Para la mayoría de las mujeres sirias, la guerra ha sido un desastre. Para otras, sin embargo, también ha sido una experiencia liberadora. Yasmine Merei, editora ejecutiva de la revista siria Saiedet Souria, dirigida al público femenino, está entre aquellas para las que el revés que sufrieron los roles familiares tradicionales y el quitarse de […]
Por Shelly Kittleson
GAZIANTEP, Turquía, Nov 17 2014 (IPS)
Para la mayoría de las mujeres sirias, la guerra ha sido un desastre. Para otras, sin embargo, también ha sido una experiencia liberadora.
Yasmine Merei, editora ejecutiva de la revista siria Saiedet Souria, dirigida al público femenino, está entre aquellas para las que el revés que sufrieron los roles familiares tradicionales y el quitarse de encima la cultura del miedo ha acarreado efectos positivos.
Muchas mujeres sirias se vieron obligadas a convertirse en jefas de hogar, pues sus esposos estaban desaparecidos, presos, heridos o muertos, explicó Merei a IPS. Pero aunque valerse por sí mismas puede resultar aterrador, también puede liberarlas de las cadenas tradicionales que se les impusieron.
“Si (tu esposo) no es el que paga todo y tiene ese rol específico en la sociedad, ya no tiene derecho a decirte lo que tienes que hacer”, agregó Mohammad Mallak, fundador y editor en jefe de la revista, cuyo nombre significa “mujeres sirias” y que se fundó a comienzos de este año.
Mallak también dirige la revista Dawda (“ruido”), desde la misma oficina en la sureña ciudad turca de Gaziantep.
Pocas de las mujeres que aparecen en las fotografías de la revista llevan sus cabezas cubiertas. La propia Merei dejó de usar el pañuelo que cubría la suya a principios de año, tras haberlo llevado “durante alrededor de 20”, a raíz de su crianza dentro de una familia sunita pobre y conservadora.
Merei relató que empezó a participar en las protestas de 2011 debido a lo injusto de las leyes sirias, especialmente las relativas a las mujeres. Entre ellas citó las que dejan impunes las muertes de honor.
Al igual que muchas mujeres sirias, Merei, quien realizó una maestría en lingüística, se convirtió en la responsable de mantener a su familia inmediata, enviando dinero a su madre y a sus hermanos, ambos presos por protestar y liberados apenas después de pagar abultados sobornos.
Su anciano padre murió poco después de, él también, haber sido encarcelado, y la familia obligada a huir de su hogar.
Sin embargo, relatar historias de mujeres no simplemente significa que víctimas femeninas cuenten los horrores y las penurias de sus vidas.
“Intentamos dar a las sirias el conocimiento que necesitarán en el futuro”: Yasmine Merei, editora ejecutiva de la revista Saiedet Souria
Aunque esto no rehúye de las historias de mujeres que han sufrido mucho, Merei quiere principalmente brindar al público femenino la información que necesita para tener una visión más amplia del mundo y una voz en una revolución que, en buena medida, ha dejado sin oír sus puntos de vista.
De este modo, en las páginas de la revista impresa y en su cuenta de la red social Facebook, conviven un relato de primera mano de una mujer que fue torturada en las prisiones del régimen sirio junto a una crítica de “La mujer eunuco”, de Germaine Greer, y a una entrevista con una oficial de policía que se desempeña en las áreas controladas por la oposición.
Hay artículos sobre cómo la dependencia económica forzada afecta negativamente tanto a las mujeres como a las economías nacionales en general, y otros que analizan los potenciales problemas sanitarios que surgen en los campamentos de refugiados, como la tuberculosis.
Y también se publica una columna que publica regularmente una abogada que todavía está en áreas del régimen y que antes pasó 13 años en prisión por motivos políticos, así como dos artículos traducidos de medios internacionales.
En conjunto, la revista llega a unas 50 páginas por ejemplar.
En cada edición, Saiedet Souria publica secciones de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (Cedaw), adoptada en 1979 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y en la próxima entrega la publicará entera, dijo Merei.
La revista tiene una tirada de entre 4.500 y 5.000 ejemplares por edición (y aproximadamente 3.500 se distribuyen dentro de Siria a través de una de sus cuatro oficinas). A eso se suma su página de Facebook, donde los artículos se publican regularmente y que tiene unas 40.000 seguidoras.
Para un país donde Facebook y YouTube estuvieron prohibidos entre 2007 y comienzos de febrero de 2011, y donde Internet y la electricidad escasean, ese es un número significativo. Siria figura en la lista de enemigos de Internet desde que la organización Reporteros Sin Fronteras la creó en 2006.
Además de sus oficinas en Daraa, Damasco, Suweida y Qamishli, la revista abrirá pronto otra en Aleppo, dijo Merei.
“Las 10 mujeres que trabajan para nosotros dentro de la revista cobran un salario regular de 200 dólares y son responsables de distribuir las copias, además de convocar a (otras) mujeres para reuniones e iniciativas similares”, explicó.
Los ejemplares se reparten en mercados y concejos locales, y en por lo menos una de esas ubicaciones las mujeres tienen un sistema para hacer recircular las limitadas copias apenas las leen, señaló Merei.
Reporteros Sin Fronteras realizó dos talleres para la revista, en abril y septiembre de este año, y ofreció donarle equipos, pero “nosotras tenemos equipamiento básico: impresoras, computadoras” compradas a partir de una inversión inicial de Mallak, dijo.
Sin embargo, “lo que realmente necesitábamos era papel y tinta, para hacer que la revista llegara a la mayor cantidad posible de mujeres. Así que Reporteros Sin Fronteras hizo una excepción y, en cambio, nos ofreció eso”, relató.
El objetivo, dijo es “ayudar a las mujeres sirias a recuperar la confianza en sí mismas”.
Esa confianza se vio debilitada por la guerra y por el uso de la “religión” para controlar a las mujeres en áreas islamistas que, cuando ella las visitó por última vez a comienzos de este año, “parecían como si el país hubiera vuelto a la Edad de Piedra”, recordó.
“Yo soy una musulmana sunita, pero el Islam allí no se parece a ninguno que yo conozca”, enfatizó.
“Uno de los principales problemas es que los intelectuales de Siria están o en la cárcel, o en el exterior, o muertos”, dijo a IPS un sirio que ha vivido la mayor parte de su vida fuera del país pero que hace poco volvió para ayudar a que haya clases universitarias en Aleppo, ciudad dominada por la oposición.
“Prácticamente no hay nadie que estructure nada, nadie que plantee ideas”, señaló.
Es esto lo que también la revista y sus actividades correlacionadas buscan abordar, dijo Merei.
“Intentamos dar a las sirias el conocimiento que necesitarán en el futuro”, resumió.
Editado por Phil Harris
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Fuente : http://www.ipsnoticias.net/2014/11/una-revista-imp…
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