Ébola, Nipah, Hendra, Marburgo, MERS y SARS. También otros, como la rabia, podrían incluirse aquí. Estos virus, causantes de graves enfermedades en humanos, tienen una característica común: proceden de los murciélagos.
Los quirópteros, además de las ya mencionadas, se han posicionado también como el origen de los virus del sarampión, paperas y hepatitis C.
En su inicio, con el Covid-19, los murciélagos entraron en la lista negra de posibles animales de los que procedía el nuevo virus.
Posteriores análisis genéticos parecen dar la razón a esta idea, ya que se ha determinado un alto parentesco entre dos coronavirus aislados de murciélago en 2018 y el culpable del actual brote.
Esto no indica, necesariamente, que el virus saltase a humanos directamente de un murciélago, sino que su origen muy probablemente esté en estos animales.
De ellos podría haber saltado a cualquier otro animal, como ocurrió con brotes de SARS y MERS, en los que el virus pasó por civetas y camellos, respectivamente, antes de llegar a los humanos.
Ideas falsas
Pero, ¿por qué los murciélagos tienen tantos virus capaces de dar enfermedades humanas?
En la “sabiduría” popular están grabadas algunas ideas falsas sobre por qué los murciélagos son tan propensos a tener virus potencialmente infecciosos para humanos.
Algunas tan absurdas como que, al dormir boca abajo, expulsan sus deyecciones sobre su propio cuerpo, lo que les hace estar muy sucios (algo falso). Sin embargo, la realidad es bastante diferente.
Los murciélagos son el único grupo de mamíferos voladores. Una capacidad que les permite desplazarse a mayores distancias con gran independencia de los terrenos y en un tiempo menor.
Esta aparente ventaja también tiene un componente negativo: entran en contacto con un gran número de animales, pudiendo saltar nuevos virus a sus poblaciones.
Más murciélagos, más virus
Acorde con esto hay que prestar especial atención a sus números: en el mundo hay más de 1.200 especies de quirópteros, un 20% del total de mamíferos.
Algunas especies de este numeroso grupo forman colonias de hasta millones de individuos, como el murciélago cola de ratón (Tadarida brasiliensis), de quien se ha observado una colonia de unos 20 millones de miembros.
Un extenso rango de movimiento, amplia variabilidad de especies y un número de individuos tan grande, suponen una gran cantidad de virus que se mantienen en las colonias.
Esta teoría se complementa con estudios observacionales, puesto que en las heces de diferentes especies se están detectando un gran número de virus.
Muchos de estos agentes descubiertos son nuevos para la ciencia pero, lo realmente relevante, es que muchos de los virus encontrados están muy relacionados con otros capaces de infectar a mamíferos.
Además, se han detectado virus de plantas, insectos y bacterias. Aunque estos últimos virus no puedan infectar a los murciélagos, queda claro que su gran rango de movimiento y sus números facilitan la dispersión de enfermedades a lo largo de grandes áreas.
Inmunidad particular
Pero hay algo en los murciélagos que los hace únicos a este respecto. Los roedores, por ejemplo, también pueden alcanzar tamaños poblacionales similares e incluso mayores, pero no tienen tal diversidad de virus. La diferencia puede residir en el sistema inmunitario de los murciélagos.
Los quirópteros parecen haber desarrollado una gran tolerancia contra infecciones virales de muchos tipos. Cada individuo puede tener varias infecciones de virus al mismo tiempo, sin presentar mayores problemas.
Al no provocar daños, las infecciones no matan ni ralentizan al infectado, pudiendo seguir infectando a nuevos individuos.
También, como sus colonias presentan un gran número de miembros, es muy probable que aparezcan murciélagos jóvenes con un sistema inmunitario aún ajeno a ese virus, favoreciendo su infección y la permanencia del virus en el grupo, antes de que haya una inmunidad muy amplia.
Cercanos a los humanos
La capacidad de los murciélagos para asimilar y expandir virus se ve complementada por el estilo de vida humano. Nuestro contacto con ellos es bastante habitual. Están presentes en todos los continentes y muchas especies se han adaptado muy bien a entornos urbanos.
En muchos lugares se utiliza el guano de murciélago, con gran carga viral, como abono para cultivos. También hay quien los mantiene como mascotas y, en otras partes, incluso llegan a comérselos.
Al expandirse las ciudades y eliminar sus ecosistemas, un mayor número tenderá a urbanizarse.
Aparte de suponer un contacto más cercano con las personas, si el animal no está con sus condiciones naturales adecuadas aumentará su estrés, lo que facilita la reproducción y dispersión de los virus que tengan.
No sólo podrá llegar el virus a humanos, sino a toda la serie de animales domésticos y urbanos que están en un contacto más estrecho con nosotros.
Almacenes de virus
Por lo tanto, estas actuaciones facilitarían la transmisión de virus potencialmente infecciosos para humanos ya no solo de forma directa, sino también a través de otros animales.
Los murciélagos se presentan como un gran almacén de virus. Entre sus especies circulan, sin provocarles a ellos grandes daños, múltiples virus de muy diversos orígenes y que pueden ser expulsados a cientos o miles de kilómetros de su lugar de procedencia.
Su fisiología y bioquímica, más parecida a la humana que otros animales voladores, hace que sus virus nos sean más cercanos. Y su tolerancia a los virus, aún por estudiar más ampliamente, parece hacerles capaces de aguantar numerosas infecciones a la vez.
Será necesario seguir estudiando la diversidad vírica de los quirópteros si queremos prever brotes y conocer mejor las enfermedades de los virus humanos actuales, y los que puedan llegar.
Hacer un comentario