En los últimos meses, se produjo un aumento sin precedentes de mujeres, niñas y niños que viajaron solos hasta la frontera sur de Estados Unidos para buscar la protección de este país. La gran mayoría huye de sus casas en los países centroamericanos de Honduras, El Salvador y Guatemala, y arriesgan sus vidas en viajes […]
Por Michelle Brané
SAN FRANCISCO, Estados Unidos, Jul 10 2014 (IPS)
En los últimos meses, se produjo un aumento sin precedentes de mujeres, niñas y niños que viajaron solos hasta la frontera sur de Estados Unidos para buscar la protección de este país.
La gran mayoría huye de sus casas en los países centroamericanos de Honduras, El Salvador y Guatemala, y arriesgan sus vidas en viajes largos y sumamente peligrosos para buscar refugio en Estados Unidos.
La Comisión de Mujeres Refugiadas, una organización no gubernamental con sede en Nueva York, sigue de cerca a este grupo desde 2011.
Nuestra investigación concluyó en 2012 que, sin grandes cambios en la ayuda o la política exterior de Washington hacia América Central, Estados Unidos seguiría recibiendo más inmigrantes vulnerables debido a la crisis humanitaria que se desarrolla en el istmo.
El delito organizado, el reclutamiento forzado de las pandillas, la violencia contra las mujeres y la debilidad de los sistemas socioeconómicos contribuyen con la inseguridad generalizada en estos países.
La corriente de refugiados que huyen de Honduras, El Salvador y Guatemala no solo continuó, sino que creció dramática y rápidamente a medida que se exacerba la violencia en la región.
Pero estos refugiados no viajan exclusivamente a Estados Unidos. La Organización de las Naciones Unidas halló que las solicitudes de asilo en los países vecinos, como México, Panamá, Nicaragua, Costa Rica y Belice, se dispararon 712 por ciento desde 2009.
Es posible que algunos de los niños quieran reunirse con sus padres o familiares en Estados Unidos, pero la motivación que los obliga a abandonar sus casas es la violencia y la persecución.
Los refugiados con los que hablamos nos dijeron que tenían miedo de morir si permanecían en su país de origen, y aunque perdieran la vida en el viaje, por lo menos tendrían una oportunidad.
Lo especialmente preocupante de la reciente afluencia es que los niños y niñas que emprenden la peligrosa emigración son más pequeños que en los últimos años. Es común que la patrulla fronteriza de Estados Unidos recoja y arreste a niños de cuatro a 10 años.
Además, un mayor porcentaje son niñas, muchas de las cuales llegan embarazadas como consecuencia de la violencia sexual.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados realizó recientes investigaciones con esta población y encontró que 58 por ciento de las niñas y niños entrevistados expresó preocupación por la falta de protección internacional.
Los menores de edad también llegan a Estados Unidos con sus padres. Desde 2012, el número de familias que arriban a la frontera sur de este país aumentó considerablemente. La gran mayoría está integrada por mujeres con niños pequeños que huyen de la misma violencia e inseguridad que impulsa a los niños refugiados.
Estados Unidos tiene un extenso compromiso con los derechos humanos, el debido proceso y la garantía de que las personas que llegan a sus fronteras en busca de seguridad no son rechazadas sin que se atiendan sus reclamos.
El derecho internacional y nacional obliga a Estados Unidos a examinar adecuadamente y brindar protección a los menores sin acompañantes, víctimas de tráfico y solicitantes de asilo que llegan a las fronteras de este país.
En los últimos meses, sin embargo, el gobierno de Barack Obama se mostró sin preparación y abrumado por la afluencia de niños y familias necesitados.
En lugar de abordar el problema de una manera acorde a los ideales estadounidenses y de reconocerlo como una cuestión regional de refugiados, el gobierno está buscando una solución rápida que compromete los valores de este país, así como las vidas de las mujeres, niñas y niños al reaccionar como si se tratara de un asunto de inmigración.
Nos preocupa profundamente el reciente anuncio del gobierno de que expandirá drásticamente la detención de familias y agilizará la tramitación de los casos de asilo.
Las políticas rigurosas de detención y deportación ponen en peligro el bienestar de los niños y las familias, presentan el riesgo de que las personas con solicitudes legítimas de asilo y otras formas de protección serán devueltas sumariamente a países donde sus vidas se ven seriamente amenazadas, y no funcionan como elemento disuasorio contra la inmigración futura.
Además, el gobierno propuso eliminar leyes vigentes que protegen a los niños con el fin de deportarlos, rápidamente y sin el debido proceso, de vuelta a los peligros de los que huyeron.
Esta crisis humanitaria de refugiados es una compleja tragedia humana y exige atención a corto y a largo plazo.
Requiere un enfoque integral que priorice recursos adicionales para hacer frente a las causas profundas de esta crisis y fortalecer la protección en la región y dentro de Estados Unidos, sin bloquear el acceso a la misma ni devolver a mujeres, niñas y niños a las situaciones de peligro de las que huyeron sin el debido proceso.
Estados Unidos no debe comprometer su compromiso de larga data con los principios humanitarios para encontrarle una solución rápida a la crisis.
Michelle Brané es directora del Programa de Derechos y Justicia de los Migrantes de la Comisión de Mujeres Refugiadas. Este artículo fue publicado originalmente por New America Media, una red de organizaciones de noticias de Estados Unidos, e IPS lo reproduce de común acuerdo.
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Fuente : http://www.ipsnoticias.net/2014/07/parche-de-obama…
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