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Los recuerdos se pueden olvidar intencionadamente

Investigadores de EE.UU. han demostrado que se pueden olvidar recuerdos a propósito. En un experimento, mostraban imágenes de playas o montañas al tiempo que pedían a los participantes que recordaran u olvidaran una serie de palabras aleatorias. Al borrar las palabras, el cerebro borraba también el contexto asociado con las imágenes coetáneas.

Los recuerdos se pueden olvidar intencionadamente

El contexto juega un papel muy importante en nuestros recuerdos, buenos y malos. La canción de Bruce Springsteen Born to run en la radio del coche, por ejemplo, puede recordarle a su primer amor -o su primera multa por exceso de velocidad-.

Ahora, un estudio de exploración del cerebro dirigido por Dartmouth College y la Universidad de Princeton (EE.UU.) muestra que las personas pueden olvidar intencionadamente experiencias pasadas cambiando la forma en que piensan sobre el contexto de esas memorias.

Los resultados tienen varias posibles aplicaciones centradas en potenciar memorias deseadas, tales como el desarrollo de nuevas herramientas educativas, o la disminución de recuerdos nocivos, incluyendo tratamientos para el trastorno de estrés post-traumático. El estudio aparece en la revista Psychonomic Bulletin and Review, y resumido en EurekAlert!

Desde la antigua Grecia, los teóricos de la memoria han sabido que utilizamos el contexto -la situación en que estamos, incluyendo imágenes, sonidos, olores, dónde estamos, con quién estamos- para organizar y recuperar nuestra memoria. Sin embargo, el equipo del nuevo estudio quería saber si las personas pueden olvidar intencionadamente experiencias pasadas, y cómo

Diseñaron un experimento de resonancia magnética funcional (fMRI) para rastrear específicamente pensamientos relacionados con contextos de recuerdos, y dieron un nuevo giro a la clásica técnica de investigación psicológica de que los participantes memoricen y recuerden una lista de palabras no relacionadas.

En el nuevo estudio, los investigadores mostraron a los participantes imágenes de escenas al aire libre, tales como bosques, montañas y playas, mientras estudiaban dos listas de palabras aleatorias, y o bien tenían que olvidar o recordar la primera lista antes estudiar la segunda.

«Nuestra esperanza era que las imágenes sesgaran el fondo, o contexto, de los pensamientos que la gente tenía mientras estudiaban las palabras, para que incluyeran pensamientos relacionados con la escena», dice el autor principal Jeremy Manning, profesor asistente de ciencias psicológicas y del cerebro en Dartmouth.

«Se utilizó fMRI para realizar un seguimiento de la cantidad de gente que estaba pensando en cosas relacionadas con las escenas en cada momento del experimento. Eso nos permitió hacer un seguimiento, instante a instante, de cómo esas representaciones de escenas o contextos entraban o se desvanecían en los pensamientos de la gente a medida que pasaba el tiempo».

Olvidar y recordar

A los participantes en el estudio se les dijo que o bien olvidaran o bien recordaran las palabras al azar que se les presentaban intercaladas entre las imágenes. Justo después de que se les dijera que olvidaran, la fMRI mostró que «purgaban» de sus cerebros la actividad relacionada con la escena.

«Es como sacar intencionadamente del cerebro pensamientos sobre la comida que hacía la abuela si no se quiere pensar en la abuela en ese momento», dice Manning. «Hemos sido capaces de medir y cuantificar físicamente dicho proceso utilizando datos del cerebro.»

Pero cuando los investigadores dijeron a los participantes que recordaran la lista estudiada en lugar de olvidarla, no se produjo ese lavado de pensamientos relacionados con la escena. Además, la cantidad que pensamientos relacionados con la escena que expulsaban las personas predecía cuántas de las palabras estudiadas recordarían más tarde, lo que demuestra la eficacia del proceso a la hora de facilitar el olvido.

Consecuencias

El estudio tiene dos implicaciones importantes. «En primer lugar, los estudios de memoria se refieren habitualmente a cómo recordamos en lugar de a cómo olvidamos, y el olvido se ve normalmente como un «fracaso» en cierto sentido, pero a veces olvidar puede ser beneficioso, también», dice Manning. «Por ejemplo, podríamos querer olvidar un evento traumático, como los soldados con trastorno de estrés postraumático. O es posible que deseemos sacar información antigua de nuestra cabeza, de modo que podamos centrarnos en aprender nuevo material. Nuestro estudio ha identificado un mecanismo que apoya estos procesos.»

La segunda implicación es más sutil pero también es importante. «Es muy difícil identificar específicamente las representaciones neurales de la información contextual», dice Manning. «Cuando hablamos del contexto en el que se experimenta algo, nos estamos refiriendo realmente a los pensamientos enormemente complejos, aparentemente aleatorios, que se tuvieron durante esa experiencia. Esos pensamientos son presumiblemente idiosincrásicos a usted como individuo, y también son potencialmente únicos para ese momento específico. Por lo tanto, rastrear las representaciones neurales de esas cosas es extremadamente difícil.»

Por lo tanto, continúa, «no se puede entrenar directamente a un ordenador para que reconozca el aspecto del contexto en el cerebro, porque es un objetivo en constante movimiento y evolución. En nuestro estudio, hemos dejado de lado este problema utilizando una novedosa manipulación experimental: sesgamos a la gente para que incorporara imágenes a los pensamientos que tenían cuando estudiaban las nuevas palabras Dado que esas escenas eran comunes para todas las personas y en el mismo momento, pudimos utilizar fMRI para realizar un seguimiento de las representaciones mentales asociadas a cada momento».

Referencia bibliográfica:

Jeremy R. Manning, Justin C. Hulbert, Jamal Williams, Luis Piloto, Lili Sahakyan, Kenneth A. Norman: A neural signature of contextually mediated intentional forgetting. Psychonomic Bulletin & Review (2016). DOI: 10.3758/s13423-016-1024-7.

RedacciónT21

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