Un reciente estudio ha demostrado que los padres no recuperan sus hábitos normales de sueño hasta pasados seis años desde el nacimiento de sus hijos. Los expertos inciden en la importancia de cuidar la calidad del sueño, ya que no descansar bien tiene efectos negativos para la salud.
La investigación fue dirigida por la investigadora Sakari Lemola, de la Universidad de Warwick (Inglaterra), quien reclutó especialistas del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW Berlín) y de la Universidad de Virginia Occidental, en Estados Unidos. Los datos se obtuvieron del Panel socioeconómico alemán (SOEP), un estudio longitudinal que recopila datos estadísticos de los hogares alemanes, realizando entrevistas anuales a los mismos sujetos durante décadas.
El equipo de Lemola analizó el sueño de 4.659 padres alemanes (2.541 mujeres y 2.118 hombres) que habían tenido su primer, segundo o tercer hijo entre 2008 y 2015.
«Varios estudios han revisado la asociación entre la duración del sueño y tener hijos», explica Kelly Sullivan, experta en sueño de la Universidad del Sur de Georgia (Estados Unidos), en Gizmodo. «Este estudio es particularmente informativo porque sigue sistemáticamente al mismo grupo de personas a lo largo del tiempo, evitando así muchas de las limitaciones con las que se encuentran otros diseños de estudios».
Las madres duermen menos
El nuevo estudio señala cómo disminuyen y se interrumpen los picos de sueño durante los primeros tres meses después del nacimiento de un niño, un momento difícil cuando los bebés están inquietos y necesitan atención casi constante.
Durante este período inicial, las madres del estudio indicaron que dormían una hora menos que antes, mientras que los padres dormían una media de 15 minutos menos. En los dos o tres meses siguientes, las madres obtuvieron 30 minutos adicionales de sueño, mientras que los padres se mantuvieron los tiempos anteriores.
Según Sullivan, «los problemas para dormir son comunes y prevalecen más entre las mujeres». El sueño satisfactorio en las progenitoras mejora a medida que pasa el tiempo, pero «no alcanza los niveles previos al embarazo incluso hasta seis años después del parto». Para entonces, las madres aún duermen 20 minutos menos que antes del embarazo.
Además, las madres que amamantaron también indicaron una leve disminución en la satisfacción del sueño en comparación con las madres que alimentaron con biberón a sus bebés. El sueño del padre no se vio afectado por la lactancia materna o la alimentación con biberón.
«Las madres, incluidas las trabajadoras, todavía tienen más responsabilidades de crianza en el hogar y pasan más tiempo en estas tareas en comparación con los padres en la mayoría de los países industrializados», justifican los autores.
Causas y consecuencias
«Las causas de la disminución a largo plazo en la satisfacción y la duración del sueño hasta seis años después del nacimiento pueden implicar cambios en las obligaciones, las tensiones y las preocupaciones relacionadas con el papel de los padres, incluso cuando los niños son mayores», describen los autores del estudio.
Sorprendentemente, factores como los ingresos o la crianza en pareja frente a los padres solteros no influyeron en los niveles de calidad del sueño. Sin embargo, los padres primerizos acusaron más la mala calidad del sueño respecto a los padres más experimentados.
Estos resultados deben tenerse en cuenta, ya que el sueño inadecuado está relacionado con ciertos problemas de salud. «Otros estudios han demostrado que el sueño insuficiente se asocia con un aumento de accidentes, problemas de concentración, mal rendimiento en el trabajo y en la escuela, y posiblemente, un aumento de peso y de enfermedades», explica Sullivan. La falta de sueño puede aumentar el riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares tanto para hombres como para mujeres.
Soluciones
En cuanto a lo que los padres pueden hacer para sobrellevar y protegerse del mal descanso, Sullivan señala que es importante tener en cuenta las necesidades de cada situación individual y familiar.
«Para los padres, las estrategias de control del estilo de vida pueden incluir la gestión del estrés, el ejercicio, pedir ayuda a familiares y amigos y buscar la orientación de profesionales como terapeutas o médicos cuando sea necesario», señala Sullivan.
También puede ayudar la reducción del consumo de cafeína, tener una rutina nocturna constante y relajante, mantener el dormitorio oscuro y reducir la exposición a pantallas brillantes, como como teléfonos móviles, tabletas y televisores, justo antes de la hora de dormir.
Referencia
Long-term effects of pregnancy and childbirth on sleep satisfaction and duration of first-time and experienced mothers and fathers. D. Richter et al. Sleep, 14 January 2019. DOI: https://doi.org/10.1093/sleep/zsz015.
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