Diminutos pelos que vibran pueden explicar cómo perciben e interpretan los abejorros las señales transmitidas por las flores, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bristol (Reino Unido).
Aunque se sabe que las flores se comunican con los polinizadores mediante el envío de señales eléctricas, cómo detectan las abejas estos campos ha sido un misterio -hasta ahora.
Usando un láser para medir las vibraciones, los investigadores encontraron que tanto la antena como los pelos de las abejas se desvían en respuesta a un campo eléctrico, pero los pelos se mueven más rápidamente y con desplazamientos mayores en general.
Luego, los investigadores analizaron el sistema nervioso de las abejas, encontrando que sólo los pelos alertaban al sistema nervioso de las abejas de esta señal.
Los resultados, publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), sugieren que electrorrecepción en los insectos puede ser generalizada.
La electrorrecepción puede surgir de que los pelos de las abejas son ligeros y rígidos, propiedades que les confieren un movimiento rígido tipo palanca, similar al de los pelos de las arañas y las antenas de los mosquitos, sensibles a nivel acústico.
Sensibles a pequeños campos eléctricos
Gregory Sutton, investigador de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Bristol, dirigió la investigación, y dice en la nota de prensa, publicada en EurekAlert!:
«Nos emocionó descubrir que los pelos minúsculos de las abejas bailan en respuesta a los campos eléctricos, igual que cuando los seres humanos sostienen un globo junto a su cabello. Una gran cantidad de insectos tiene pelos corporales similares, por lo que es posible que muchos miembros del mundo de los insectos sean igualmente sensibles a pequeños campos eléctricos».
Los científicos están particularmente interesados en comprender cómo perciben, reciben y transmiten las abejas las señales florales, dado que son polinizadores cruciales de los cultivos.
La investigación de estas relaciones ha puesto de manifiesto la coevolución de las flores y sus polinizadores, y ha dado lugar al desenmarañamiento de esta importante red, que mantiene verde nuestro planeta.
La electrorrecepción es común en los animales acuáticos. Por ejemplo, los tiburones están equipados con receptores sensibles, llenos de gelatina, que detectan las fluctuaciones de los campos eléctricos en el agua de mar, las cuales les ayudan a acercarse a su presa. La investigación fue financiada por el Consejo de Biotecnología e Investigación de las Ciencias Biológicas (BBSRC) y la Royal Society.
Referencia bibliográfica:
G. P. Sutton, D. Clarke, E. L. Morley, y D. Robert: Mechanosensory hairs in bumble bees (Bombus terrestris) detect weak electric fields. Proceedings of the National Academy of Sciences (2016).
Hacer un comentario