Utilizados ya para desentrañar los misterios de la gran pirámide de Kefrén, en Egipto, o la Pirámide del Sol de Teotihuacán, en México, unos detectores de partículas cósmicas podrían muy pronto convertirse en un arma eficaz contra el terrorismo nuclear. Estos detectores funcionan a base de muones, partículas subatómicas poco más grandes que los electrones, que se forman en la alta atmósfera y que llegan a la superficie de la Tierra. Penetran todo lo que se les pone en el camino y sólo son detenidos por grandes piedras macizas.
Los muones son las partículas elementales resultantes de los rayos cósmicos y poseen propiedades similares a las del electrón, aunque tienen una masa 200 veces mayor. Son más poderosas que los rayos x o gamma utilizados actualmente para inspeccionar los millones de contenedores que entran en Estados Unidos por carretera, puertos o aeropuertos. Las técnicas radiográficas actuales resultan ineficaces a la hora de detectar materiales nucleares disimulados bajo gruesas capas de metal pesado.
Sin embargo, tal como explica un comunicado del Laboratorio de Los Álamos, la utilización de estas partículas cósmicas podría ayudar al gobierno de los Estados Unidos, que desde el 11 de septiembre teme que haya nuevos atentados terroristas, pero esta vez con bombas nucleares o radiológicas. Las radiaciones que se desprenden de los muones no entrañan peligro de contaminación para los inspectores o pasajeros de los vehículos, al contrario de lo que ocurre con los rayos X y gamma.
Rapidez y eficacia
Hasta ahora resulta imposible controlar todo lo que entra en el territorio del país. De hecho, sólo el 5% de las decenas de millones de contendores que llegan a los puertos estadounidenses son inspeccionados, según estimaciones oficiales.
Morris, que trabaja en el Laboratorio Nacional Nuclear de los Álamos, en Nuevo México, con los físicos Larry Schultz y Rick Chartrand, señala que el prototipo realizado con muones podría adaptarse a las diferentes necesidades de control de mercancía.
La radiografía de los muones es más eficaz porque estas partículas, que continuamente bombardean nuestro planeta procedentes de todas partes, tienen suficiente energía como para penetrar profundamente en las rocas y en los metales pesados.
De esta manera, los materiales que tienen un núcleo atómico muy denso, como el plutonio, el uranio o el plomo, producen un campo electromagnético muy poderoso que desvía el flujo de muones aún más que el de otros metales menos pesados como el acero o el aluminio.
Puesto que los muones caen sobre la Tierra en línea recta y desde todos los ángulos, se trata de tener dos detectores que midan la entrada de estas partículas en un camión, un coche o un contenedor, y dos que controlen la salida.
Cualquier distorsión de los rayos de muones permitiría detectar y localizar objetos de gran densidad que se encuentre en el interior de los vehículos, por más escondidos que estén. También se podrían diferenciar los materiales, cosa que no pueden hacer los rayos X y los rayos gamma.
Gracias a un programa informático que contuviera las descripciones de los diferentes tipos de materiales, los medidores serían capaces de reconocer una bomba o aún materiales nucleares. La tasa de error sería inferior al 3%, y se podría reducir. El coste de la fabricación de un detector de muones sería de un millón de dólares, y permitiría comprobar el contenido de un coche en sólo 20 segundos, y el de un camión en un minuto.
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