¿Estamos solos en el Universo? Esta es una pregunta que ha avivado desde siempre la imaginación del ser humano.
Cuanto más averiguamos, más improbable parece que el planeta Tierra sea un milagro aislado rebosante de vida entre un sinfín de galaxias de planetas inertes. Son muchos los científicos eminentes que aseguran que sólo es cuestión de tiempo dar con otras formas de vida en el Universo.
De lo que no están tan seguros es del medio exacto por el que hallaremos a nuestros vecinos intergalácticos y de si estos se reducirán a un puñado de células o, en cambio, serán seres de mayor tamaño al estilo de E.T.
«Encontraremos vida en el espacio en este siglo», afirmó Seth Shostak, astrónomo sénior del SETI (Instituto para la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) en la Convención de Innovación celebrada entre los pasados 10 y 11 de marzo en Bruselas por la Comisión Europea, y en la que resultó galardonada la científica española Ana Maiques con un premio para mujeres innovadoras.
«Aparte de la nuestra, existen otros 150.000 millones de galaxias, en cada una de las cuales hay varias decenas de miles de millones de planetas similares a la Tierra. Si nos encontramos en el único lugar del Universo en el que ocurre algo interesante, se trata de un milagro. Y quinientos años de astronomía nos han enseñado que, cada vez que uno cree en un milagro, se equivoca».
Cómo descubrir vida en el espacio
¿Y cómo se descubrirá vida en el espacio? Shostak opina, según informa Cordis, que se trata de «una carrera entre tres caballos» que se decidirá en el plazo de los próximos veinticinco años. La primera opción es que se encuentre cerca de la Tierra, en forma microbiana, ya sea en Marte o en una de las lunas de Júpiter; la segunda posibilidad consiste en que se hallen indicios de gases generados por procesos biológicos, por ejemplo algo similar a la fotosíntesis, en las atmósferas de planetas que orbitan otras estrellas. La tercera posibilidad es que Shostak y su equipo del SETI capten señales de vida inteligente gracias a las antenas inmensas que tienen a su disposición.
Suzanne Aigrain, catedrática de Astrofísica en la Universidad de Oxford, que estudia planetas extrasolares (o exoplanetas, esto es, planetas que orbitan estrellas que no son el Sol, representaría el segundo caballo de la competición. Durante su conferencia, Aigrain señaló que, según sus pesquisas, ella también apuesta por que no estamos solos.
«Estamos próximos a poder afirmar con una buena dosis de certeza que [en el Universo] son bastante comunes los planetas habitables como la Tierra […] Por eso, cuando me preguntan si creo en la existencia de vida en otros planetas, me decanto por el sí como científica, porque las probabilidades de que así sea son abrumadoramente elevadas».
La búsqueda
Aigrain y los grupos con los que trabaja vienen utilizando la luz (o sea, radiación electromagnética) como instrumento primordial para buscar planetas que giren en torno a otras estrellas.
Se clasifican como habitables aquellos planetas de un tamaño aproximado al de la Tierra cuya temperatura en su superficie sea adecuada para la existencia de agua en estado líquido sobre la misma.
Los indicios delatores de vida buscados por Aigrain y sus colaboradores son trazas de gas en la atmósfera de exoplanetas cuya presencia sólo pueda estar justificada, en teoría, por la presencia de una fuente biológica como sería la fotosíntesis.
Entretanto, Shostak y los científicos de SETI buscan indicios de vida en el Universo escudriñando posibles signos del uso de alguna tecnología. Si este equipo llegara a descubrir transmisiones de radio procedentes del espacio, Shostak asegura que provendrían de alguna civilización más avanzada que la nuestra.
«¿Por qué recalco que si nos encontramos con E.T., vendrá de una sociedad más avanzada que nosotros? Porque uno no va a captar señales de neandertales. Los neandertales de los klingon no construían radiotransmisores con los que comunicarse».
Shostak ha declarado en otras ocasiones que la primera detección de vida extraterrestre inteligente tendrá lugar en los próximos 25 años, alrededor de 2040. Para entonces se habrán explorado un millón de sistemas estelares del Universo, «una cantidad razonable para encontrar señales electromagnéticas alienígenas». Hasta ahora sólo hemos mirado unos pocos miles de sistemas estelares, explica.
Y si realmente llegásemos a encontrar vida en otros planetas o interceptar una señal de radio, ¿cuáles serían las consecuencias? El hallazgo de un microbio extraterrestre aportaría información profusa de tipo biológico, pero también abriría un profundo debate filosófico. En palabras del propio Shostak, «literalmente, lo cambiaría todo».
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