A veces, las palabras sólo complican las cosas. ¿Qué pasaría si nuestro cerebro pudiera comunicarse directamente con otro cerebro, sin necesidad de usar el lenguaje?
Investigadores de la Universidad de Washington (EEUU) han replicado con éxito una conexión directa de cerebro a cerebro entre personas como parte de un estudio científico cuya demostración inicial se hizo ya hace un año.
En el estudio recién publicado, que involucró a seis personas, los investigadores fueron capaces de transmitir las señales desde el cerebro de una persona a través de Internet y hacer uso de estas señales para controlar los movimientos de la mano de otra persona, en una fracción de segundo tras el envío de dicha señal.
Características de la conexión
Para lograr interconectar cerebros a tiempo real y a distancia, el equipo de investigación convinó dos tipos de instrumentos no invasivos y un afinado software.
El proceso es bastante sencillo, informa la Universidad de Washington en un comunicado. Uno de los participantes es conectado a una máquina de electroencefalografía que registra su actividad cerebral y que envía los impulsos eléctricos de esta registrados a través de Internet, hasta el segundo participante.
Esta otra persona lleva un ‘gorro de natación’ con una bobina de estimulación magnética transcraneal colocada cerca de la parte del cerebro que controla los movimientos de la mano.
Esta configuración permite que el primer individuo envíe la orden de mover una mano a la otra, con solo pensar que está haciendo el movimiento de su propia mano.
Defender una ciudad a distancia
El estudio involucró a tres parejas de participantes. Cada miembro de cada pareja hizo las veces de emisor y de receptor, respectivamente.
Ambos fueron ubicados en edificios separados dentro del campus de la Universidad, de tal manera que no pudieran interactuar entre ellos, más allá de la interacción entre sus cerebros.
Los remitentes fueron colocados frente a un juego de ordenador en el que debían defender una ciudad disparando un cañón e interceptando misiles lanzados por un barco pirata. Pero no podían interactuar físicamente con el juego, sino solo pensando en mover su mano para disparar un cañón.
Al otro lado del campus, los receptores se sentaron con su dispositivo colocado en la cabeza, en el interior de un cuarto oscuro. Estos no podían ver el juego de ordenador. Su mano derecha fue colocada sobre un panel táctil con el que se podía disparar el cañón de dicho juego.
Si la interfaz de cerebro a cerebro funcionaba correctamente, el movimiento de la mano del receptor debía de ser de contracción, para pulsar dicho panel táctil y disparar así el cañón visualizado en la pantalla del ordenador del remitente.
Los investigadores constataron en sus experimentos que la precisión varió entre las parejas, entre un 25 y un 83%. Los fallos se debieron en su mayoría a la incapacidad de algunos participantes de ejecutar con precisión el pensamiento de orden de "fuego". Los investigadores pudieron cuantificar asimismo la cantidad exacta de información transferida entre los cerebros.
Objetivos futuros
Una vez alcanzados estos logros, el equipo de la Universidad de Washington planea llevar su investigación un paso más lejos, para intentar decodificar y transmitir procesos cerebrales más complejos.
En concreto, tratará de ampliar el tipo de información que se puede transferir de un cerebro a otro, e incluir fenómenos visuales y psicológicos como conceptos, pensamientos o reglas.
También están explorando cómo influir en ondas cerebrales que se corresponden con ciertos estados como la alerta o la somnolencia. Con el tiempo, por ejemplo, el cerebro de un piloto de avión con sueño podría llegar a ser estimulado por el cerebro de un copiloto, para que permanzca más en alerta.
El proyecto también podría eventualmente conducir a la "tutoría cerebral", en la que el conocimiento se transfiere directamente del cerebro de un profesor a un alumno.
Más comunicación intercerebral
El pasado mes de septiembre, un equipo internacional de neurocientíficos e ingenieros robóticos también demostró que la comunicación directa entre cerebros humanos es posible a través de Internet.
Todo se hizo con interfaces cerebro-ordenador y ordenador-cerebro, y a través de una distancia de más de 8.000 kilómetros. A pesar de que la lejanía de la comunicación fue mucho mayor que la establecida entre los participantes de la prueba de la Universidad de Washington, el proceso en realidad fue similar: básicamente lo que se hizo fue registrar la actividad cerebral de uno de los individuos y trasladarla al cerebro de otro, aprovechando una vía de comunicación ya existente.
También fue similar el procedimiento: en este otro experimento se usó (para el emisor) un electroencefalograma (EEG) -técnica de registro de la actividad bioeléctrica cerebral- que estaba conectado a Internet. Por otro lado, los científicos utilizaron (para el receptor) una tecnología de estimulación neuronal no invasiva, conocida como estimulación magnética transcraneana o EMT.
En uno de los experimentos realizados con este sistema participaron cuatro personas sanas, de edades comprendidas entre los 28 y los 50 años. Uno de los cuatro sujetos (situado en la India) fue el remitente de los mensajes. A los otros tres sujetos se los colocó en el “otro lado” (Francia). Estos fueron los que recibieron los mensajes. Un segundo experimento similar fue realizado entre individuos situados en España (en esta investigación participaron científicos del Starlab de Barcelona ) y Francia. La tasa total de aciertos alcanzó el 85%.
Referencia bibliográfica:
Rajesh P. N. Rao, Andrea Stocco, Matthew Bryan, Devapratim Sarma, Tiffany M. Youngquist, Joseph Wu, Chantel S. Prat. A Direct Brain-to-Brain Interface in Humans. PLoS ONE (2014). DOI: 10.1371/journal.pone.0111332.
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