En un denso bosque a unos 17 kilómetros de la carretera principal más cercana, la iglesia de Madhu es un símbolo de tranquilidad y armonía espiritual en Sri Lanka. Cuando el viento sopla se oye el susurro de las hojas. Otras veces un silencio solemne se sostiene en el aire. Los veteranos dicen que, en […]
Por Amantha Perera
MADHU, Sri Lanka, Oct 27 2014 (IPS)
En un denso bosque a unos 17 kilómetros de la carretera principal más cercana, la iglesia de Madhu es un símbolo de tranquilidad y armonía espiritual en Sri Lanka. Cuando el viento sopla se oye el susurro de las hojas. Otras veces un silencio solemne se sostiene en el aire.
Los veteranos dicen que, en el pasado, el pasto llegó a crecer hasta dos metros de altura en el recinto de la iglesia, y que los elefantes pasaban por él.»Nuestra Señora de Madhu sobrevivió a tanto durante tanto tiempo y todavía está con nosotros. Nos protege, nos mantiene a salvo”: Benedict Fernando, un peregrino de la ciudad costera de Negombo.
Este lugar, situado a unos 300 kilómetros de Colombo, es el santuario católico más venerado del país y aloja a una estatuilla de la Virgen María, de 500 años de antigüedad, que millones de fieles creen que es milagrosa.
Pero en los meses venideros el silencio pacífico que caracteriza al santuario estará ausente.
La obra de construcción que se realiza las 24 horas del día para reconstruir la capilla lateral del Sagrado Corazón comienza a dar sus frutos. El sitio sufrió graves daños durante los bombardeos en 2008 que, según varios sacerdotes, mataron a 36 personas que buscaban refugio y dejaron a 60 heridas.
También se están construyendo barrios residenciales y a cuatro kilómetros de la iglesia se proyecta un helipuerto. Todo esto para la visita prevista del papa Francisco, en enero de 2015.
“Es una bendición de Dios. La gente, no solo aquí, sino en toda la isla, espera verlo y escucharlo en esta Iglesia”, aseguró el sacerdote S. Emilianuspillai, el administrador del santuario.
La visita del papa será el momento culminante de la iglesia, que junto con la imagen que alberga, sobrevivieron a algunos de los años más turbulentos y violentos de la historia moderna de Sri Lanka.
Situada en el noroccidental distrito de Mannar, la iglesia estuvo dentro de la zona de conflicto durante la mayor parte de la guerra civil (1983-2009) de Sri Lanka. Cuando los combates llegaron a la zona en abril de 2008, la iglesia había estado más de 10 años bajo el control de los separatistas Tigres de Liberación del Tamil Eelam, quienes perdieron un año después ante las fuerzas gubernamentales.
Emilianuspillai todavía recuerda esos días terribles cuando él y 16 personas más quedaron atrapados en la iglesia mientras los proyectiles estallaban por doquier. El 3 de abril de 2008 se decidió trasladar la estatuilla a un lugar más seguro.
Fue un viaje lleno de peligros, recuerda Emilianuspillai. A menos de dos kilómetros un proyectil cayó justo delante del vehículo que transportaba a la imagen, que el sacerdote protegía con su propio cuerpo. “No le pasó absolutamente nada, ni a nosotros”, señaló.
Unos meses después, en agosto de 2009, más de medio millón de fieles llenaron el recinto de la iglesia para la primera fiesta anual desde el fin de la guerra, todos ellos buscando la bendición de su amada Madre de Madhu.
Los fieles veneran a la estatuilla como un símbolo de la unidad y la paz que reúne a los tamiles y cingaleses, así como a musulmanes, hindúes y budistas, quienes se congregan durante las festividades anuales.
En los primeros días del conflicto, Madhu fue uno de los mayores refugios para aquellos que huían de los combates.
“Nuestra Señora de Madhu sobrevivió a tanto durante tanto tiempo y todavía está con nosotros. Nos protege, nos mantiene a salvo”, afirmó Benedicto Fernando, un peregrino de la ciudad costera de Negombo, a unos 250 kilómetros al sur de Madhu.
Orar por la reconciliación
Los tamiles que viven en la Provincia del Norte también tienen la esperanza de que la visita papal arroje luz sobre temas candentes de la posguerra que siguen sin resolver. La región es una de las más pobres del país, con una tasa de pobreza que supera tres veces el promedio nacional de 6,7 por ciento. También sufrió una sequía de 11 meses que generó grandes pérdidas en el sector agrícola.
Esto a pesar de que el gobierno inyectó más de 6.000 millones de dólares a la zona desde 2009.
“Queda mucho más trabajo por hacer”, afirmó Sellamuththu Sirinivasan, el agente del gobierno para el distrito norteño de Kilinochchi.
Otro problema son las más de 40.000 familias encabezadas por mujeres en la Provincia del Norte, que luchan por ganarse la vida en una sociedad tradicionalmente patriarcal.
La ayuda de la Organización de las Naciones Unidas y otras instituciones se redujo tras la guerra, por lo cual los sectores vulnerables fueron dejados a su suerte.
“La situación económica se estancó a pesar de las grandes inversiones en infraestructura. En este contexto, incluso los hombres y las mujeres aptos y calificados tienen dificultades para conseguir empleo. Las mujeres solas con familias son muy vulnerables a la explotación”, advirtió Saroja Sivachandran, directora del Centro de la Mujer y el Desarrollo, en el norte de Jaffna, a IPS.
Y también están los desaparecidos.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) acaba de comenzar la primera encuesta nacional de las familias de los desaparecidos de la guerra.
El estudio y sus recomendaciones se entregarán al gobierno a mediados de 2015. Pero todavía hay confusión sobre el número de desaparecidos, que para algunos asciende a 40.000. El CICR registró más de 16.000 casos de personas desaparecidas desde los años 90.
“La guerra terminó, pero la batalla sigue para nosotros”, dijo Dominic Estanislao, un joven de la localidad de Mankulam, 60 kilómetros al norte de Madhu.
A primera vista, la región de Vanni, el nombre popular de las provincias del norte, parece muy lejana a la guerra. Relucientes carreteras nuevas reemplazaron los caminos apenas transitables por los hoyos como cráteres que dejaron los proyectiles a su paso. A principios de este mes se inauguró una nueva vía de ferrocarril que une el norte de Jaffna con el resto del país.
Pero preguntas acuciantes referidas a cuándo volverán a casa los desaparecidos o de dónde saldrá la próxima comida, siguen sin respuesta.
Muchos, como Estanislao y Fernando, rezan para que la visita papal acelere el proceso de sanación. Mientras tanto, la iglesia de Madhu seguirá dando esperanzas a miles de personas que todavía viven con las heridas de la guerra.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga
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Fuente : http://www.ipsnoticias.net/2014/10/un-santuario-es…
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