cristiana una acción cultural eficaz? ¿O se debe dejar todo esto solo en manos del poder y de los políticos?
Desde el punto de vista católico, Europa es más que un espacio de moneda común. Es una identidad histórica, cultural y moral antes que geográfica, económica o política, tal como ha repetido en muchos foros el Papa Benedicto XVI: Europa es una identidad constituida por un conjunto de valores universales, que el cristianismo ha contribuido a forjar, desempeñando de este modo un papel histórico y fundamental para Europa. Esos valores son el alma del continente” (Benedicto XVI a los participantes en el Congreso, Los 50 años de los Tratados de Roma. Valores y perspectivas para la Europa de mañana, organizado por la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE).
Pero la pregunta se impone. Ha sido la preocupación del Papa Ratzinger: “¿No es motivo de sorpresa el que la Europa de hoy, mientras quiere presentarse como una comunidad de valores, conteste cada vez más el hecho de que haya valores universales y absolutos? Esta singular forma de “apostasía” de sí misma, antes aún que de Dios, ¿no le lleva quizás a dudar de su misma identidad?”
2.- La Iglesia, un árbol siempre en primavera
Ya el Papa Juan Pablo II había escrito en su documento Ecclesia in Europa (La Iglesia en Europa), que “La fisonomía espiritual de Europa se ha ido formando gracias a los esfuerzos de grandes misioneros y al testimonio de santos y mártires, a la labor asidua de monjes, religiosos y pastores”.
Y el Espíritu no descansa. La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica proclamaba en su documento Caminar desde Cristo (página 30), que la Iglesia es un árbol siempre en primavera, con el mandato en su entraña de “caminar en novedad de vida”. Por eso tanto lo que florece hoy en su copa “se debe” a todo el árbol, como todo el árbol “se debe” a su florecer de hoy.
Desde la “comunión entre carismas antiguos y nuevos”, signo de nuestros tiempos, tanto los “monjes, religiosos y pastores” de ayer como los de hoy ven con satisfacción fraterna cómo la Providencia divina sigue teniendo ahora la misma mirada de predilección sobre Europa.
Juan Pablo II apuntaba en Ecclesia in Europa que nuevos Movimientos y Comunidades están ayudando a los cristianos “a vivir más radicalmente el Evangelio; son cuna de diversas vocaciones y generan nuevas formas de consagración; promueven sobre todo la vocación de los laicos y la llevan a manifestarse en los diversos ámbitos de la vida; favorecen la santidad del pueblo; pueden ser anuncio y exhortación para quienes, de otra manera, no se encontrarían con la Iglesia; con frecuencia apoyan el camino ecuménico y abren cauces para el diálogo interreligioso; son un antídoto contra la difusión de las sectas y una gran ayuda para difundir vitalidad y alegría en la Iglesia”.
Tal vez a algunos lectores les parezca una iniciativa con ciertos tintes conservadores. Además, dentro de los ámbitos de la Vida Religiosa tradicional hay cierta tensión con respecto a estos Nuevos Movimientos. Pero en estos momentos, es precisa la convergencia de todas las fuerzas disponibles para trabajar por una Europa solidaria y que trabaje por los valores de la paz.
3.- “Juntos por Europa”: ¿Cómo nace la idea?
El autor del trabajo que comentamos, el agustino Manuel Morales, escribe: “Tuve la fortuna de presenciar la gestación de esta acción ecuménica, Juntos por Europa. En los últimos seis años de mi trabajo en la Secretaría Internacional de los Religiosos del Movimiento de los Focolares, en Roca di Papa (Roma), de 1995 a 2001, pude percibir la pasión que vivía y transmitía Chiara Lubich por la empresa que se iba fraguando. Todo empezó en “casa”, dentro de la Iglesia, entre los nuevos Movimientos y Comunidades. Había surgido una amistad muy personal y profunda de Chiara con Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, y Salvatore Martínez, coordinador para Italia de la Renovación en el Espíritu”.
En la vigilia de Pentecostés, el 30 de mayo de 1998, en una plaza de San Pedro abarrotada de gente de todas las edades, miembros de más de 50 Movimientos y Asociaciones, Chiara Lubich le prometió a Juan Pablo II: “Sabemos que la Iglesia desea la comunión plena entre los Movimientos, su unidad, que, por otra parte, ya ha comenzado. Nosotros queremos asegurarle, por ser la unidad nuestro carisma específico, que trabajaremos con todas nuestras fuerzas para contribuir a realizarla plenamente”.
Aquella espléndida fiesta del Espíritu fue la semilla de muchas otras. Entre 1999 y 2001 se organizaron en el mundo, dentro y fuera de Europa, 212 Jornadas semejantes promovidas por 731 Movimientos y Comunidades y una participación de medio millón de personas. Surgieron al mismo tiempo encuentros de carácter más personal entre fundadores y dirigentes de varios movimientos: Schönstatt, Asociación Juan XXIII, Cursillos, Equipos de Nuestra Señora…
En junio de 1999 se reúnen en Espira (Alemania) 174 fundadores y responsables nacionales e internacionales de 41 Comunidades y Movimientos. Todos ellos se reconocen “pertenecientes a un movimiento del Espíritu que ha marcado profundamente la Iglesia de este siglo” Fondi, E. M. y Zanzucchi, M. Un pueblo nacido del Evangelio. Edit. Ciudad Nueva, Madrid, 2005]
La dimensión ecuménica
Pero la aventura Juntos por Europa no se iba a reducir a la Iglesia Católica. La pasión por la unidad y el diálogo fue una constante en Chiara Lubich. “En 1961 había surgido espontánea su relación con evangélicos luteranos- escribe Manuel Morales-. En 1965, con anglicanos. A partir de 1967, con ortodoxos. ¡Inolvidables los encuentros y la amistad profunda de Chiara con el gran Patriarca de Constantinopla, Atenágoras! Es algo grande conocerse, le decía este gigante espiritual. Hemos vivido aislados, sin tener hermanos ni hermanas durante muchos siglos, como huérfanos. Los primeros diez siglos del cristianismo fueron para los dogmas y la organización de la Iglesia. En los diez siglos siguientes tuvimos los cismas, la división. La tercera época, ésta, es la del amor”.
El camino de las otras Iglesias estaba también en marcha. En ámbito evangélico, desde 1969, un pequeño grupo de responsables de más de 120 Comunidades, grupos, Movimientos e Iglesias libres y evangélicas se reunían informalmente cada año. Las noticias de los Movimientos católicos también les llegaban a ellos.
“Aquella Vigilia de Pentecostés de 1998 era ya en la Iglesia una onda que envolvía más de 240 Movimientos y Comunidades en todo el mundo- apunta el autor de este artículo. El grupo de los evangélicos expresó el deseo de reunirse con los católicos. Se encontraban así dos caminos en favor de una Europa fraterna. El 31 de octubre de 1999 -fecha histórica por la Declaración conjunta entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial sobre la Doctrina de la Justificación- en el Centro ecuménico de Ottmaring, cerca de Augsburgo, responsables de Movimientos, Comunidades y grupos católicos y evangélicos, ampliaban aquella experiencia de comunión y colaboración a ortodoxos y anglicanos.
La marcha es imparable. El 8 de diciembre de 2001, en Munich se reúnen cinco mil evangélicos y católicos de unos 50 Movimientos, Asociaciones, Fraternidades y grupos varios. Se produce un “acto de contrición y de perdón recíproco por las divisiones del pasado. “¿Cómo, sino juntos?” es el título de la celebración. Pedir perdón y perdonar es premisa esencial para la comunión. En la iglesia evangélica de San Mateo, los responsables estrechan un pacto de “amor evangélico”. En la tarde de ese mismo día, en la catedral católica, en presencia de millares de miembros de diversos Movimientos y Comunidades de las distintas Iglesias, se pone en común la experiencia vivida.
En momentos en los que el Movimiento Ecuménico parecía estancado, surgen nuevas propuestas que acción conjunta que van más allá de las disputas teológicas.
4.- “Nos unimos para ser más fuertes en el servicio a los más débiles”
Las cosas están maduras. Roma, mayo de 2002. Fundadores y responsables de Movimientos y Comunidades Católicas y Evangélicas, deciden la gran manifestación. Su mirada y su pensamiento se fijan en la Europa del Espíritu: “¡Europa necesita un alma!” “¡Nosotros podemos contribuir a dársela!” Están presentes en la reunión la Comunidad de San Egidio, el Congreso de responsables evangélicos, Cursillos de Cristiandad, Movimiento de los Focolares, Movimiento de Schönstatt, Renovación en el Espíritu en la Iglesia Católica (Italia), Renovación carismática en la Iglesia evangélica (GGE), Asociación evangélica de Jóvenes Cristianos (YMCA: Young Men’s Christian Association).
La visión de Chiara Lubich sobre Europa es positiva y esperanzadora: “¡Está repleta de santos la historia de Europa! Empezando por sus fundadores y patronos: Benito, que aceptan los evangélicos como anterior que es a la Reforma; Cirilo y Metodio, traductores al eslavo de la Biblia: ellos demostraron que la vocación de Europa es la unidad en la diversidad de sus pueblos. Y más santos: Catalina, Brígida, Edith Stein…Entre quienes idearon la Europa unida están Schuman y De Gasperi, ambos en proceso de beatificación. Y Adenauer, una persona íntegra que hizo tanto por Europa. Nuestro continente, pues, no se hunde en problemas y guerras. Está también elevada por santos. Sostener esta riqueza espiritual y darle un alma, es nuestra tarea. Así facilitaremos y reforzaremos la unidad política de Europa” (CHIARA LUBICH. Texto extraído de una conversación).
El día de la manifestación (8 de mayo de 2004) coincidiría con fechas históricas de Europa: El 1 de mayo: la ampliación de la Unión Europea con la entrada de Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovenia, Eslovaquia, República Checa, Hungría, Malta y Chipre. El 8 de mayo: El aniversario del final de la segunda guerra mundial (8.5.1945). El 9 de mayo: Fiesta de Europa, aniversario de la histórica declaración de Robert Schuman de 1950, que propuso la formación de una comunidad al servicio de la paz, pródromo de la Unión Europea.
150 Movimientos de varias Iglesias cristianas participarían en la Manifestación. ¿Lugar? La ciudad de Stuttgart. Los días 6 y 7 de mayo se dedicarían a un congreso de 2000 responsables de Movimientos y Comunidades para “descubrir juntos la riqueza de la diversidad”. El día 8 tendría, además de las conferencias, momentos de espectáculo y música, todo transmitido vía satélite a 150 ciudades.
El 22 de abril 2004, en rueda de prensa, representantes de la Comunidad de San Egidio, Focolares y evangélicos alemanes, divulgan claramente el objetivo del encuentro:
“Europa no debe cerrarse en sí misma. Sus fronteras no pueden convertirse en muros. El Continente debe continuar construyendo puentes como el del Bósforo entre Europa y Asia, por ejemplo. Hay en el mundo una gran necesidad de Europa, de cultura europea, y no solo de política europea. ¡Las raíces culturales de Europa no son una memoria del pasado! ¡Representan también el futuro!”. El encuentro de Stuttgart debería ser una polifonía de voces, porque Europa sabe vivir en armonía sus muchas diversidades, su pluralidad. La manifestación no tendría que ser un punto de llegada sino el primero de una serie de eventos. La Europa unida es mercado, es realidad geográfica, sí, pero espera seguramente una contribución espiritual. “Hasta ahora los Movimientos cristianos hemos dado una contribución individual; ahora es preciso hacerlo juntos. Nos unimos para ser más fuertes en el servicio a los más débiles, para hacer nuestro su dolor y eliminarlo en cuanto nos sea posible. Queremos ser una Europa donde esté vivo el Evangelio”.
El pastor luterano Thomas Roemer, representante del YMCA, uno de los Movimientos evangélicos más importantes, se pronuncia así:
“La diversidad que antes considerábamos una amenaza, es en realidad un don. Necesitamos los unos de los otros. El otro tiene algo que yo no tengo; yo tengo algo que el otro no tiene. Muchos no tienen dificultad en subrayar lo que nos divide. Nosotros queremos subrayar lo que nos une. Y esto es importante que lo hagan no sólo los cristianos sino también los pueblos europeos. Nosotros hemos experimentado la fuerza del Evangelio que cambia la vida. En el centro del Evangelio está Jesucristo que ha muerto y ha resucitado. Y su presencia entre nosotros es el motivo más profundo de nuestra comunión”.
5.- Gniezno, donde nacen la Iglesia y la nación polaca
Tiene mucho que ver con “Juntos por Europa” lo que ocurría en Polonia una semana antes de la manifestación de Stuttgart, el 28 de abril de 2004. En vísperas de su ingreso en la Unión Europea, Polonia se interrogaba sobre el futuro de Europa en un congreso que llevaba precisamente el título “Europa del Espíritu”. Lo organizaba el Foro San Adalberto, que comprende varias Asociaciones y Movimientos polacos. 500 los participantes de todo el Viejo Continente. 15 países representados, 25 organizaciones públicas, centenas de periodistas. Presente Stanislaw Rylco, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos; el cardenal Lehmann, presidente de la Conferencia episcopal alemana; el Primado polaco, cardenal Jozef Glemp; fundadores de Movimientos eclesiales como Chiara Lubich y Andrea Riccardi. Numerosa la participación de políticos, autoridades civiles, intelectuales.
Gniezno es el lugar donde nació en el año mil la Iglesia y la misma nación polaca. Ahí está sepultado San Adalberto, martirizado por su intento de cristianizar a los prusianos, y considerado como uno de los padres de la Europa unida.
Tadeusz Mazowiecki, ex primer ministro polaco después de la caída del régimen comunista, afirmaba: “Si Europa debe ser una comunidad política, ha de estar antes radicada en la cultura de la que nosotros llamamos “Europa del Espíritu”. Desarrollarla exige nuevas ideas, hombres con nuevas ideas. Creo que muchos Movimientos presentes ahora aquí surgieron precisamente de esta necesidad de ideas nuevas y tienen exactamente ese papel. La Iglesia es siempre antigua y siempre se renueva. Hoy lo hace con estos nuevos Movimientos. Creo que todo ello sirve no sólo a la Iglesia sino también a Europa. La necesidad de valores más profundos no la advierte sólo quien vive el cristianismo; la advierten también personas alejadas de la fe. Se necesitan autoridades morales. La gente tiene necesidad de principios sólidos y esto se ve. Esta es la gran oportunidad que los Movimientos pueden ofrecer”.
El cardenal Lehman apuntaba al despedirse: “En mayo nos veremos en Stuttgart y será una buena continuación de este encuentro. Hacen falta muchos esfuerzos, muchas ideas, muchas Asociaciones…Los Movimientos tienen un espíritu fuerte, una acción continuada, y esto me parece importantísimo. No basta con el entusiasmo del momento, una explosión espontánea; hace falta trabajar con constancia, cosa que sí hacen los Movimientos”.
6.- “Juntos para compartir las riquezas espirituales”
Congreso preparatorio. Stuttgart, 6-7 de mayo de 2004. Dos mil responsables de Movimientos y Comunidades. Su título: “Juntos para compartir las riquezas espirituales”. Chiara Lubich abre el congreso: “Aunque persistan en nuestro planeta las guerras, la violencia, las tensiones, y el terrorismo, no podemos dejar de afirmar que se avanza hacia la unidad. Es un signo de los tiempos”.
Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de San Egidio, explica que los cristianos “no están condenados a la aquiescencia con el mal, con la violencia, con la guerra; no deben limitarse sólo a lamentarse por los conflictos y a lanzar algún que otro llamamiento. Pueden hacer la paz de la caridad, que lo comprende todo, todo lo perdona, todo lo espera. Hay que ser más audaces en la caridad, sabiendo que lo que se vive en la caridad nunca queda perdido”. Y lanza un llamamiento a la auténtica solidaridad con África.
El congreso se clausura en la noche del día 7 con una oración ecuménica en la que participan 53 obispos de seis Iglesias y Comunidades cristianas. El mensaje de Juan Pablo II, es amplio y denso: “…Los cristianos pertenecientes a muchos Movimientos religiosos reunidos en Stuttgart testimonian que el Evangelio los ha impulsado a superar el nacionalismo egoísta y a ver a Europa como una familia de pueblos, con una gran variedad de culturas y experiencias históricas, pero, al mismo tiempo, unida en una especie de comunidad de destinos. La Europa del futuro necesita esta conciencia para participar en los grandes acontecimientos a los que está llamada por la historia…Europa está llamada a servir al mundo, especialmente a sus regiones más pobres y olvidadas, como África, de modo particular, afligida por tantos y tan graves problemas. No se puede construir una casa común europea sin interesarse por el bien de toda la humanidad…”.
7.- La unidad de Europa en laboratorio
¡Y llegó la hora de la gran Manifestación! Stuttgart 8 de mayo de 2004. El velódromo de Stuttgart, famoso entre otras cosas por los mundiales de ciclismo en pista cubierta, acogía a más de 10.000 personas procedentes de treinta países europeos y de quince países no europeos. Entre los participantes, la Reina Fabiola de Bélgica y más de un centenar de políticos europeos, veinticinco obispos católicos, catorce obispos evangélicos, ocho ortodoxos, dos anglicanos.
La Jornada es retransmitida por dieciséis satélites a todo el mundo y por numerosas televisiones (como Popular TV en España), y seguida en directo en ciento cincuenta ciudades de Europa. Unas 100.000 personas se calculan “presentes” a través de la pantalla. Muchos otros seguramente por Internet.
Es el primer encuentro ecuménico de carácter europeísta; la primera vez en la historia que Movimientos, Comunidades y grupos de varias Iglesias y Comunidades eclesiales se presentan públicamente como una red de fraternidad, rompiendo nacionalismos y barreras históricas. Es el sueño de una renovación espiritual que se manifiesta en los más variados sectores de la vida civil. Intervienen Chiara Lubich, Andrea Riccardi, los pastores evangélicos Friedrich Aschoff y Ulrich Parzany, y el sacerdote ortodoxo Heikki Huttunen,. Dirigen un saludo personalidades políticas, entre las que destacan Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, Walter Schwimmer, secretario general del Consejo de Europa, Bertie Ahern, primer ministro irlandés, y Johannes Rau, presidente de Alemania.
“Estamos aquí para dar un alma a Europa que genere una fuerte unidad espiritual. Somos como redes de relaciones fraternas que unen a los pueblos. Es como si estuviéramos preparando en laboratorio la plena unidad europea, en la riqueza de su diversidad” (Chiara Lubich).
8.- “La Europa de los corazones”
Para el Cardenal Kasper, Presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, esta Jornada es una expresión más del nuevo Pentecostés que está viviendo la Iglesia de hoy. “Tenemos necesidad de una Europa de los corazones que no esté sólo llena de euros, sino, sobre todo, de valores, llena de Dios”, afirma desde el palco. “Tenemos necesidad de esta Europa espiritual, de Movimientos espirituales que hagan tangible esta Europa. Tenemos necesidad de Comunidades que superen las fronteras de los pueblos y de las naciones: la de hoy es una piedra angular en este camino”.
El proceso de reconciliación y el sueño de una Europa unida surgió precisamente de los escombros de un conflicto: la Segunda Guerra Mundial. Lo recuerda el pastor evangélico Aschoff de la Renovación Carismática de la Iglesia Evangélica y el historiador Andrea Riccardi. Romano Prodi, se remonta a la visión de Schuman, De Gasperi y Adenauer y a los primeros pasos marcados con el tratado del carbón y el acero de 1951; después, el euro y la Constitución en curso. Recuerda Prodi que los grandes padres se nutrieron de la fe para construir Europa. También hoy -dice- los cristianos están llamados a “aportar su creatividad”, “para que Europa crezca no como una fortaleza, sino como un sujeto político que tiene un alma y hace de la paz y de la justicia su identidad y su vocación”. “De esta alma, ustedes son un componente esencial”.
Es una visión de Europa iluminada con la luz de los carismas suscitados por el Espíritu a lo largo de los siglos. “Detrás de estos rostros, dice Andrea Riccardi, hay corazones regenerados por el Evangelio”. Ante la falta de “empuje de Europa”, estos rostros ofrecen “el gusto por el futuro”.
“Europa tiene necesidad de una nueva relación entre los hombres”, afirma Ulrich Parzany, pastor luterano, secretario general de la YMCA en Alemania y promotor de una vasta iniciativa de evangelización, Pro Christ. La palabra clave lanzada en Stuttgart es “fraternidad universal”, la aspiración más difundida, una fraternidad hecha posible por Jesús que “ha abatido los muros que separan a los iguales de los distintos, a los amigos de los enemigos, haciendo una revolución existencial, cultural y política”.
Una rica variedad de experiencias de vida ofrece auténticas semillas de renovación espiritual y social: desde la “aportación determinante” para la supervivencia de la Iglesia ortodoxa en Finlandia, ofrecida por el Movimiento de la Juventud Ortodoxa (ONL), a la experiencia de un joven de la Comunidad evangélica FCJG de Ludenscheid, que había pasado “de la oscuridad más densa del alma”, por culpa de la droga, al encuentro liberador con Cristo.
El iniciador de los cursos-Alpha, el anglicano Nicky Gumbel, habla de la transformación operada por el Evangelio en las 124 prisiones de Reino Unido, mientras Movimientos evangélicos, como Family Life Mission, y católicos como los Equipe Notre Dame, hablan de la renovación cristiana de la familia.
Resuena con fuerza la voz de los jóvenes. Testimonios, canciones y banderas en varios idiomas hablan de voluntad y compromiso en favor de una Europa capaz de perdonar, superando confines y apuntando hacia un mundo unido.
9.- Mensaje desde la fuerza transformadora del Evangelio
El Mensaje final, leído en alemán, italiano, francés e inglés, condensa el espíritu de Stuttgart 2004. Esta es la traducción ofrecida por la organización del encuentro:
En alemán: 1.- “Europa ha llegado a un momento decisivo para su existencia y su proyecto futuro: no puede limitarse a ser un mercado o una unión para la seguridad de sus ciudadanos. Se advierte que un nuevo hálito del amor de Dios sobre todos sus pueblos empuja a Europa a ser mucho más que eso.
Es el continente de la variedad y la belleza, y ha vivido momentos de esplendor y de crecimiento, pero también ha probado la amarga verdad que el hombre, si no hace referencia a valores profundos, se desarraiga de su humanidad y se manifiesta capaz de los peores males.
En el último siglo dos guerras mundiales, campos de concentración, Gulag, y en especial la Shoah, han sido testigos de las tinieblas que han cubierto nuestro continente y han influido dolorosamente sobre el resto del mundo. Y ahora marginaciones, injusticias, explotaciones y la llaga del terrorismo reclaman soluciones. Pero a pesar de todos estos males, hoy vemos con gratitud que se reafirma una Europa reconciliada, una Europa libre y democrática.
En italiano: 2.- Inspirados por la fuerza transformadora del Evangelio, estamos llamados a trabajar por un continente unido y variopinto.
Nosotros, que pertenecemos a más de 150 movimientos y grupos de distintas Iglesias y Comunidades cristianas, y hemos venido a Stuttgart desde todos los rincones del continente, queremos dar testimonio de la novedad de la creciente comunión entre nosotros, impulsada por el Espíritu Santo.
Esta comunión de vida es un ulterior fruto de las tradiciones culturales que, a la luz de la revelación judeo-cristiana, han edificado nuestro continente a lo largo de los siglos.
Ofrecemos esta comunión como una aportación a una Europa que sea capaz de responder a los desafíos de nuestro tiempo.
En francés: 3.- Los carismas, los dones de Dios, nos impulsan a seguir el camino de la fraternidad universal, que para nosotros es la vocación más profunda de Europa. Y la Jornada “Juntos por Europa” (Stuttgart, 8 de mayo de 2004) no es otra cosa que el amor evangélico vivido entre todos, que siempre hemos de renovar, empezando aquí y ahora.
La fraternidad es distribución de bienes y de recursos; igualdad y libertad para todas y para todos; conocimiento del patrimonio cultural común; apertura a quienes son portadores de otras culturas y tradiciones religiosas; amor solidario con los débiles y pobres de nuestras ciudades; profundo sentido de la familia; atención a la vida en toda su trayectoria natural; cuidado de la naturaleza y del ambiente; desarrollo armonioso de los medios de comunicación.
A través de esta fraternidad vivida, Europa misma se convierte en un mensaje de paz; una paz activa, que se construye cotidianamente, teniendo como base el perdón que se concede y se pide. Una paz que quiere construir puentes entre los pueblos, “globalizando” la solidaridad y la justicia.
En inglés: 4.- Este mensaje no quiere ser una simple afirmación de deseos, sino el testimonio de aquello que, aunque sea de manera incipiente, es ya una realidad entre nosotros. Nosotros, reunidos en Stuttgart y en conexión con encuentros paralelos en más de 150 ciudades del continente, queremos trabajar con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad para que Europa sea un espacio de amor y de fraternidad, que sea consciente de sus responsabilidades y que se manifieste abierta al mundo entero”.
Es el momento culminante. En el palco, decenas de representantes de los Movimientos y Comunidades que prepararon durante más de un año esta cita histórica. La aprobación es coral. Suben al palco también 50 obispos, de las distintas Iglesias. Con toda solemnidad leen los trechos clave del Testamento de Jesús: “que todos sean uno”. Sube también la Reina Fabiola de Bélgica que recita el Padre Nuestro. Y una curiosa anécdota. Como católica que es, por inercia y fuera de programa, le sale espontáneo también el Ave María. ¿Providencial?
10.- “Juntos por Europa” se propaga
150 ciudades de Europa estaban conectadas vía satélite con el estadio de Stuttgart. Varsovia, por ejemplo: “¡Emoción profunda, todos en pie, como en Stuttgart, ante el manifiesto final! ¡El alma de Europa! ¡Hoy la hemos visto, la hemos palpado!”.
Trento: “No sabíamos si estábamos a este lado o al otro de la pantalla”.
La capital de Lituania, Vilnius, que el 1 de mayo, junto a otros 9 países, acababa de celebrar su ingreso en la Unión Europea, no sin el recelo de muchos: “¡Nos hemos sentido transformados, reforzados! Este encuentro ha sido un signo de gran esperanza. En estos tiempos nos llega desde Europa, sobre todo, consumismo, moda, valores materiales. Hemos entendido que podemos ofrecer valores espirituales”.
Ginebra: Entre las personalidades presentes en la sede mundial del Consejo Ecuménico de las Iglesias, el Alto Comisario para los derechos humanos de la ONU, Marie-Francois Charrin dice: “Esta Europa unida con un alma, un corazón, dos pulmones, sanará las enormes llagas en los países en conflicto”.
Once ciudades celebran Stuttgart en España en el ámbito de unas Jornadas bien preparadas, convocadas y participadas, según los casos, por distintos Movimientos eclesiales y miembros de diferentes Iglesias: Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Vigo, Burgos, Murcia, Sevilla, Granada, Jerez de la Frontera, Palmas de Gran Canaria…La revista Ciudad Nueva dio buena cuenta de ello en su número especial 6/2004, pp.5-18.
El mensaje de Stuttgart llegó también a los otros continentes. Fueron 35 las ciudades conectadas. Buenos Aires: “¡También nosotros éramos miles! En pie, hemos unido nuestras manos para sellar este pacto”. Brasilia: “Todas las divisiones producidas en la historia de siglos nos parecían de cartón. Experimentamos que el hielo de los corazones se derrite con el amor”. Desde Man en Costa de Marfil se goza al ver una Europa abierta a todos los pueblos del mundo, especialmente hacia África. Y desde Singapur: “Las distancias se han anulado. Después de Europa se apunta ahora a la unidad del mundo entero”.
Este era efectivamente, el horizonte soñado desde Stuttgart: “Una Europa unida por un mundo unido”.
11.- ¡Sí a Dios, sí a nuestra unión, sí a Europa!
Juntos por Europa se repite en 2007. También esta vez, a la Manifestación le precede un congreso de 2.500 animadores y responsables de Movimientos y Comunidades, provenientes de 33 países. Bajo el lema “Juntos en camino”, se profundizan las bases comunes de esta experiencia de comunión. Hay que continuar lo iniciado en 2004.
El 12 de mayo, provenientes de más de 130 ciudades europeas, unos 8.000 miembros de 250 Comunidades y Movimientos católicos, evangélicos, ortodoxos y anglicanos llenan de nuevo el palacio de deportes de Stuttgart.
El saludo de la presidenta del gobierno alemán, Angela Merkel, dice ya la importancia de la iniciativa: “Con sus Movimientos, ustedes dan un rostro a la unidad de Europa.”
¡Qué signo tan elocuente de esperanza y simpatía la intervención de la joven evangélica Sarina Maerschel, del YMCA: “¡Nuestro ‘sí’ a Jesús, nuestro mutuo sí los unos a los otros, nos ha hecho capaces de pronunciar un ‘sí’ general a Europa! Y lo queremos repetir hoy aquí: ¡sí a la comunión con Dios, sí a la comunión entre nosotros y sí a nuestro testimonio común ante Europa!”.
Y en efecto, el mensaje final fue un “sí” en muchos tonos:
“…Sí a la vida, y nos comprometemos a defender su dignidad inviolable en todas sus fases, desde la concepción hasta su conclusión natural… Sí a la familia unida por un pacto indisoluble de amor entre hombre y mujer… Sí a la creación defendiendo la naturaleza y el ambiente… Sí a una economía equitativa, al servicio de cada persona y de toda la humanidad… Sí a la solidaridad con los pobres y los marginados de cerca y de lejos… Sí a la paz, y nos comprometemos a que, en las situaciones de conflicto, se puedan alcanzar acuerdos y reconciliación mediante el diálogo… Sí al compromiso con toda la sociedad, y trabajamos para que las ciudades, con la participación de todos, se conviertan en lugares de solidaridad y de acogida para personas de orígenes y culturas diferentes…”
No son puntos programáticos. Son indicaciones para desarrollar cuanto ya se vive en distintos países de Europa. Da fe de ello el abanico de experiencias, historias personales e iniciativas que muestran la fuerza renovadora del Evangelio vivido. En la familia: Se puede resurgir de las inevitables crisis de pareja buscando en Dios la fuente del amor, como lo atestigua el matrimonio Volpini de los Equipos de Nuestra Señora (Équipes Nôtre Dame).
En la economía: El proyecto “Economía de Comunión” de los Focolares, propone una gestión de la empresa que destine parte de los beneficios a los necesitados y a sanar otras pobrezas tan graves como la falta de relaciones auténticas en el mundo laboral.
En el ámbito de la justicia y la paz: Europa tiene una deuda con África. Hace 50 años, cuando empezó el proceso de unificación, se tomó conciencia de ello. Ahora resultan impresionantes las realizaciones de la Comunidad de San Egidio en África en relación al SIDA, la educación y la mediación en favor de la paz.
En la ciudad: En la jungla de las grandes aglomeraciones urbanas se necesitan oasis de humanidad; entre otras muchas iniciativas, las “escuelas de paz” de YMCA, contra el acoso y la violencia en la escuela, que acogen a más de 1.000 chicos en un barrio de Munich.
Mientras en el escenario se presentan testimonios y propuestas ante los desafíos que plantea este mundo globalizado, en conexión vía satélite, se realizan, como en 2004, otras Jornadas simultáneas en 60 ciudades europeas.
Llegan mensajes de Benedicto XVI, del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, del arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, primado de la Iglesia de Inglaterra.
“Dios está juntando a su pueblo” habían sido en 2004 las palabras proféticas de Gerhard Pross, del YMCA de Alemania. Efectivamente, en tres años de comunión y de contactos, “se habían acortado distancias, había surgido la reconciliación, se habían dejado de lado la prepotencia y la vanidad”.
Para superar diferencias y encontrarse en unidad, Iglesias y pueblos deben “observar más de cerca el misterio de Dios uno y trino”, indica el teólogo alemán Bruder Franziscus de la Jesús-Bruderschaft. Para Franziscus, este acercamiento a Dios permite descubrir que en Él, que es Amor, diversidad y unidad van juntas.
Esta vez Chiara Lubich, ausente por razones de salud, envió su tema con los puntos fundamentales de una espiritualidad trinitaria: el amor a los demás que, al ser mutuo, permite la presencia de Jesús en la comunidad; el amor a Jesús Crucificado y Abandonado como fuente de toda unidad; la vida de la Palabra, y un amor especial al Espíritu Santo, cuyos dones se hacen presentes “cuando estamos unidos”.
Para el cardenal Kasper se trata “de un nuevo modo de ser Iglesia. En cierto sentido, el cristianismo empieza de nuevo. Los Movimientos deben anunciar que hay una perspectiva y una esperanza”.
12.- La “Europa fraterna”, desde París
En el año 2009 doce países, en Jornadas nacionales, repiten “Juntos por Europa”: Austria, Bélgica, Bulgaria, Croacia, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, Rusia, Eslovaquia, Eslovenia y Hungría.
Por citar sólo un ejemplo: París. En vísperas de las elecciones para el nuevo parlamento y de la Comisión de la UE, el 16 de mayo, más de 25 Comunidades y Movimientos cristianos franceses se comprometen a dar su contribución para construir esa “Europa del Espíritu”. La cita había sido preparada un año entero con un denso diálogo en 40 ciudades de Francia. La invitación se había dirigido a todos, creyentes y no creyentes, católicos, protestantes, ortodoxos, hombres y mujeres de buena voluntad. La única exigencia, ser constructores activos del continente.
Un millar de participantes. La Jornada se abre con la oración dirigida por Frére Alois Löser, responsable de la Comunidad de Taizé. Intervienen: Gérard Testard (Fondacio): “Los frutos de Juntos por Europa”; Andrea Riccardi: “Los desafíos de Europa”; la pastora Leila Hamrat: “Las Bienaventuranzas para hoy”. Participan Jacques Barrot, vicepresidente de la Comisión Europea, y otras autoridades civiles y religiosas de Francia: Sylvie Goulard, presidente del Movimiento Europeo, el metropolita Emmanuel, presidente de la Asamblea de Obispos Ortodoxos, el pastor Claude Baty, presidente de la Federación Protestante, y el Cardenal Vingt-Trois, presidente de la Conferencia Episcopal.
Reflexiones, testimonios y mesas redondas… Todo para “testimoniar que una Europa de la fraternidad es posible”. Son puntos clave de esta “Europa fraterna”: el Evangelio y la alegría de las bienaventuranzas en un mundo de violencia; la sobriedad como estilo de vida; la justa distribución de las riquezas; la libertad para reaccionar ante la sociedad de consumo; la vuelta a lo esencial; la aceptación del otro; la búsqueda del bien común; la relación de Europa con los otros continentes; un nuevo modo de comprometerse junto con los más débiles…
“Tengamos en cuenta, avisa el pastor protestante Claude Baty, que nuestra concepción de los derechos del hombre no es tan universal como nosotros creemos”. El prior de Taizé recuerda: “La aportación original de los cristianos puede ser apoyar todas las peticiones de perdón”. Tres políticos de tendencias diferentes se expresan con entusiasmo: “Nuestro orgullo de europeos será responder con honor a la pregunta: ¿Qué has hecho de tu hermano?”
El mensaje final iba escrito en los foulards verdes que agitaban todos al término del encuentro: “El conocimiento recíproco de nuestros carismas, de nuestras diferencias y nuestras peculiaridades nos ha transformado…Creemos que la Europa de la fraternidad es una respuesta a los desafíos de nuestros tiempos”.
13.- ¿Y ahora? “Se hace camino al andar”
La trayectoria providencial de esta iniciativa ecuménica señala luminosamente el futuro. Pocos días antes de su muerte, Helmut Nicklas, de la Asociación evangélica de Jóvenes Cristianos, bien conocido ya por su implicación en la causa, había dicho: “Hemos vivido grandes momentos, realmente históricos. Son como señales de tráfico que nos indican el camino también para el futuro. Tenemos que ser fieles a lo que Dios nos ha concedido vivir y debemos contar a los demás esta historia”. Efectivamente, las distintas etapas del camino recorrido manifestaban ya las características del espíritu que deberá animar “Juntos por Europa” en el futuro. Así lo han entendido sus organizadores:
– “La partitura está escrita en el cielo”. Lo primero, por tanto, sería escuchar siempre juntos al Espíritu Santo sin pretender organizar o programar demasiado esa comunión entre Movimientos y Comunidades. Como dijo el poeta: “Se hace camino al andar”. “A Dios hay que seguirle, no precederle”, repetía siempre Chiara Lubich. La comunión ha de tener un fin muy claro: llevar juntos a Europa la presencia de Jesús que ha prometido: “Donde dos o tres está reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Es Él quien dará el alma cristiana a Europa.
– Vivir reconciliados: perdonar y pedir perdón. En las relaciones personales, entre Movimientos y Comunidades, y entre las Iglesias. Esto ayudará a superar prejuicios y a abrir alma y corazón para acoger la experiencia de Dios que hacen los demás.
– Los carismas que Dios ha confiado a cada uno de los Movimientos y Comunidades son una respuesta a las necesidades de nuestro tiempo. Cada Movimiento proyecta una luz que proviene del Espíritu Santo como respuesta a una noche particular. Pablo (1Cor 12,4-24) describe cómo debe ser la relación entre carismas para hacer visible a Cristo. No importa, por eso, la grandeza o la extensión de un Movimiento sino el hecho de poseer un carisma y establecer lazos de comunión con los demás.
– El fundamento de la comunión entre Movimientos y Comunidades es el pacto de amor mutuo, según el mandamiento nuevo de Jesús (Jn 13,34). Este amor sabe poner de relieve el carisma de los demás Movimientos y está dispuesto a posponer las propias ideas en beneficio de la unidad y la colaboración. “Juntos por Europa” no será una unidad organizativa ni una nueva estructura sino una comunión de amigos en Cristo. La colaboración recíproca parte del presupuesto que cada Movimiento es fiel a sí mismo, a su propio fundador y a su propia vocación.
– Esta comunión, que se quiere desarrollar cada vez más, tiene un carácter laico, desea contribuir a la plena y visible comunión entre las Iglesias, y pretende incidir en las decisiones políticas europeas. Se puede colaborar en proyectos promovidos por cada uno de los Movimientos y por un tiempo determinado. La colaboración se produce libremente y según la disponibilidad propia de cada Movimiento.
Conclusión
El agustino Manuel Morales finaliza su artículo con una invocación:
¡Bendita “Europa del Espíritu”! “Despertar las fuerzas espirituales” de la sociedad ha sido siempre tarea de cristianos (BENEDICTO XVI. Deus Charitas est, 28). Repasando la historia de “Juntos por Europa”, viene a la mente la frase famosa de la Carta a Diogneto (V, 6): “Lo que es el alma para el cuerpo, eso son en el mundo los cristianos”. “La Iglesia es una fuerza espiritual. Tiene su forma social y de organización, pero, en lo esencial, es una fuente y suministra una fuerza que el Estado no puede obtener por sí mismo. Hay una frase de Böchenförde que se ha hecho famosa: la sociedad democrática vive de unas fuerzas que ella misma no puede generar” (J. RATZINGER. La sal de la tierra. Una conversación con Peter Seewald. Ed. Palabra. Madrid 2006, p.296).
Para el mes de mayo de 2012 está prevista la tercera gran manifestación ecuménica europea en Bruselas. Cristianos de muy diversas tendencias religiosas convergen en demandar contenidos de valores inspirados en el humanismo cristiano para Europa. ¿Renace la democracia cristiana europea? ¿Nos encontramos ante un movimiento de futuro que marcará nuevas tendencias en el modo de estar de las religiones en Europa? Solo el tiempo podrá darnos alguna respuesta.
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