Los rayos no son una característica aleatoria de las erupciones, sino que están directamente relacionados con ellas, afirma el vulcanólogo Corrado Cimarelli, de la Universidad de Múnich, que estuvo en La Palma cuando erupcionó el volcán Cumbre Vieja.
Cimarelli, junto con sus colegas Ulrich Küppers y Thomas Kunzmann, dirigió a un grupo de estudiantes en una visita científica a la isla durante la erupción, según se informa en un comunicado.
La presencia de este grupo en La Palma cuando comenzó la erupción fue inesperada, ya que Cimarelli lleva todos los años a estudiantes de su universidad a una excursión a La Palma y Tenerife.
Les muestra qué tipo de huellas dactilares dejan las erupciones volcánicas. Analizan el curso de erupciones pasadas en función de los tipos de depósitos que produjeron, con el fin de comprender los rasgos característicos que revelan cómo se comporta el volcán.
El viaje de los estudiantes de este año estaba previsto para marzo, pero tuvo que posponerse hasta octubre debido a la pandemia de coronavirus. Este aplazamiento permitió a este grupo de vulcanólogos y estudiantes observar de primera mano la erupción de Cumbre Vieja.
Singularidad de Cumbre Vieja
Lo primero que destaca Cimarelli es que la erupción de Cumbre Vieja es la primera en Europa, desde hace bastante tiempo, que representa una amenaza inmediata para la vida humana.
En términos generales, las erupciones volcánicas recientes en Europa han ocurrido en áreas que están escasamente pobladas, lo que otorga a Cumbre Vieja una singularidad particular.
Destaca asimismo que, en La Palma, el magma no tiende a hacer erupciones de manera muy explosiva, por lo que ha habido tiempo para sacar a la gente de la zona de peligro.
Añade también que una gran parte de la isla ha sido invadida por los flujos de lava, y que se necesitará mucho, mucho tiempo, antes de que la roca volcánica se meteorice lo suficiente como para producir un suelo que pueda cultivarse y se pueda reconstruir la infraestructura necesaria.
Rayos volcánicos
Cimarelli está especializado en los rayos asociados a las erupciones volcánicas y su presencia en La Palma le ha permitido investigar este fenómeno con instrumentos propios, que luego ha dejado en la isla para su uso por los vulcanólogos españoles.
Destaca que prácticamente todas las erupciones tienen una tendencia inherente a generar rayos y que su investigación ha confirmado que, tanto el número como el tamaño de las partículas de ceniza volcánica, juegan un papel en la determinación de si se generan o no rayos: cuanto más pequeñas son las partículas, mayor es el número de destellos asociados a los rayos.
Explica también que el volcán de la Isla Vulcano, perteneciente al archipiélago de las islas Eolias, en Sicilia, es mucho más peligroso que Cumbre Vieja, y que su fase eruptiva más reciente tuvo lugar entre 1888 y 1890.
Aclara sin embargo que hay menos personas en riesgo, ya que la isla es visitada solo en verano por turistas e italianos que tienen casas de vacaciones allí. Solo unos pocos cientos de personas pasan el invierno en la isla, lo que facilita la evacuación en caso de una erupción inminente.
Explica también que actualmente las autoridades han evacuado a las primeras familias de la isla porque el volcán ha vuelto a hacer sentir su presencia.
Respira intensamente, el suelo del cráter se ha elevado 2 cm y los gases se escapan por los respiraderos de toda la isla. Pueden volverse muy peligrosos.
Concluye señalando que Vulcano es un volcán prototipo, ya que su típico carácter explosivo da su nombre » vulcaniano » a un estilo eruptivo que se encuentra con frecuencia en muchos otros volcanes explosivos del mundo.
La amenaza del Vesubio
Respecto a la amenaza que representa el volcán Vesubio, situado frente a la bahía de Nápoles, Cimarelli destaca que somos esencialmente impotentes ante tales fuerzas naturales.
Añade que, en el caso de los volcanes activos, lo único que podemos hacer es monitorearlos con una densa red de instrumentos y sistemas de alerta. Además, la colaboración con las autoridades debe ser muy eficaz.
«Disponemos de los instrumentos necesarios para pronosticar erupciones, pero los pronósticos son a menudo posibles solo con un aviso relativamente corto», explica Cimarelli.
Añade que el Vesubio presenta un enorme desafío organizativo, porque no se trata de unos pocos cientos de personas, sino de cientos de miles de personas que tendrían que ser evacuadas.
En el Vesubio, habría menos tiempo para reaccionar, porque su estilo de erupción sería significativamente más explosivo.
Además de mantener su densa red de monitoreo, es crucial adoptar un enfoque proactivo y garantizar que las políticas de planificación estén diseñadas para garantizar que la densidad de población en las áreas cercanas al volcán esté estrictamente restringida, concluye Cimarelli.
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