Científicos de la Universidad de California, en Santa Bárbara (Estados Unidos), han encontrado en el Gran Cañón del Colorado muestras de fósiles que podrían desafiar teorías hasta ahora aceptadas sobre los efectos de la glaciación “Tierra bola de nieve”.
La Tierra bola de nieve es una teoría paleoclimática que sostiene que durante el período Criogénico (que comenzó hace 850 millones de años) se dieron una o varias glaciaciones de escala global, durante las que la totalidad de los continentes y océanos de la Tierra quedaron cubiertos por una gruesa capa de hielo y alcanzaron temperaturas medias de -50ºC.
Los defensores de esta teoría sostienen que estas glaciaciones duraron una decena de millones de años, con un impacto tal sobre la biosfera que la vida estuvo cerca de desaparecer por completo de nuestro planeta. Pero quizá no fuera así.
Microfósiles del fondo del Gran Cañón
Casi todo el mundo sabe que el Gran Cañón es una escarpada garganta excavada por el río Colorado en el norte de Arizona, en Estados Unidos, y también que es una de las maravillas naturales del mundo. Pero, además, el Gran Cañón ha servido a los investigadores de la Universidad de California para encontrar pruebas fósiles que apuntarían en otra dirección a este respecto.
Según publica dicha universidad en un comunicado, analizando microfósiles hallados en las rocas del fondo de esta garganta, los científicos han conseguido desafiar la creencia de que en el periodo Criogénico se produjo una extinción casi total de la vida terrestre.
Esta creencia ha venido respaldada por el hecho de que las glaciaciones de entonces están asociadas con una importante disminución de la diversidad de restos fósiles, lo que sugiere una extinción masiva.
Sin embargo, los autores de la presente investigación encontraron pruebas en el fondo del Gran Cañón que sugieren que la reducción en la diversidad tuvo lugar, en realidad, 16 millones de años antes de lo que se creía.
Además, proponen una explicación alternativa sobre porqué se produjo, basada en el análisis de restos fósiles encontrados en el llamado Chuar Group (grupo Chuar), un lugar dentro del Gran Cañón cuyos estratos tienen una media de entre 825 y 1.000 millones de años, y están compuestos por distintas capas de minerales.
Acritarcos desaparecidos
Según explica la Universidad de California, el Chuar Group sería uno “de los mejores archivos de la época del Neopretozoico medio”. El Neopetrozoico comenzó hace 1.000 millones de años y es, por tanto, anterior a la Tierra Bola de Nieve. Dicho periodo se conserva como una especie de “instantánea” en los muros del Gran Cañón, señalan los científicos.
Concretamente, los investigadores descubrieron que en las rocas más bajas del Chuar Group había fósiles microscópicos denominados acritarcos, pero que dichos fósiles no aparecían en estratos superiores de dicho grupo.
Los acritarcos son pequeñas estructuras orgánicas fosilizadas, probablemente restos de organismos unicelulares marinos, especialmente de algas planctónicas, que se utilizan para fechar formaciones de roca. Se conocen acritarcos de una antigüedad de hasta 1.400 millones de años.
En lugar de estos pequeños fósiles, lo que los científicos encontraron en las capas más altas del Chuar Group fue una explosión de restos de bacterias que, según ellos, aparecerían en la época seguramente gracias a un aumento de los nutrientes en aguas superficiales.
Según explica Susannah Porter, una de las autoras de la investigación, sobre las razones de la extinción de los acritarcos, una o varias especies de fitoplacton monopolizaron, a expensas de otros, los nutrientes.
“Asimismo, el estallido de algas daría como resultado altos niveles de producción de materia orgánica, cuyas evidencias se encuentran en el alto contenido de carbono orgánico encontrado en las rocas superiores del Chuar Group. De hecho, el contenido de carbono orgánico es tan alto en esta zona que las compañías petrolíferas se están interesando en ella como fuente de petróleo y gas natural”.
Los altos niveles de materia orgánica, en definitiva, podrían haber ocasionado que los niveles de oxígeno en el agua se hayan agotado, dando lugar a extensas “zonas muertas”. Es decir, que la extinción de las formas de vida no sería debida a las glaciaciones sino a otras causas.
Rocas de 1.800 millones de años
Tal y como explican los autores de la investigación, que ha sido dirigida por Robin Nagy, en la revista Nature Geoscience, hasta ahora las reconstrucciones de la diversidad de los microorganismos del Precrámbico (periodo que empezó hace unos 4.600 millones de años y acabó hace 570 millones de años) sugerían que hubo una extinción masiva de formas de vida en coincidencia con las glaciaciones del Neopretozoico.
Esta extinción se consideraba la causa de la no existencia de restos fósiles de acritarcos de aquella época, y la aparición en su lugar de restos bacterianos. Sin embargo, afirman los científicos, la verdadera causa de la extinción masiva y su relación temporal exacta con las glaciaciones en realidad aún no está clara.
Los datos palaentológicos recogidos en el Chuar Group del Gran Cañón de Arizona podrían indicar que la pérdida de la diversidad ocurrió en realidad antes de la primera glaciación y, además, que podría estar relacionada con una causa diferente a los fríos extremos de la época: la eutrofización de las aguas superficiales que en aquel entonces llenaban el lugar estudiado.
Para la recopilación de todos estos datos, los investigadores tuvieron que lidiar con un sol extremo y altas temperaturas, serpientes de cascabel, escorpiones e incluso con el peligro de la deshidratación por las altas temperaturas. Para llegar a los lugares a los que necesitaban llegar tuvieron que viajar a pie, en helicóptero e incluso en balsa.
Gracias a su osadía, pudieron analizar las rocas más antiguas del Gran Cañón, que rodean el paso del río y que se formaron en las profundidades de la Tierra hace alrededor de 1.800 millones de años. Su apariencia, aseguran los científicos, es muy distinta a la de las rocas situadas encima de ellas.
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