Las palomas pueden aprender a distinguir palabras reales de las que no lo son a partir del procesamiento visual de combinaciones de letras, ha revelado una investigación de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, y de la Universidad del Ruhr en Alemania.
Los autores del estudio hallaron que el rendimiento de las palomas estaba a la par que otros rendimientos constatados previamente en babuinos, para este tipo de tarea compleja, informa la Universidad de Otago en un comunicado. Este trabajo es el primero que halla habilidades ortográficas en una especie no primate.
En el experimento realizado, las palomas fueron entrenadas para picotear palabras de cuatro letras en inglés cuando estas aparecían en una pantalla o, en su lugar, para picotear un símbolo cuando lo que se veía en pantalla era un conjunto de letras que no formabab una palabra, por ejemplo,»URSP».
Los investigadores fueron añadiendo palabras, de una en una, para las cuatro palomas que se usaron para el estudio, hasta que estas alcanzaron un «vocabulario» de entre 26 y 58 palabras y más de 8.000 no-palabras.
Para comprobar que las palomas estaban aprendiendo a distinguir las palabras de las sílabas sin sentido, en lugar de simplemente memorizarlas, los investigadores introdujeron además palabras que las aves jamás habían visto antes.
Resultados obtenidos
Así fue como se comprobó que las palomas identificaban correctamente las nuevas palabras como palabras (y no como conjunto sin sentido de letras) a un ritmo significativamente superior al que cabría esperar del mero azar.
Según el primer autor del estudio, el Dr. Damian Scarf, del Departamento de Psicología de la Universidad de Otago, las palomas presentaron más probabilidad de asociar ciertos bigramas (grupos de dos letras, dos sílabas, o dos palabras), como “EN” o “AL” con palabras reales.
El profesor Onur Gunturkun, otro de los autores del estudio, en este caso del Departamento de Biopsicología de la Universidad del Ruhr, afirma que la capacidad de procesamiento ortográfico de las palomas es asombrosa, sobre todo si se tiene en cuenta que estas aves están separadas del ser humano por 300 millones de años de evolución y además tienen una arquitectura cerebral muy distinta a la nuestra.
Otro de los autores del estudio, el profesor Michael Colombo del Departamento de Psicología de Otago, señala que, en consecuencia, es posible que se tenga que repensar seriamente el uso del término ‘inferior’ cuando se habla del cerebro de las aves con respecto al nuestro.
Referencia bibliográfica:
Damian Scarfa, et al. Orthographic processing in pigeons (Columba livia). PNAS (2016). DOI:10.1073/pnas.1607870113.
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