Recientemente, científicos españoles han propuesto una hipótesis para explicar uno de los fenómenos naturales más intrigantes de la Tierra: el de las piedras errantes –también llamadas deslizantes o ‘navegantes’– de Racetrack Playa, un lago generalmente seco del Valle de la Muerte en California (EE UU). Estas piedras parecen moverse solas, sin intervención humana ni animal, dejando tras de sí el rastro del camino recorrido.
Un equipo de geólogos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha descubierto que en el fondo seco de la laguna del Altillo Chica (en Lillo, Toledo) también aparecen piedras errantes de hasta 7 kg de peso, que además dejan trazas similares a las de Racetrack Playa y pueden superar los 100 metros de longitud.
“Nuestra hipótesis es que se mueven durante el invierno, cuando se producen tormentas acompañadas de fuertes vientos”, ha explicado a Sinc María Esther Sanz, una de las autoras. “El viento es capaz de originar corrientes de agua de hasta dos metros por segundo, que serían las verdaderas responsables del deslizamiento de las rocas”.
Pero, además, según los investigadores de la UCM, el desplazamiento de las rocas cuenta con un aliado inesperado: los microorganismos. En el fondo de la laguna del Altillo Chica vive una comunidad microbiana de cianobacterias, algas unicelulares y otros diminutos organismos que segregan sustancias deslizantes. El sedimento fangoso que generan, donde abundan las burbujas de gas, actúa como una pista de patinaje para las piedras una vez se han deprendido del suelo. Esta teoría ha sido publicada en la revista Earth Surface Processes and Landforms.
Dunas cantantes y anillos de hadas
Las piedras errantes no son el único elemento sorprendente que podemos hallar en la naturaleza. Los científicos se afanan por comprender algunos de estos fenómenos más.
Por ejemplo, intentan entender las “dunas de arena cantantes”, presentes en más de 30 lugares del mundo. Cuando ocurre una avalancha o cuando se presiona la arena de estas dunas con las manos, estas emiten un monótono sonido durante varios minutos. Este canto se puede escuchar a kilómetros de distancia.
En 2009, una investigación reveló que el canto de las dunas era posible gracias a la fricción entre capas de arena en movimiento y otras capas inferiores de arena, estáticas. Otro estudio, de 2012, señaló que el tamaño de los granos de arena en las dunas determinaba las características de los sonidos emitidos por estas. Queda sin resolver, sin embargo, la cuestión de cómo se sincronizan las vibraciones de todos los granos para producir notas musicales.
Por otra parte, existen los llamados «anillos de hadas», que son unas extrañas formaciones que aparecen en el suelo del desierto de Namibia. Se trata de decenas de miles de calvas circulares, de uno a 20 metros de diámetro y rodeadas por vegetación en forma de “corona” verde.
El origen de estas estructuras ha sido un misterio durante décadas. Dos estudios recientes han señalado diversas causas para su formación. El primero, de 2013, afirmaba que estos anillos se originan por la acción de las termitas, que retiran la vegetación del interior de los círculos, evitando la transpiración del agua subterránea y provocando así la desecación de cada área. Un segundo estudio, de 2014, señaló en cambio que los anillos de hadas señalan que serían fruto de un crecimiento vegetal autoorganizado.
El porqué de los brinicles y de los rollos de nieve
Otros dos fenómenos sorprendentes de la naturaleza, aunque estos sí tienen una explicación clara, son los brinicles y los rollos de nieve.
Los primeros consisten en estalactitas de hielo… que se forman en el fondo del mar. Aparecen cuando un chorro de agua muy fría se congela. Se conocen desde los años 60 del siglo XX, y el oceanógrafo norteamericano Seelye Martin los explicó en 1974. LA formación de un brinicle fue filmada por vez primera en 2011, para la serie Frozen Planet de la BBC.
Los rollos de nieve, por su parte, consisten en grandes bolas de nieve que se forman al ser arrastradas por la superficie, por la acción del viento. Pero estas bolas no son como las que podemos hacer en el jardín cuando nieva mucho, sino que tienen forma cilíndrica, y a menudo presentan un hueco en las capas interiores, que son las primeras en formarse.
Estas capas interiores son más delgadas y débiles que las capas exteriores, por lo que pueden desaparecer fácilmente por la acción del viento, dando aspecto de dónut. Se conocen rollos de nieve de hasta 70 centímetros de diámetro.
Referencia bibliográfica:
M. E. Sanz-Montero, Ó. Cabestrero, J. P. Rodríguez-Aranda. Sedimentary effects of flood-producing windstorms in playa lakes and their role in the movement of large rocks. Earth Surface Processes and Landforms (2014). DOI: 10.1002/esp.3677.
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