Un equipo de químicos de la Universidad de Bath, en el Reino Unido , está desarrollando un sistema inteligente de vendaje de heridas, que liberará agentes antimicrobianos encapsulados sólo en presencia de bacterias patógenas.
El sistema servirá para tratar las infecciones bacterianas, un problema clínico que se moderó a partir de los años 50 con la aparición de los antibióticos, pero que se ha vuelto a agravar como consecuencia del desarrollo de resistencia a estos medicamentos por parte de las bacterias.
Según publica la revista Physorg, la ventaja de este novedoso vendaje radica en que funciona de manera específica, sólo en caso de que las bacterias sean dañinas para el organismo, y es respetuoso con el resto de las bacterias y, por lo tanto, no afectaría a la microflora normal del organismo.
Las bacterias se ponen la trampa
El primer prototipo de vendaje inteligente ha sido creado con un polímero termoplástico parcialmente cristalino conocido como polipropileno (PP). A este tejido, los investigadores adosaron vesículas que contenían agentes antibacterianos.
Uno de los factores de virulencia de muchas bacterias patógenas (que no poseen las bacterias no dañinas) es que segregan toxinas o enzimas que dañan las membranas celulares, a las que desintegran.
Este mismo mecanismo es el que han aprovechado los investigadores en su trabajo: cuando las bacterias patógenas entran en contacto con el sistema de vendaje inteligente, desintegran las vesículas adosadas a dicho vendaje. Estas vesículas, al romperse, dejan salir los agentes antibacterianos, que destruyen entonces las bacterias nocivas.
Los científicos han probado ya el sistema con poblaciones de dos especies de bacterias:
el estafilococo aureus (bacteria que se encuentra en la piel y en las fosas nasales) y el baciloPseudomonas aeruginosa. Los resultados obtenidos demostraron su efectividad: en ambos casos se constató una disminución significativa en las concentraciones de estas bacterias, y eventualmente una inhibición casi completa.
Las concentraciones de P. aeruginosa se redujeron más rápidamente que las del estafilococo, debido a que las primeras presentaban una sensibilidad más alta a los agentes microbianos encapsulados en las vesículas del tejido que las segundas.
En el mercado en 2017
Por el contrario, en pruebas realizadas con la bacteria Escherichia coli, que no es nociva, se comprobó que el sistema de vendaje ocasionaba sólo una ligera reducción en la concentración de éstas.
Según declaraciones de uno de los autores de la investigación para Physorg, el químico de la Universidad de Bath, Toby Jenkins, la importancia de este trabajo radicaría en que podría dar lugar a un sistema inteligente de vendaje, capaz de discriminar entre bacterias patógenas y no patógenas.
De esta manera, liberaría los bactericidas sólo en heridas en las que hubiese bacterias peligrosas, sin atacar a otras bacterias no dañinas. Esta diferenciación reduciría la presión sobre todo tipo de bacterias, reduciendo también las posibilidades de que éstas evolucionen y desarrollen resistencia a los antibióticos.
En el Journal of the American Chemical Society, los científicos explican que, además de controlar la proliferación de las bacterias con este sistema, están intentando que el tejido inteligente cambie de color en presencia de infecciones, con el fin de que sirva como aviso para médicos y pacientes de la aparición de patógenos en las heridas.
En general, los investigadores esperan que el vendaje inteligente sirva para poteniar la salud, reducir traumas e, incluso, ahorrar dinero. Sin embargo, antes de que éste pueda comercializarse, aún queda encontrar soluciones a diversos problemas, como el de la estabilidad de las vesículas del tejido o el ajuste de las respuestas bactericidas.
Jenkins y sus colaboradores esperan tener un prototipo completo en 2014. Éste deberá probarse durante tres o cuatro años para garantizar su seguridad, por lo que el vendaje inteligente podría llegar al mercado en 2017.
También en otros objetos
En un comunicado de prensa emitido por la Universidad de Bath a principios de este año, se explicaba asimismo que las finas películas con vesículas creadas por los científicos para los vendajes inteligentes pueden ser aplicadas con facilidad a otro tipo de objetos, como otros tejidos, bienes de consumo o dispositivos médicos.
El resultado sería que podrían tenerse diversas superficies con una eficiencia antibacteriana muy alta y eficiente, a muy bajo coste.
Esta tecnología resultará especialmente importante dada la expansión en hospitales del Staphylococcus aureus resistente a meticilina o SARM, una bacteria que se ha vuelto resistente a varios antibióticos, primero a la penicilina en 1947, y luego a la meticilina.
Descubierto originalmente en el Reino Unido en 1961, este estafilococo está actualmente muy propagado y, aunque sus infecciones en personas sanas generalmente no son graves, sí pueden amenazar la vida de pacientes con heridas profundas, catéteres intravenosos u otros instrumentos que introducen cuerpos extraños, o con un sistema inmunitario debilitado.
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