Desde hace años, uno de los fundamentos del estudio humano es averiguar aquello que nos diferencia del resto de animales. La visión antropocéntrica de que la inteligencia y la capacidad cognitiva eran algo único y propio se ha ido diluyendo con el descubrimiento de habilidades similares a las nuestras en otras especies. Entre ellos, siempre han destacado los hallazgos referentes a los primates más cercanos a nosotros en el árbol de la evolución.
Ahora esos hallazgos se han reafirmado por enésima vez. Un equipo de investigadores pertenecientes a las universidades de Yale y Harvard ha descubierto que el fuego es la única barrera que impide a los chimpancés cocinar.
El estudio, realizado por Felix Warneken, profesor asociado John L. Loeb de Ciencias Sociales en Harvard, y Alexandra Rosati, estudiante de posdoctorado en el Departamento de Psicología de Yale (que se unirá como profesora asociada al Departamento de Biología Evolutiva Humana en Harvard), parece indicar que seres humanos y chimpancés comparten las capacidades cognitivas necesarias para cocinar alimentos.
En una serie de experimentos, Warneken y Rosati pudieron comprobar algunas conductas que esperaban a raíz de los resultados de otros estudios, como el hecho de que los chimpancés prefirieran la comida cocinada antes que la cruda. Otras respuestas, sin embargo, resultaron bastante más sorprendentes para los investigadores, que no esperaban que los primates comprendieran con rapidez el proceso para cocinar alimentos, que fueran capaces de llevarlo a cabo por sí mismos, y que pudieran tomar decisiones en previsión de un futuro próximo.
Un aprendizaje progresivo
Las pruebas comenzaron en verano de 2011, y se desarrollaron entre aquel momento y el verano del siguiente año, en el Santuario de Chimpancés Tchimpounga del Instituto Jane Goodall en Congo Brazzaville. Los sujetos de estudio fueron chimpancés nacidos en estado salvaje, para poder así comprobar si animales no influenciados por conductas humanas podían desarrollar esas capacidades cognitivas necesarias para cocinar.
En primer lugar, se les ofrecieron alimentos (patatas) tanto crudos como cocinados sin ningún tipo de especia o añadido. Los investigadores pudieron confirmar lo que ya se suponía: que los chimpancés preferían los alimentos ya cocinados.
El siguiente paso demostró que, ante dos dispositivos (uno que cocinaba los alimentos y otro que los dejaba sin transformar), los chimpancés aprendieron en seguida a elegir la comida que cocinaba el primer dispositivo; no solo eso, sino que cuando se les ofreció comida para que ellos la introdujeran en el dispositivo, la mitad de ellos la cocinaron por sí mismos.
“Es algo impresionante, pues cuando un chimpancé tiene comida, tiende a comérsela”, afirma Warneken, en base a estudios que afirman que los animales tienen problemas de auto-control con respecto a la comida. “Al principio pensamos que uno de los chimpancés era un genio”, explica Rosati, “pero luego la mitad de ellos actuaron de la misma manera”.
Superada la prueba de poder cocinar alimentos, los siguientes experimentos demostraron que podían distinguir entre algo que se tenía que cocinar y algo que no (una zanahoria sí, pero no un trozo de madera) y que tomaban la decisión de desplazar la comida unos metros para llevarla hasta el dispositivo que les permitiría cocinarla.
El resultado del último experimento fue quizás el más sorprendente. Los animales recibieron primero la comida, y tres minutos más tarde la visita de Warneken con el dispositivo para cocinar. Aunque al principio los chimpancés comían todo lo que se les daba, poco a poco fueron guardando parte de los alimentos para cocinarlos cuando llegara el investigador, y dos de los animales esperaron para poder cocinar toda la comida.
Con estos experimentos, que se unen a los estudios de la conducta de los chimpancés en la naturaleza, Rosati cree que se demuestra que “incluso antes de dominar el fuego los primeros homínidos ya entendían sus beneficios, y podían razonar los resultados de poner comida sobre ese fuego”.
Herramientas para la evolución
Hasta ahora, los estudios seguían el camino inverso: del fuego a la capacidad para cocinar. En cualquier caso, los resultados coincidían en afirmar la importancia que tienen los alimentos cocinados en el desarrollo de la evolución humana, al conseguir una fuente de alimento más fácil de ingerir y conservar.
La cocina no es, por supuesto, la única herramienta evolutiva destacable en los humanos, ni tampoco la única que comparten con los chimpancés. Desde los primeros trabajos de Jane Goodall en los años 60, se ha descubierto que no solo usan herramientas físicas naturales, sino que modifican estas para servir a sus necesidades. También muestran una enorme complejidad en sus relaciones sociales, y desarrollan estrategias de caza muy avanzadas.
La unión a esas capacidades de las habilidades cognitivas para planear el futuro cercano y cocinar supone un apoyo enorme al estudio evolutivo del propio ser humano. “Comparar la evidencia psicológica puede decirnos mucho sobre nuestro pasado evolutivo”, afirma Rosati, “y este estudio sugiere que la cocina apareció de manera temprana en la evolución humana, pues las capacidades cognitivas estaban ahí, y bastaba con controlar el fuego”.
Referencia bibliográfica:
Felix Warneken y Alexandra G. Rosati. Cognitive capacities for cooking in chimpanzees. Proceedings of the Royal Society B (2015). DOI: 10.1098/rspb.2015.0229.
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