Un equipo internacional de investigadores ha demostrado que el cerebro de los bebés es más eficaz cuando escucha las sílabas más frecuentes del idioma.
Como explican en un trabajo publicado en PNAS, el equipo pretendía determinar si las estructuras silábicas han sido moldeadas por procesos culturales o por limitaciones lingüísticas innatas.
Para ello, los autores monitorizaron – mediante una técnica llamada espectroscopía del infrarrojo cercano – la actividad cerebral de 72 recién nacidos de entre dos y cinco días mientras escuchaban varios tipos de sílabas.
Con este método se midió el flujo de oxígeno en el lóbulo temporal y las áreas perisilvianas de ambos hemisferios del cerebro –encargadas de procesar el lenguaje según estudios anteriores del Escuela de Estudios Avanzados de Trieste (Italia)–.
El experimento reveló que las concentraciones de oxígeno en estas zonas eran menores cuando los bebés escuchaban silabas más comunes.
“Hay construcciones como blif que resultan ser mucho más numerosas que otras como bdif y lbif. Estas diferencias en el procesamiento cerebral tienen que ver con una mayor eficacia al escuchar fonemas como blif”, aclara a Sinc David M. Gómez, uno de los autores del estudio y científico en la Universidad de Chile.
Según los investigadores, haber trabajado con neonatos demuestra que el grado de experiencia lingüística no explica por qué ciertas palabras son más frecuentes que otras.
“Cuando el bebé se encuentra en la tripa de la madre es, alegóricamente, como si uno tratara de escuchar una conversación en una habitación ruidosa y con una pared de por medio. Se distinguen entonaciones, emociones, el ritmo del hablante; pero de ahí a distinguir exactamente qué dice cada persona hay un gran trecho”, indica Gómez.
Un patrón desde que nacemos
Los autores afirman que diferentes lenguajes parecen compartir las mismas restricciones fonéticas. De hecho, existe un patrón de construcción silábica universal que se rige por el Sonority Sequencing Principle, que describe la estructura de las sílabas en términos de sonoridad.
“Actualmente hay un gran debate sobre si existe una base de conocimiento lingüístico que sea común e innata a todos los seres humanos. En términos coloquiales, uno podría decir que la pregunta es ‘si el lenguaje nace o se hace’”, apunta Gómez.
“En este contexto, el estudio apunta en esa dirección: los seres humanos compartimos ciertas tendencias relacionadas con el lenguaje desde el nacimiento”, concluye.
Referencia bibliográfica:
David M. Gómez et al. Language universals at birth. PNAS (2014).
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