Dos monedas de céntimo pueden ser consideradas lo mismo: ambos son céntimos, al igual que dos elefantes pueden considerarse lo mismo, ya que ambos son elefantes. A pesar de la gran diferencia entre los céntimos y los elefantes, nos damos cuenta fácilmente de la relación común de identidad que se mantiene para ambos pares.
La capacidad analógica -la capacidad de ver las relaciones comunes entre objetos, eventos o ideas – es una habilidad clave que subyace en la inteligencia humana y diferencia a los humanos de otros simios.
Si bien existe considerable evidencia de que los preescolares pueden aprender relaciones abstractas, sigue siendo una cuestión abierta si los niños más pequeños pueden también. En un nuevo estudio de la Universidad Northwestern (Illinois, EE.UU.), los investigadores encontraron que los niños son capaces de aprender las relaciones abstractas de igual y diferente después de sólo unos pocos ejemplos.
«Esto sugiere que una habilidad crucial para la inteligencia humana está presente desde muy temprano en el desarrollo humano, y que las habilidades lingüísticas no son necesarias para el aprendizaje de relaciones abstractas», dice la autora principal Alissa Ferry, que condujo la investigación, en la información de Northwestern.
Para rastrear los orígenes del pensamiento relacional en los bebés, los investigadores probaron si los bebés de 7 meses de edad podían entender la relación abstracta más simple y básica, la de igualdad y diferencia entre dos cosas. Se mostró a los recién nacidos pares de artículos que eran o bien el mismo -dos muñecos de Elmo, de Barrio Sésamo– o diferentes -un Elmo y un camello de juguete- hasta que su tiempo de atención caía.
Los estudios con niños tan pequeños se basan en el tiempo de observación. Los bebés no pueden decirnos lo que esperan que suceda, por lo que se recurre al tiempo de observación como una manera de llegar a las expectativas de los bebés. Las cosas que son normales o previstas son relativamente aburridas y los bebés rápidamente apartan la mirada; sin embargo, las cosas que son inusuales o inesperadas, son interesantes y los bebés tienden a pasar más tiempo mirando a lo novedoso.
Resultados
En la fase de prueba, los niños miraban más tiempo a los pares cuando mostraban una relación nueva. Es decir, los niños que habían aprendido la relación de igualdad miraban más tiempo a los pares que mostraban la relación de diferencia, y viceversa. Esto sugiere que los niños habían codificado la relación abstracta y detectaban cuándo cambiaba la relación.
«Encontramos que los niños son capaces de aprender estas relaciones», dice Ferry, que ahora está haciendo una investigación post-doctoral en la Escuela Internacional de Estudios Avanzados en Italia. «Además, los bebés presentan los mismos patrones de aprendizaje que los niños mayores y los adultos: el aprendizaje de relaciones mejora viendo varios ejemplos de la relación y empeora cuando la atención se centra en los objetos individuales que componen la relación.»
Susan Hespos, co-autora del estudio y profesora de psicología en Northwestern, añade: «Se demuestra que los bebés pueden formar relaciones abstractas antes de aprender las palabras que describen las relaciones, lo que significa que el aprendizaje relacional en los seres humanos no requiere de lenguaje y es una habilidad humana fundamental por sí misma».
Dedre Gentner, co-autora del estudio y profesora también de psicología, señala: «Los recién nacidos de nuestro estudio fueron capaces de formar una relación abstracta de igualdad o diferencia después de ver sólo 6-9 ejemplos. Parece que el aprendizaje relacional es algo en lo que los seres humanos, incluso los seres humanos muy pequeños, son mucho mejores que otros primates».
Por ejemplo, señaló que en un estudio reciente utilizando babuinos, los animales que tuvieron éxito en aprender estas relaciones requirieron más de 15.000 ensayos.
Situaciones complejas
Otro estudio, publicado hace unos meses por la Universidad de Missouri, muestra que los bebés son capaces también de analizar situaciones complejas, como aquellas en las que la información que tienen los protagonistas es asimétricas.
Por ejemplo: Si A es amigo de B, y B pega a C, el comportamiento de A debería ser distinto, dependiendo de si sabe o no que B ha pegado a C. Los bebés de un año son capaces de inferir cuál es el comportamiento lógico de A en cada caso, según la investigación.
Referencia bibliográfica:
Alissa L. Ferry, Susan J. Hespos, Dedre Gentner: Prelinguistic Relational Concepts: Investigating Analogical Processing in Infants. Child Development (2015). DOI: 10.1111/cdev.12381
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