Un nuevo estudio realizado en la Universidad de Bonn, en Alemania, proporciona información crítica sobre la pérdida de masa de hielo ocurrida en el pasado en la Antártida: después del calentamiento natural que siguió a la última Edad de Hielo, hace unos 20.000 años, hubo períodos repetidos en los que masas de icebergs se desprendieron de la Antártida hacia el Océano Austral.
La nueva investigación, publicada recientemente en la revista Nature Communications, ha comprobado que solo tomó diez años iniciar este punto de inflexión en el sistema climático, y que la pérdida de masa de hielo continuó durante muchos siglos. De acuerdo a una nota de prensa, los datos arrojan luz sobre aquello que podría suceder en el futuro del continente blanco.
Todo indica que, en la actualidad, la aceleración de la pérdida de masa de hielo en la Antártida en las últimas décadas puede marcar el comienzo de un período autosustentable e irreversible de retroceso de la capa de hielo, así como un aumento sustancial del nivel del mar en todo el mundo.
Escombros que hablan del pasado
El nuevo estudio, encarado por un equipo de investigación internacional dirigido por el Dr. Michael Weber del Instituto de Geociencias de la Universidad de Bonn, se centró en un modelo de datos aplicado a investigar a la Antártida como el continente que posee la capa de hielo más grande de la Tierra. Según los científicos, descubrir aspectos desconocidos de su pasado puede servir para predecir el comportamiento de las capas de hielo en el presente y en el futuro, como así también el impacto de las mismas sobre el nivel del mar.
Los especialistas pudieron identificar y fechar ocho fases diferentes caracterizadas por grandes desprendimientos en la capa de hielo antártica, luego del último máximo glacial. Fue posible caracterizar estas fases a partir de los escombros liberados por los icebergs, que se van acumulando en el fondo del océano.
Al mismo tiempo, los investigadores concluyeron que cada una de estas ocho fases desestabilizó la capa de hielo de la Antártida en solamente una década, propiciando un aumento global del nivel del mar que según las estimaciones podría haberse extendido por un período de hasta un milenio. Sin embargo, la reestabilización posterior también se concretó con gran rapidez, en un ciclo de diez años.
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Se enciende la alarma
Por otro lado, los científicos sostienen que existen múltiples evidencias que marcan que la aceleración de la pérdida de masas de hielo en la Antártida en las últimas décadas puede ser el inicio de un período prolongado de desprendimientos, con fuertes consecuencias sobre el incremento del nivel del mar en todo el planeta.
Si 20.000 años atrás se requirió solamente una década para producir desprendimientos de gran magnitud, los datos actuales encienden la alarma: si la capa de hielo de la Antártida se comporta en el futuro como lo hizo en el pasado, el «vuelco» o punto de inflexión registrado al finalizar la última Edad de Hielo podría estar experimentándose nuevamente ahora mismo.
Una reestabilización sin fecha precisa
Además, los especialistas no creen que sea posible vislumbrar con certeza cuándo se iniciaría el proceso de reestabilización que se concretó en el pasado, porque en la actualidad la incidencia del cambio climático y el calentamiento global han modificado los «relojes naturales» y los ciclos que se han documentado en períodos previos de la historia de nuestro planeta.
Para los científicos, la finalización del ciclo de pérdidas en las masas de hielo y el reestablecimiento de las condiciones previas estarán directamente ligados al grado de impacto de las modificaciones ambientales que se concreten en el futuro. En definitiva, la posibilidad de preservar cierta estabilidad en el nivel de los mares y de conservar un ambiente tan rico en recursos de todo tipo como la Antártida depende en gran parte de las decisiones que tomen los gobiernos y las sociedades en las próximas décadas.
Referencia
Decadal-scale onset and termination of Antarctic ice-mass loss during the last deglaciation. Michael E. Weber, Nicholas R. Golledge, Chris J. Fogwill, Chris S.M. Turney and Zoë A. Thomas. Nature Communications (2021). DOI: https://doi.org/10.1038/s41467-021-27053-6
Foto: Uni Bonn/ Michael Weber.
Sería preferible que la llamaran Antártica en vez de Antártida.