A pesar de que el proceso de la evolución suele entenderse como un proceso feroz e individualista, de un tiempo a esta parte, los biólogos han descubierto que el altruismo se da en diversas especies de mamíferos.
Pero, ¿es esta actitud sólo una anomalía, o entraña un significado más profundo? El biólogo evolutivo Laurent Keller, de la Universidad de Lausana, en Suiza, y los especialistas en robótica Markus Waibel y Dario Floreano (ambos de la Ecole Polytechnique Fédérale de Lausana), trataron de contestar a esta pregunta.
Para conseguirlo, desarrollaron simulaciones informáticas con robots controlados por un programa informático. En ellas, pudo constatarse que el altruismo implica ciertos beneficios evolutivos.
Imitando la evolución
Según publica el Institute for the Biocultural Study of Religion (IBCSR) en un comunicado, Keller, Waibel y Floreano esperaban probar una teoría evolutiva que ha perdido popularidad en los últimos tiempos, y que señala que el altruismo puede contribuir a la propagación de los genes.
Para elaborar su simulación computacional, los investigadores fabricaron robots cuyas capacidades para la búsqueda de pequeños discos (equivalentes a “alimentos” en la simulación) iban evolucionando con el tiempo. Esta evolución fue propiciada por un programa informático que controlaba a los robots, y que era el que llevaba a cabo diversas mutaciones en ellos.
Los robots se movían con ruedas y llevaban sensores y una cámara para orientarse y encontrar los discos. Los “cosechadores” robóticos más eficientes sobrevivían a la siguiente generación de mutaciones, mientras que los menos eficientes “morían”. En esencia, todo el proceso pretendía imitar a la evolución.
Después de cientos de generaciones simuladas, los robots se hicieron grandes expertos en la recolección de discos. Los investigadores decidieron entonces introducir el altruismo como una variable más de sus comportamientos.
El altruismo significaba que el hecho de compartir los discos con aquellos robots más cercanos (en términos de afinidad genética) incrementaba en gran medida la posibilidad de supervivencia de los genes de cada robot.
Favorecer la transmisión indirecta de genes
Así, por ejemplo, si un robot tenía una media de discos alta, y un robot “pariente” del primero tenía una media más baja, sin altruismo sólo el primer robot conseguía hacer pasar sus genes a la siguiente generación.
Sin embargo, con el altruismo incorporado, el hecho de compartir los discos permitía que los genes de ambos robots fueran transmitidos. Como estos robots, por ser parientes, compartían una amplia proporción de genes, estos genes salían ganando de la colaboración de sus portadores, que aseguraba su mantenimiento por una vía u otra.
Los resultados obtenidos en la simulación, que consistió en quinientas generaciones de una población constituida por 200 grupos de ocho individuos cada uno, son coherentes con la llamada teoría de la selección de parentesco, de William Donald Hamilton.
Esta teoría establece que los individuos pueden transmitir copias de sus propios genes no sólo de manera directa, a través de su propia reproducción, sino también indirectamente, favoreciendo la reproducción de sus parientes (hermanos o primos), explican los investigadores en la revista Plos Biology.
Hasta ahora, numerosos estudios habían proporcionado respaldos cualitativos a la teoría de la selección de parentesco, pero las comprobaciones cuantitativas no habían sido posibles, debido a la dificultad que supone cuantificar los costes y beneficios de los actos altruistas.
Las simulaciones informáticas realizadas, que incluían funciones simuladas de genes y genomas en robots de rápida evolución, han permitido contabilizar dichos aspectos, al reproducir una evolución experimental durante cientos de generaciones de selección en poblaciones. De esta forma, ha podido demostrarse que la teoría de la selección de parentesco realmente predice, siempre con gran exactitud, el mínimo de parentesco necesario para que el altruismo evolucione, afirman los científicos.
Otros estudios
Tal y como publica la agencia Cordis, en la naturaleza existen muchos genes que provocan altruismo en animales y que se pasan de generación en generación. Un ejemplo muy ilustrativo es el de las hormigas obreras, que son estériles y de este modo realizan el sacrificio altruista de no transmitir sus genes para así garantizar la pervivencia de la composición genética de la hormiga reina.
En términos generales, la evolución del altruismo constituye un misterio clave y duradero para la biología. Diversos estudios recientes han profundizado en el tema y han descubierto, por ejemplo, que en nuestra especie existiría un “gen del altruismo”.
En relación con la religiosidad, un estudio realizado en 2008 por investigadores de la University of British Columbia (UBC ) de Vancouver, en Canadá, reveló que la religión puede hacer que la gente se muestre más prosocial, con más comportamientos altruistas y generosos, sobre todo cuando dichos comportamientos aumentan la reputación de los individuos dentro de un entorno social específico, cuando las creencias religiosas de dichos individuos han sido reactivadas recientemente o cuando existe la creencia en un Dios controlador.
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