Científicos de la Universidad de Kentucky, en Estados Unidos, han reunido el genoma del ajolote mexicano. En los genes de este singular anfibio está la clave para desentrañar los secretos de la regeneración con potencial clínico.
El ajolote es una especie de anfibio cuyo único hábitat nativo es un lago cercano a la Ciudad de México. “Los ajolotes han sido valorados durante mucho tiempo como modelos para la regeneración”, señala en un comunicado Randal Voss, profesor en el Centro de Investigación de Lesiones Espinales y Cerebrales del Reino Unido.
«Es difícil encontrar una parte del cuerpo que no puedan regenerar estos animales: las extremidades, la cola, la médula espinal, el ojo… En algunas especies, se ha demostrado que regeneran el cristalino e, incluso, la mitad de su cerebro», explica Voss.
El ajolote mexicano está considerado en peligro crítico de extinción desde 2006. Por ello, para la investigación biomédica se recurre al ajolote de laboratorio. Según Voss, el Reino Unido tiene casi 1.000 ajolotes adultos, una población cuyo pedigrí se remonta a la década de 1.800.
Ensamblando genomas
Aunque los humanos comparten muchos de sus genes con el ajolote, el genoma de esta salamandra es diez veces mayor. Esto supone una barrera enorme para los análisis genéticos.
Según el profesor Jeramiah Smith, principal colaborador de Voss, los esfuerzos recientes han proporcionado gran parte de los datos genéticos del ajolote. Pero, hasta que el genoma no se organice de la manera correcta, los científicos no pueden analizar a gran escala su estructura y función. Y esto es clave para desentrañar los mecanismos que otorgan a los ajolotes sus extraordinarias capacidades.
La tarea masiva de cartografiar el genoma humano proporcionó a los científicos las herramientas para reproducir datos en otros organismos, pero la notable carga informática que representan los organismos con genomas más grandes hizo que tales esfuerzos fueran en gran medida imposibles.
Sin embargo, Smith y Voss adaptaron hábilmente un enfoque genético clásico, llamado “mapeo de enlaces”, para unir el genoma del ajolote en el orden correcto de forma rápida y eficiente. Se trata del primer genoma de este tamaño en ser ensamblado hasta la fecha.
«Hace solo unos años, nadie pensaba que era posible ensamblar un genoma de 30 GB», apunta Smith. «Ahora, hemos demostrado que es posible usar un método rentable y accesible, que abre la posibilidad de secuenciar de forma rutinaria a otros animales con genomas grandes».
Aplicaciones médicas
«La investigación biomédica se está convirtiendo cada vez más en una iniciativa impulsada genéticamente», apunta Voss.
«Para comprender las enfermedades humanas, hay que tratar de estudiar las funciones de los genes en otros organismos, como el ajolote».
Voss y Smith identificaron, gracias a los datos obtenidos de la investigación, un defecto cardíaco en un ajolote, proporcionando así un nuevo modelo de enfermedad humana.
«Ahora que tenemos acceso a la información genómica, podemos comenzar a probar las funciones del genoma del ajolote y aprender cómo pueden regenerar partes del cuerpo. Esperamos que algún día podamos traducir esta información en terapias, con posibles aplicaciones para lesiones de la médula espinal, accidentes cerebrovasculares, reparación conjunta… Realmente, el cielo es el límite», adelanta Voss.
Referencia
A chromosome-scale assembly of the axolotl genome. J. J. Smith et al. Genome Research, 24 January 2019. DOI: 10.1101/gr.241901.118.
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