¿Por qué no comer insectos?, se preguntaba Vincent Holt en 1885, en un artículo publicado por el diario norteamericano St Paul Daily Globe.
En él, Holt sugirió que los insectos pueden actuar como una fuente fundamental de alimento para los seres humanos.
Aunque es una idea que produce rechazo entre los occidentales, lo cierto es que los insectos han sido y son un alimento en muchos lugares del mundo.
Como Holt señaló, «los insectos nutren a los vegetales y son limpios, sabrosos y saludables… También son tremendamente eficientes transformando la vegetación en proteína comestible. Así, 100 kilos de alimento dan lugar a 40 kilogramos de grillos… y a solo 10 kilogramos de carne de vacuno”.
Tomando como punto de partida esta idea, una diseñadora portuguesa llamada Susana Soares, especializada en el rediseño tecnológico de la naturaleza, ha buscado la manera de hacer más atractivo el consumo de bichos para los humanos. Para ello, ha desarrollado una tecnología que mejora la estética de productos alimenticios elaborados con insectos.
Bichos en torta
En la página web del proyecto “Insectos al gratén” se explica, más concretamente, el desarrollo de una máquina de hacer galletas basada en una impresora 3D. Estas impresoras realizan «impresiones» tridimensionales, a partir de diseños realizados por ordenador, para generar piezas o maquetas volumétricas.
¿Cómo funcionaría el invento? Parece sencillo: Los insectos comestibles se secan y se muelen hasta convertirlos en polvo. Después, la harina resultante se mezcla con mantequilla helada, crema de queso o agua; así como con un agente gelificante y aromatizante que le da la consistencia adecuada para pasar a través de la boquilla de la impresora 3D.
La estética que tendrá el producto final está diseñada previamente, y es generada por la propia impresora, que deja el producto listo para comer o para cocinar, informa la web del proyecto.
Ventajas del consumo de insectos
En ella se cuestiona si, con este sistema, los occidentales podremos superar nuestra aversión a comer bichos.
Los insectos comestibles – termitas, insectos palo, libélulas o saltamontes, entre otros- forman parte del menú de un 80% de la población del planeta, por su alto valor nutricional.
Por ejemplo, cuatro saltamontes pueden aportar tanto calcio como un vaso de leche, y los escarabajos contienen más proteínas que la carne de vacuno.
En todo el mundo, se consumen más de 1.000 especies de insectos.
Para ilustrar este dato: las «tortas Kungu» – hechas con mosquitos – son un manjar en algunas partes de África; y en México se comen más de 200 especies de insectos. En este país, la demanda es de hecho tan alta que unas 40 especies de insectos están amenazadas.
Exposición en Londres
La impresora 3D que transforma los bichos en atractivos productos comestibles estará expuesta hasta el próximo cinco de mayo en la Wellcome Collection de Londres. En este evento, que comienza hoy, se explorará el futuro de la alimentación humana y se debatirá el consumo de insectos como alternativa potencial a la tradicional fuente alimenticia animal.
Asimismo, se harán demostraciones del funcionamiento de la impresora 3D diseñada por Soares y se considerarán temas como la producción de desechos de la industria alimenticia, la superpoblación, la deforestación y el cambio climático.
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