Los investigadores están convencidos de que los RNT deben ser analizados como potenciales desencadenantes de la demencia, así como de que hay que explorar herramientas psicológicas que puedan evitar su evolución.
La autora principal de este estudio, Natalie Marchant, afirma en un comunicado: “Ya se sabía que la depresión y la ansiedad en la mediana edad y la vejez son factores de riesgo para la demencia”.
Patrones de pensamiento
Pero Marchant apunta que han descubierto patrones de pensamiento que están implicados en la ansiedad y la depresión, que subyacen al desarrollo posterior de una demencia.
En el estudio, los sujetos fueron sometidos a un escáner cerebral mediante tomografía por emisión de positrones (PET), que medía los depósitos de tau y amiloide, dos proteínas conocidas por causar demencia, en concreto la enfermedad de Alzheimer, cuando se sedimentan y acumulan en zonas del cerebro.
Los datos desvelan que aquellos sujetos que presentaban patrones RNT altos, experimentaron mayor deterioro cognitivo en un plazo de cuatro años, acompañado de disminución de memoria. Igualmente, sus concentraciones de amiloide y tau eran más altas.
Marchant señala: «esperamos que nuestros hallazgos puedan usarse para tratar el riesgo de demencia de las personas, ayudándolas a reducir sus patrones de pensamiento negativo. Proponemos que el pensamiento negativo repetitivo puede ser un nuevo factor de riesgo para la demencia, ya que podría contribuir a la ella de forma única».
Gael Chételat, del INSERM y la Universidad de Caen-Normandie, coautor del estudio, añade: “nuestros pensamientos pueden tener un impacto biológico en nuestra salud física, que puede ser positivo o negativo. Las prácticas de entrenamiento mental, como la meditación, pueden ayudar a promover esquemas mentales positivos mientras se regulan los negativos. Cuidar la salud mental es importante, y debería ser una prioridad de salud pública, ya que no solo es capital para la salud y el bienestar de las personas a corto plazo, sino que también podría afectar a un posible riesgo de demencia”.
Marchant y Chételat creen que, si logramos reducir los RNT mediante el entrenamiento de la atención plena, la terapia de conversación dirigida, e incluso mediante la meditación, podemos disminuir el riesgo de padecer demencia.
Marchant concluye: “Tomado junto con otros estudios, que vinculan la depresión y la ansiedad con el riesgo de demencia, pensamos que los patrones de pensamientos negativos crónicos durante un largo período de tiempo puedan aumentar el riesgo de demencia. No creemos que la evidencia sugiera que los contratiempos a corto plazo aumentarían este riesgo».
Repetitive negative thinking is associated with amyloid, tau, and cognitive decline. Natalie L. Marchant et al. Alzheimer & Dementia, 07 June 2020. DOI: https://doi.org/10.1002/alz.12116
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