Los seres humanos son más propensos a condenar el mal comportamiento de otros cuando se sienten observados, revela un estudio reciente, realizado por el investigador Pierrick Bourrat, del departamento de filosofía de la Universidad de Sidney, en Australia, en colaboración con Nicolas Baumard, de la Universidad estadounidense de Pensilvania y Ryan McKay, de la Universidad de Londres.
La investigación, que ha aparecido detallada en un artículo de la revista Evolutionary Psychology, confirmó la predicción de que las personas que creen que alguien las observa, aunque posiblemente no sean del todo conscientes de esa sensación, tienden a expresar una desaprobación mayor hacia las transgresiones morales que las que no se sienten observadas. Esta expresión aumentada estaría relacionada con la percepción de la propia reputación.
Doble autoconciencia implicada
Según se explica en un comunicado de la Universidad de Sidney, para probar su hipótesis, los investigadores presentaron a una serie de personas dos situaciones en las que se producían sendas transgresiones morales: la acción de quedarse con el dinero de una cartera ajena encontrada, y la de falsificar un currículum.
A la mitad de los participantes en la prueba se les mostraron estas situaciones en un papel en el que, además, aparecía la imagen de unos ojos, mientras que al resto de los participantes se les presentaron las mismas situaciones, en este caso acompañadas por una imagen de flores.
Los individuos del primer grupo, que vieron los ojos en el papel, evaluaron ambas acciones como moralmente menos aceptables que aquéllos que habían visto flores. Según explica Pierrick Bourrat, de estas reacciones puede concluirse que: “las señales de vigilancia –representadas por la imagen de los ojos- habrían activado las normas morales interiorizadas de los participantes, también conocidas como autoconciencia particular”.
“Adicionalmente (dado que esta primera reacción no excluiría a una segunda) dichas señales habrían activado también mecanismos mentales implicados en la creencia de que un determinado comportamiento está siendo observado. En este caso, se habría puesto en marcha la llamada autoconciencia pública, que es la impresión de que las acciones personales se ajustan o no al estándar de las normas morales aceptadas”, señala el investigador.
“La gente que demuestra un apoyo explícito a los modelos compartidos de comportamiento estaría motivada por un deseo de mantener su reputación. El hecho de no expresar dicho apoyo a las normas morales puede generar suspicacia en otros”, añade Bourrat.
Influencia de presencias no conocidas
La evidencia de que los individuos regulan sus expresiones públicas acerca de juicios morales en función de si se sienten o no observados, así como del efecto de esta observación en su propia reputación, sugiere que este tipo de declaraciones juega un importante papel en el comportamiento cooperativo.
Por otro lado, las constataciones realizadas en el presente estudio vierten luz tanto en la política como en la religión. Según Bourrat: “Todos estamos familiarizados con los políticos que expresan puntos de vistas sobre temas morales en entornos privados o en el entorno de su propio partido, y otros puntos de vista mucho más condenatorios sobre esos mismos temas cuando hacen declaraciones públicas”.
En lo que se refiere a la religión, el presente estudio forma parte del proyecto Explaining Religion (EXREL) o “Explicando la religión”, una iniciativa de investigación interdisciplinar subvencionada por la Comisión Europea, con la que se está intentando comprender tanto las características universales de las tradiciones religiosas como los mecanismos cognitivos que subyacen al pensamiento y al comportamiento religiosos de los seres humanos.
Este proyecto tiene cuatro objetivos científicos principales: caracterizar con precisión los elementos básicos de todas las religiones, establecer las causas principales de la religiosidad, definir las variaciones en el grado de elaboración de cada elemento del repertorio de las diversas tradiciones religiosas, y desarrollar modelos de simulación de las transformaciones que, en el futuro, podrían sufrir sistemas religiosos específicos.
Aunque los resultados obtenidos en la investigación de Bourrat y sus colaboradores no prueban que la fe en la existencia de un dios crítico o que “juzga” esté relacionada con el comportamiento cooperativo, sí que demuestran que en el ser humano se da un proceso mental sensible a los juicios de presencias no del todo conocidas o no del todo vistas, afirman los investigadores.
Modificación de juicios, y de comportamiento
El condicionamiento de la “sensación de ser observados” en la expresión de los juicios morales constatado en este estudio hace recordar los resultados obtenidos en una investigación anterior, concretamente de 2010, en este caso realizada por científicos de la American University de Washington y publicada por el Journal of Criminal Justice.
En esta investigación se estableció, a partir de datos de la denominada General Social Survey, que, al menos en Estados Unidos, la afiliación a cualquier doctrina cristiana suponía un incremento de la propensión individual a apoyar la pena de muerte, en comparación con individuos no religiosos.
Por otro lado, estudios anteriores han demostrado que, además de a los juicios, la percepción de la existencia de un dios que “observa” o que es crítico puede afectar a los comportamientos morales. Es el caso de una investigación reciente, llevada a cabo por científicos de la Universidad de Oregón, en Estados Unidos, con 100 estudiantes, en la que se estableció que el temor a Dios puede propiciar comportamientos morales.
En 2010, además, un estudio realizado por científicos de la Universidad de Queens en Belfast, reveló que niños y adultos modificaban su comportamiento, si se creían observados por algún agente sobrenatural.
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