El éxito de cualquier tipo de contenido publicado en internet se mide por indicadores como el número de páginas vistas o “Me gusta”, pero esto no siempre lleva aparejada una cantidad económica detrás, lo que dificulta en muchos casos el mantenimiento del sitio. Más aún si carece de anuncios u otro tipo de publicidad con la que financiarse. Existe la posibilidad de pedir colaboración a los internautas a través de donaciones, ya sea mediante tarjeta de crédito o cuenta Paypal, aunque no sea una práctica muy extendida.
Sin embargo, investigadores de la Universidad de Luxemburgo pueden haber encontrado una solución. Su fórmula se postula como un método seguro y anónimo para que lectores, espectadores y jugadores puedan pagar por contenidos online sin necesidad de hacer un ingreso en efectivo.
«Cualquier sitio web podría participar, ya fuera un portal de noticias, un blog, un servidor de vídeo en streaming, de videojuegos o redes sociales», señala Alex Biryukov, profesor de Ciencias de la Computación en la Universidad de Luxemburgo. El mecanismo es bien sencillo. Según explica la universidad en un comunicado, cada vez que a un usuario le guste el contenido de una página podría optar por donar una pequeña cantidad de potencia de cálculo de su ordenador en señal de agradecimiento o como forma simbólica de pago.
Monedas virtuales como Bitcoin pagan por utilizar este poder de procesamiento para los miles de millones de cálculos que necesitan llevar a cabo para mantener sus cuentas virtuales. Así, a través de estas donaciones se generarían pagos en moneda virtual a los proveedores de contenido. Este sistema se podría convertir en un modelo estándar para remunerar a autores, artistas y otros generadores de contenidos en la red.
Garantizar la privacidad
Los usuarios podrían estar de acuerdo en donar hasta un 10-20 por ciento de su potencia de cálculo sin que ello afectara de forma negativa al rendimiento del equipo. De hecho, los ordenadores actuales tienen varios núcleos de procesamiento que permanecen inactivos con frecuencia durante el uso normal. El único coste para el usuario sería un ligero aumento en el consumo eléctrico para alimentar el procesamiento adicional, pero esto sería una suma insignificante.
La cuestión es encontrar una fórmula que permita realizar este proceso de forma totalmente anónima y segura, evitando que los usuarios puedan ser identificados o hackeados después de participar. En este punto se centra la investigación realizada por la Universidad de Luxemburgo, que muestra por primera vez cómo esto es posible.
Cuando se completa el cálculo, se genera un certificado de «prueba de trabajo» verificable y se envía al proveedor de contenido mediante una red anónima como puede ser Tor, un mecanismo que cambia el modo de enrutado tradicional de Internet para garantizar la privacidad de los datos, protegiendo así al usuario. El proveedor de contenido recibe entonces el pago en forma de moneda virtual según la cantidad de cálculo llevada a cabo por el usuario.
“Cada operación sería sólo un micro-pago de una fracción de céntimo, pero podría convertirse en una importante fuente de ingresos para los proveedores de contenidos más populares», advierte el profesor Biryukov. Sobre todo teniendo en cuenta la “fuerte barrera psicológica” que existe actualmente contra el pago de contenidos online.
Para animar a más generadores de este tipo de “Me gusta” de pago, el proveedor de contenido podría optar por ofrecer servicios o contenidos adicionales para los usuarios más fieles, tal como hacen ya muchas publicaciones online con sus socios. «Este nuevo método podría ser potencialmente revolucionario, ya que se puede llevar a cabo de una manera perfectamente segura y privada sin la molestia de hacer una transferencia de dinero estándar», apunta Biryukov.
Donaciones altruistas
El método impulsado por la Universidad de Luxemburgo permitiría realizar donaciones a creadores de contenido de todo tipo. A cambio, el internauta forma parte de lo que se conoce como computación voluntaria, o lo que es lo mismo, la unión de un gran número de equipos en una misma infraestructura de telecomunicaciones.
Como ya contó Tendencias21, esta técnica desarrollada desde finales de los noventa ha permitido que más de un millón de internautas de todo el mundo hayan cedido parte de la capacidad de procesamiento de su ordenador personal mientras estaba en desuso. El boom comenzó con el proyecto SETI@home, que buscaba vida extraterrestre, aunque más tarde se amplió a otros fines en materia de salud y sostenibilidad, como un servicio filantrópico gratuito a la comunidad científica.
Todo ello gracias a la Infraestructura Abierta de Berkeley para la Computación en Red (BOINC, por sus siglas en inglés), una plataforma de código abierto creada en 2002 para aprovechar el tiempo de inactividad de los ordenadores, a lo que después se sumarían también móviles y tabletas. Se trata de una de las más populares, y sobre la que se sustentan iniciativas como la impulsada por la fundación Ibercivis, el proyecto de computación distribuida más importante de España.
Nacida de la cooperación entre la Universidad de Zaragoza, el CSIC o el Ministerio de Economía y Competitividad entre otros, se ocupa de investigar en campos como la nutrición, divulgación científica, recursos hídricos, astronomía, psiquiatría, farmacia, epidiemología o matemáticas.
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