Nuestra felicidad depende de unas reservas neuroafectivas que propician el bienestar emocional: nos dan confianza en nuestras decisiones y flexibilidad para adaptarnos a los cambios de la vida.
El bienestar emocional es la capacidad de gestionar con éxito el estrés de la vida y de adaptarnos a los cambios y tiempos difíciles. Es la piedra filosofal de la felicidad: soy capaz de sentirme bien en cualquier circunstancia.
Es el objetivo que, consciente o inconscientemente, perseguimos todos en la vida: ahora hemos descubierto los compuestos específicos del cerebro que proporcionan el bienestar emocional y abierto, tal vez, la posibilidad de regular nuestros sentimientos.
Química de las emociones
Científicos del Instituto Carney de Ciencias del Cerebro de la Universidad de Brown (USA) utilizaron una técnica de imágenes cerebrales no invasiva para determinar cómo determinados compuestos bioquímicos del cerebro se relacionan con las emociones diarias.
Los investigadores se centraron en dos emociones: la capacidad de dar forma al mundo de cada uno (sentido de agencia), y la flexibilidad, la capacidad de responder con fluidez a los eventos a medida que se desarrollan.
Esas dos habilidades mentales dan forma al sentimiento de felicidad que todos perseguimos: la primera hace referencia a la capacidad de sentirnos protagonistas de nuestra propia vida; la segunda es la capacidad para adaptarnos a las circunstancias de la vida.
Medidor de la felicidad
Este estudio es el primero en identificar que un compuesto presente en el cerebro llamado N-acetil-aspartato (NAA) juega un papel clave para sentirnos protagonistas de nuestra propia vida y para ser flexibles ante los cambios.
NAA, que se encuentra en altas concentraciones dentro de las neuronas, se considera un marcador de salud neuronal: ahora sabemos que también mide nuestro nivel de bienestar emocional.
Los investigadores descubrieron que NAA estaba fuertemente relacionado con tres rasgos en individuos sanos: fluidez emocional, sentido positivo de la propia vida y no agresión.
El compuesto NAA se evaluó dentro del cíngulo anterior dorsal, una región del cerebro involucrada en múltiples redes de emoción, cognición y comportamiento.
Reservas neuroafectivas
Según el estudio, los individuos con un nivel más alto de NAA acusan una emoción más inmersiva y rica, en comparación con aquellos con un NAA más bajo.
También muestran un nivel más alto de orientación al objetivo, una emoción más positiva y menos agresión.
Los investigadores definen la relación de NAA con el hecho de sentirnos protagonistas de nuestra vida y con la flexibilidad en personas sanas, como una dimensión novedosa denominada «Reservas Neuroafectivas».
«Estos hallazgos nos dicen cómo la emoción inmersiva, el sentido positivo de la propia vida y la resistencia a la agresión funcionan en el cerebro humano», explica Tara White, directora de esta investigación, en un comunicado.
Y añade: «Estos hallazgos indican que NAA y otros compuestos cerebrales juegan un papel fundamental en el bienestar emocional y en los resultados emocionales positivos en individuos sanos».
Los investigadores también descubrieron que la flexibilidad y el compromiso conductuales estaban moderadamente relacionados con compuestos relacionados con el ácido glutámico, el neurotransmisor más abundante del sistema nervioso. Esos compuestos glutamatérgicos están involucrados en la neurotransmisión excitadora, el aprendizaje, la memoria y el comportamiento dirigido a objetivos.
Bases cerebrales de las emociones positivas
Además, la vinculación afiliativa estaba relacionada con colina, un neurotransmisor involucrado en muchas funciones, entre las cuales se incluye la memoria y el control del músculo. Es un precursor del neurotransmisor acetilcolina, que participa en el aprendizaje emocional.
Estos hallazgos describen las bases cerebrales de la emoción positiva, el compromiso y la conexión interpersonal en personas sanas, destacan los investigadores.
«Este enfoque de imágenes es interesante porque estos compuestos bioquímicos podrían usarse como un marcador cerebral objetivo para los rasgos relacionados con el bienestar», añade Meghan Gonsalves, autora del estudio.
Como siguiente paso, White y su equipo establecerán un programa de investigación de tres frentes sobre las moléculas cerebrales metabólicas que contribuyen a las emociones en adultos sanos.
El objetivo a largo plazo de esta investigación es construir un programa de investigación sobre la neurobiología de las emociones humanas que nos ayudará a gestionarlas mejor.
Referencia
The neurobiology of wellness: 1H-MRS correlates of agency, flexibility and neuroaffective reserves in healthy young adults. Tara L. Whiteab et al. NeuroImage, Volume 225, 15 January 2021, 117509. DOI:https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2020.117509.
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