La agencia espacial norteamericana NASA proyecta crear en la Luna un archivo biológico y cultural de la humanidad, una especie de santuario de nuestra civilización, para preservar el legado humano en caso de que un meteorito destruya la Tierra.
El proyecto completa otro anterior de la NASA para la construcción de una base humana permanente en la Luna para el año 2020, del que informó en 2006 The Washington Post.
Estados Unidos planea volver al satélite en esa fecha para construir una base permanente en la Luna en la que puedan vivir los humanos mientras se resuelven los problemas técnicos de otro proyecto aún más ambicioso: que nuestra especie llegue a colonizar Marte.
Esta base lunar permanente permitirá además que se generen y alberguen nuestro satélite archivos de información sobre los logros culturales y científicos de la humanidad, que los humanos que se encuentren allí podrían devolver a la Tierra una vez pasada la hipotética catástrofe.
Salvaguardar el patrimonio humano
La gigantesca base de datos de nuestra civilizavión está siendo desarrollada por la International Space University (ISU, con sede en Francia, y en su creación participan diversos profesionales, como James Burke, especializados en alunizajes y en la supervivencia tras el impacto de un gran meteorito contra la Tierra.
Según estos expertos, nuestro planeta es siempre vulnerable a este tipo de eventos celestes, que se calcula pueden producirse una vez cada 1.000 años, según explicamos en otro artículo de Tendencias21.
El último meteorito importante cayó sobre nuestro planeta el 30 de junio de 1908 y explotó a una altura de 8.000 metros sobre el valle rocoso del río Toungouska, en Siberia. Entonces se pudieron encontrar restos de polvo cósmico a lo largo de 250 kilómetros hacia el noroeste de la explosión, polvo que estaba compuesto por magnetita u óxido de hierro magnético, y pequeños cristales de roca fundida.
Se calcula que el meteorito de Toungouska tenía 60 metros de diámetro y una masa de un millón de toneladas. Su impacto liberó una energía 1.000 veces superior a la de la bomba de Hiroshima. Otro famoso impacto tuvo lugar hace 49.000 años y produjo el Meteor Crater, en el norte de Arizona.
Tal y como señala la ISU, el archivo lunar serviría para evitar la pérdida de los tesoros de nuestra civilización en caso de que la Tierra se vea de nuevo golpeada por un meteorito mucho mayor que el de Toungouska, impacto que supondría un cataclismo generalizado. Las posibilidades tecnológicas actuales permiten almacenar todo el patrimonio humano del que disfrutamos actualmente, además de que proporcionan medios de recuperación.
Diversos destinos para la humanidad
La NASA se propone así enviar a la Luna dispositivos robotizados que alberguen toda la información recopilada, para enterrarlos a un metro de profundidad bajo la superficie lunar.
Conjuntos duplicados de estos dispositivos de información se situarán asimismo en nuestro planeta, en lugares tales como los silos armamentísticos abandonados. Por otro lado, se planea generar un sistema de recuperación de datos, que permita posteriormente abrir los archivos en caso de necesidad.
La recuperación de datos sería llevada a cabo, en un futuro hipotético, por los humanos que vivan en el satélite y que llegarán allí en 2020. La NASA habla así de una división sin precedentes en la especie humana en dos ramas: una lunar y otra terrestre.
La posibilidad del impacto con un meteorito
Todas estas pretensiones que parecen de ciencia ficción surgen de una preocupación cada vez más creciente entre los científicos: la de la posibilidad del impacto de un gran meteorito contra nuestro planeta. La Tierra se encuentra, por primera vez en 30 millones de años, en el primer período de alta probabilidad de sufrir una colisión de estas características.
La mayor amenaza que se conoce hasta el momento es la del asteroide bautizado como MN4, de 300 metros de diámetro, que en el año 2034 podría chocar contra nosotros. Con vistas a afrontar el peligro, en julio de 2005 la NASA envió una nave llamada Deep Impact a una distancia de más de 400 millones de kilómetros para que chocara contra el cometa Temple 1, en principio para obtener datos del cometa, pero también para conocer las posibilidades reales que tiene la tecnología de desviar con explosivos la órbita de posibles impactadores.
Un meteorito de gran tamaño que chocara contra nuestro planeta tendría catastróficas consecuencias para la vida en la Tierra, pudiendo ocasionar una extinción masiva de las especies que lo habitan, entre ellos los humanos. En la actualidad se sabe de la existencia de 100 cuerpos celestes con capacidad para destruir la Tierra, pero también que hay entre 1.700 y 3.000 asteroides desconocidos que en algún momento pueden colisionar con la Tierra sin que podamos preverlo.
Si las misiones para desviar sus órbitas fracasaran, y finalmente estos cuerpos celestes alcanzaran nuestro planeta, sólo quedaría la posibilidad de una repoblación planetaria posterior, así como de una recuperación de nuestros conocimientos. Tanto grupos humanos como archivos de información podrían esperar en la Luna hasta que ese momento llegase, para posteriormente reinstalarse en el planeta.
De esta forma, si algún día la civilización humana desapareciera como consecuencia del impacto de un meteorito gigante contra la superficie terrestre, tal y como ocurrió con la extinción de los dinosaurios, los restos de nuestros logros como especie podrán regresar a este planeta, junto con los humanos que para entonces vivirán en la luna, comenta al respecto National Geographic.
Los asteroides son objetos rocosos y metálicos que orbitan alrededor del Sol, pero que son demasiado pequeños para ser considerados como planetas. Se conocen como planetas menores, y giran en órbitas elípticas, sobre todo entre las órbitas de Marte y Júpiter. Cuando un asteroide atraviesa nuestra atmósfera y se desintegra se llama meteoro. Los fragmentos que caen sobre nuestro planeta son conocidos como meteoritos.
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