Una nueva amenaza emerge de los gélidos fiordos distribuidos por las latitudes altas de los dos hemisferios terrestres: las montañas de estos valles tallados por la acción de los glaciares se están desmoronando por efecto del calentamiento global.
La capa de suelo permanentemente congelado (permafrost) que mantiene unidas a estas montañas está perdiendo masa helada, aumentado el riesgo de un gran deslizamiento de tierra que podría causar catastróficos tsunamis en diferentes partes del mundo.
Los fiordos, que por lo general son estrechos y se encuentran rodeados por empinadas montañas que nacen bajo el nivel del mar, están expuestos a esta potencial amenaza porque los glaciares que los han formado y sostienen sus montañas pierden cada año 335.000 millones de toneladas de hielo, según advirtió el año pasado la revista Nature.
Atención a Alaska
La evidencia más clara de este peligro está en torno al fiordo Barry Arm, situado en Prince William Sound, a unos 97 kilómetros al este de Anchorage, la ciudad más poblada de Alaska (USA).
El pasado mayo, un grupo de científicos alertó en una carta abierta al Departamento de Recursos Naturales de Alaska (ADNR) de este peligro, que calculan puede ocurrir, bien en 20 años, o bien en 12 meses.
Las temperaturas cada vez más cálidas están provocando la retirada del glaciar sobre el que descansa una pendiente de 1,6 kilómetros de uno de los flancos del fiordo, según estos científicos.
Aunque este deslizamiento se inició a principios del siglo XX y se aceleró hace diez años, su verdadera dimensión solo se descubrió este año tras analizar fotografías de satélite, haciendo saltar todas las alarmas.
En cualquier momento
En la actualidad, una tercera parte de esa pendiente está soportada por el glaciar: los científicos consideran que el eventual colapso de este soporte de hielo podría precipitarse en cualquier momento por un terremoto (Alaska se encuentra entre las áreas más propensas a terremotos del planeta).
También podría precipitarse por una fuerte lluvia o una ola de calor: en ambos casos, el agua aumenta la probabilidad de que la tierra sea arrastrada cuesta abajo por la gravedad.
En caso de que esto ocurra, un modelo informático calculó que caerían al mar alrededor de 500 millones de metros cúbicos de roca y tierra procedentes de la montaña, provocando un tsunami con olas de más de 100 metros de altura.
La doctora Chunli Dai, investigadora del Centro de Investigación Polar y Climática Byrd de la Universidad Estatal de Ohio, estima que todavía será peor: el colapso liberaría dieciséis veces más escombros y once veces más energía que el deslizamiento de tierra de Alaska ocurrido hace más de 60 años en la bahía de Lituya.
Antecedentes preocupantes
En 1958, un terremoto seguido de un deslizamiento de tierras en la bahía Lituya, al sureste de Alaska, provocó olas de 523 metros de altura, el tsunami más grande de todos los tiempos. Arrasó todos los árboles y la vegetación que encontró a su paso y desaparecieron considerables tramos de tierra próximos a la costa.
En 2015 ocurrió algo similar: colapsó una pendiente del fiordo de Taan en Alaska y generó un tsunami que arrasó bosques con olas de casi 200 metros de altura.
Los autores de la carta abierta, pertenecientes a 14 organizaciones e instituciones, incluidas la Universidad Estatal de Ohio, la Universidad del Sur de California y los campus de Anchorage y Fairbanks de la Universidad de Alaska, consideran que un deslizamiento similar puede ocurrir en cualquier momento en el fiordo Barry Arm debido a una serie de posibles desencadenantes imprevisibles.
La alerta científica ha intensificado el seguimiento de la evolución del hielo que contiene a la montaña amenazada, con la finalidad de anticipar posibles peligros y de adoptar medidas de salvaguardia para la población.
Estar preparados
Las autoridades de Alaska señalan al respecto que los análisis de la situación, realizados después de la alerta científica, no han apreciado movimientos significativos de las masas de tierra en la pendiente, a pesar de lo cual señalan la necesidad de estar preparados para un tsunami que afectaría a Prince William, así como a Valdez, Cordova, Tatitlek y Chenega.
El modelo informático desarrollado por los científicos, considera que el eventual colapso sería repentino y que se extendería con rapidez por todo el estrecho de Prince William y por diversas bahías y fiordos lejanos, desconociéndose se tendría un efecto multiplicador en otras regiones de Alaska.
Riesgo global
Analizando este proceso, la Universidad de Columbia advierte en su blog GlacierHub de la dimensión universal de la crisis del fiordo Barry Arm: es realmente algo aterrador, señala.
Añade que hasta ahora el riesgo de grandes tsunamis ha estado asociado a volcanes, como es el caso de la amenaza de Cumbre Vieja, en la isla canaria de La Palma, pero que ahora los científicos deben mirar con la misma preocupación a los glaciares de todo el mundo (la mayoría están en la Antártida) por el riesgo potencial que representan para amplias zonas del planeta.
Hasta ahora los científicos solo han comenzado a estudiar las conexiones entre el retroceso de los glaciares y los tsunamis provocados por deslizamientos de tierra en las últimas décadas. A la vista de lo que pasa en Alaska, temen un fuerte aumento de este tipo de peligro a medida que se retiran más y más glaciares.
Referencia
A recently discovered unstable slope in Barry Arm could lead to alandslide-generated tsunami. Alaska Department of Natural Resources (2020).
Foto: El escenario del posible deslizamiento en la montaña del fiordo Barry Arm de Alaska. Crédito: Valisa Higman, diciembre 2019. NASA.
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