Investigadores del Weizmann Institute of Science de Israel hallaron los principales procesos relacionados con la actividad del interruptor cerebral del hambre, el denominado receptor 4 de melanocortina. Gracias a este descubrimiento, será posible ahora comprender cómo se regula el hambre y avanzar en nuevas estrategias terapéuticas contra la obesidad.
Los especialistas comprobaron también la efectividad de un fármaco que regula este interruptor, que se utilizará para el tratamiento de la obesidad severa causada por ciertos cambios genéticos. Según una nota de prensa, el interruptor molecular genera una sensación de saciedad que podría incrementar notablemente los resultados positivos de los medicamentos orientados a tratar todas las variantes de la obesidad y enfermedades relacionadas.
En la investigación publicada en la revista Science, los científicos explicaron que el receptor MC4 está presente en una región del cerebro llamada hipotálamo. Para ser más precisos, se ubica dentro de un grupo de neuronas dedicadas a calcular el balance energético del cuerpo, procesando una variedad de señales metabólicas relacionadas con la energía.
Encendido o apagado
Si el receptor se encuentra activado, envía señales relacionadas con la saciedad. Gracias a esto, desde la perspectiva del cerebro el hambre desaparece como una opción válida. Sin embargo, si se advierte un descenso en los niveles de energía, otras señales desactivan y «duermen» al receptor MC4. Es entonces cuando comenzamos a sentir hambre.
Cuando existen mutaciones genéticas que inhiben la actividad de MC4 en forma permanente, la persona siente hambre en todo momento y nunca alcanza la sensación de saciedad. Es el caso de diversos trastornos severos ligados con la obesidad, pero que no tienen un origen psicológico o motivado en los hábitos sino una base genética. En esos cuadros, la única alternativa viable es la farmacológica.
Dentro de la investigación realizada por los especialistas israelíes se pudo comprobar que el fármaco setmelanotide, una nueva opción recientemente aprobada para el tratamiento de las variedades más severas de obesidad, logra activar con éxito la dinámica del receptor MC4 en la región del hipotálamo. En consecuencia, se convertirá seguramente en una alternativa viable para mejorar la salud de las personas afectadas por estas patologías.
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El rol del calcio
En el mismo sentido, cabría preguntarse si al poder manejar la actividad del interruptor del hambre también será posible desarrollar otros medicamentos destinados a eliminar o reducir los hábitos que promueven la obesidad común y los desórdenes alimenticios. La respuesta para esta incógnita podría encontrarse en el calcio.
A partir de experimentos bioquímicos e informáticos, los científicos hallaron que el calcio promueve la actividad del receptor MC4, tal como lo hace el fármaco mencionado anteriormente. Según Peter J. McCormick, uno de los autores del estudio, «el calcio ayuda a activar el receptor MC4, mientras al mismo tiempo interfiere las señales relacionadas con el hambre y reduce su actividad. Aparentemente, la señal de saciedad puede competir con éxito con la señal de hambre porque se beneficia de la ayuda del calcio», concluyó.
En consecuencia, el calcio podría ser utilizado para crear alternativas terapéuticas válidas en los casos leves de obesidad o cuando la persona necesita una ayuda externa para cambiar determinados hábitos nocivos. Por último, los expertos resaltaron que han logrado identificar con claridad la actividad del receptor MC4 y diferenciarla de la realizada por otros receptores similares. Gracias a esto, podrán eliminarse los efectos secundarios que se generan cuando se producen interacciones entre diversos receptores ante el uso de ciertos medicamentos.
Referencia
Structure reveals the activation mechanism of the MC4 receptor to initiate satiation signaling. Oksana Degtjarik, Moran Shalev-Benami, Hadar Israeli, Peter J. McCormick et al. Science (2021).DOI:https://doi.org/10.1126/science.abf7958
Foto: Héctor Gómez en Unsplash.
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