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Las propuestas de Thomas S. Kuhn siguen vivas después de medio siglo

Las propuestas de Thomas S. Kuhn siguen vivas después de medio siglo

Hace medio siglo, en 1962, se publicó un pequeño libro que ha dado mucho que hablar en todos los ámbitos del conocimiento humano: “La Estructura de las Revoluciones Científicas”. Su autor, Thomas Samuel Kuhn, un físico que se pasó a la Historia de las Ciencias, sigue siendo debatido. Su contenido no deja indiferente. Incluso, su epistemología está presente en algunos estudiosos de las religiones. Los conceptos de “ciencia normal”, “revolución científica”, “paradigma”, “comunidad científica” y otros han pasado al patrimonio de la epistemología. ¿Han muerto las ideas de Kuhn? ¿Siguen vivas en el siglo XXI? Por Leandro Sequeiros.

Las propuestas de Thomas S. Kuhn siguen vivas después de medio siglo

En 1962 se publicó un libro pequeño de tamaño, con pretensiones de ensayo filosófico, que ha hecho mucho ruido en el mundo científico, filosófico y teológico. Se trata de La Estructura de las Revoluciones Científicas. Su autor, Thomas Samuel Kuhn, poco conocido hasta entonces, fue un físico que empezó a derivar hacia la Historia de la Ciencia. ¿Qué queda de las propuestas de Kuhn medio siglo después? ¿Qué impacto ha tenido en las tendencias de las religiones ?

Desde esta revista digital, Tendencias21, estamos descubriendo que si se mira hacia el futuro, se está modificando el paradigma de nuestro mundo. Y necesariamente, debe cambiar el paradigma de las religiones. Es la tesis que el profesor Javier Monserrat propone a debate:

En nuestra opinión, una de las tareas más importantes que tiene pendiente todavía el mundo cristiano es entender y proclamar su kerigma teológico de acuerdo con la idea que hoy tenemos del mundo real. Idea que no es trivial porque el mundo real creado por Dios no es el mundo conocido en otras épocas, sino el mundo que hoy conocemos, entre otras cosas, tras el ingente y serio proceso de investigación en la ciencia moderna. La ontología del universo es así la “forma de ser real” del universo creado por Dios. Por ello, la obra del Dios de la Creación –tal como hoy la podemos conocer– es el punto de partida para entender cuál es el plan divino que, para los creyentes, se ha manifestado en lo que hemos llamado la Voz del Dios de la Revelación. La obra de Dios en la Creación es el punto de apoyo fundamental para saber cómo debemos proclamar hoy ante el mundo el kerigma cristiano. En este artículo (en dos partes, I y II) quiero referirme sólo a algunos aspectos concretos de la ontología antigua (la que debería ser superada) para compararlos con la ontología real del mundo que hoy nos descubre la ciencia moderna. Hay quienes piensan que ciertos contenidos del kerigma cristiano (o de la dogmática cristiana) sólo pueden ser entendidos desde el paradigma antiguo. En otras palabras: que la imagen moderna de la realidad no es compatible con ciertos contenidos de la dogmática cristiana (por ejemplo, con lo que hasta el momento se ha entendido por “alma” en el mundo cristiano). Sin embargo, debemos decir que no es así, y debemos razonarlo.

Muchas de las concepciones religiosas que están cambiando pueden ser analizadas desde una epistemología que tiene sus raíces en La Estructura de las Revoluciones Científicas de Thomas Samuel Kuhn. Por ello, no es gratuito incluir su figura en este apartado de Tendencias21.

Thomas S. Kuhn (1922-1996)

Thomas Samuel Kuhn nació en el año 1922 en la ciudad de Cinccinnati (USA). Primero estudió Ciencias Física en la prestigiosa Universidad de Harvard. En el año 1947 defiende su tesis de doctorado en Física. En esa época, queda fascinado por la historia de la astronomía y decide abandonar la investigación empírica para dedicarse a la historia y filosofía de la ciencia.

Casi toda su vida universitaria la realiza como profesor en Princeton. Con 57 años, en 1979, obtiene una plaza de profesor de Filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusset. En el año 1991 se realiza su jubilación académica. Fumador empedernido, y aquejado de cáncer, fallece el 17 junio 1996 en su casa de Cambridge (Massachusset). Con ocasión de su fallecimiento, la prensa se hizo eco de ese acontecimiento (J. Mosterín (1996), «Las revoluciones científicas». El País, septiembre de 1996; L. Sequeiros, (1996) La última lección de Thomas S. Kuhn, Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, AEPECT, 4(1), 79-80).

El concepto que siempre defendió de lo que es la filosofía de la ciencia fue polémico en una época en que las ideas de Popper eran incuestionables. Para Kuhn, la filosofía de la ciencia es, básicamente, la reflexión filosófica sobre la construcción, la reelaboración, la sustitución y la reconstrucción de las teorías científicas. Proceso que -en su opinión -no siempre sigue el camino ortodoxo de la lógica.

El enfoque de toda la obra escrita de Thomas S. Kuhn es histórico-sociológico. Kuhn analiza desde las ciencias de la naturaleza el desarrollo histórico real de las grandes concepciones del mundo. Para ello, confiere gran importancia al comportamiento de los científicos. Le interesa desentrañar el carácter humano (y por ello, pefectible) de cualquier elaboración de la ciencia. En concreto, a Kuhn le interesa mostrar cómo los científicos (o mejor, las comunidades científicas) elaboran, difunden, utilizan, aplican, aceptan o rechazan las diversas teorías de las ciencias.

La obra escrita de Thomas S. Kuhn

No son muchas las obras de Kuhn. De ellas destacamos, por orden cronológico: The Copernican Revolution. Planetary Astronomy in Development of Western Thought, publicada en 1957 (en español, sin embargo, se simplificó el título: 1978, La revolución copernicana, Ariel, Barcelona). Esta es su primera incursión crítica en la historia de las ciencias a partir del desarrollo de las imágenes del universo, desde las concepciones míticas hasta las modernas. El interés se central en los factores que confluyen en el cambio de concepción del mundo obrada por Copérnico.

Su trabajo más conocido, traducido a muchas lenguas y del que se han hecho mulchas ediciones es The Structure of Scientific Revolutions (La Estructura de las Revoluciones científicas). Publicado en inglés 1962 (hace 50 años), es un ensayo breve sin notas a pie de página. Como una reflexión personal provocadora. Posteriormente, en 1970, salió a la luz la 20 edición a la que añadió un postscriptum, referente a la clarificación de algunos de sus conceptos dada la polémica suscitada. La primera edición en español es de 1972 (Fondo de Cultura Económica, México) y aún se hacen reediciones.

Un trabajo menos conocido pero muy sugerente es La Historia de la Ciencia (publicado en 1968, como un capítulo de la International Encyclopedia of the Social Sciences, vol. 14. En español, esta Enciclopedia de las Ciencias Sociales está traducida en 1979).

Una publicación de la que hablaremos más adelante y que clarifica muchas de sus ideas es: Lógica del descubrimiento o psicología de la investigación (Lakatos y A. Musgrave, edit. (1970), en español, La crítica y el desarrollo del conocimiento, 1975, Grijalbo, Barcelona).

También es clarificador su ensayo Segundos pensamientos sobre paradigmas (Suppe edit.1974, en español, 1979: La Estructura de las Teorías científicas, UNED, Madrid, 1977). Una recopilación de artículos de Kuhn se encuentra en: The essential Tension (1977). En español, La Tensión Esencial se publicó en 1982 (Fondo de Cultura Económica, México).

El pensamiento de Kuhn sobre la ciencia y el método científico

Kuhn expuso su modelo sobre la ciencia y el método científico en su obra más emblemática, La Estructura de las Revoluciones Científicas. Sin embargo, algunos autores opinan que es necesario reconocer que ha habido, al menos, dos etapas en la vida de Thomas S. Kuhn: antes y después de la famosa Postdata: 1969 (incluida al final de la edición española del libro citado).

Algunos de los críticos de Kuhn afirman que éste abandonó muchas de sus tesis principales a partir del seminario de Bedford College (1965) tal como se expresa en la citada Postdata: 1969. Tras ella, vendrían sus Segundos pensamientos sobre los paradigmas (1974) y The Essential Tension (1977).

Sistematizar en unas cuantas frases el pensamiento de un filósofo que ha invertido muchos años a perfilar, retocar y justificar sus planteamientos, es una tarea imposible. Aún así, intentaremos en este apartado diseñar los andamiajes esenciales de su pensamiento.

Repito en este lugar, que mi planteamiento personal no es aséptico. No oculto mi interés por las ideas kuhnianas que, desde mi punto de vista, poseen un mayor poder explicativo de muchos procesos de desarrollo científico que las de los otros autores. Aún así, dejo a la libertad de cada cual poder asumir la postura que crea más conveniente.

El “primer Kuhn”

Para el primer Kuhn, el de La Estructura de las Revoluciones Científicas, el progreso científico tiene un marco muy bien descrito. Para Kuhn, los investigadores y los científicos han tenido dos «ritmos» de innovación y de producción científica: el ritmo que él mismo denomina de «ciencia normal» y el de la «ciencia extraordinaria» (en la cual se dan las revoluciones científicas). Los conceptos de estadio de ciencia normal, de ciencia extraordinaria y de revolución científica, pese a su carácter discutible, han pasado ya al patrimonio común de los filósofos de las ciencias y también de los científicos.
Si se desea un breve resumen, el modelo epistemológico del primer Kuhn, -el más genuino- se puede sistematizar en siete puntos:

1. Ciencia normal-ciencia extraordinaria: El primer punto se refiera a la introducción de un concepto polémico: el concepto de ciencia normal se contrapone al de ciencia extraordinaria. Contrariamente a lo que se piensa, Kuhn dedica muchas páginas a justificas lo que es la ciencia normal; y es precisamente este concepto por el que fue más criticado por Popper y los popperianos.

Para Kuhn, en los laboratorios, universidades y demás centros científicos (tanto de ciencias de la naturaleza como de ciencias sociales) se hace lo que él denomina como ciencia normal. Pero ¿qué es la ciencia normal? El siguiente texto, situado al inicio de su obra más conocida, La Estructura de las Revoluciones Científicas expresa bien su pensamiento: «En este ensayo, «ciencia normal» significa investigación basada firmemente en una o más realizaciones científicas pasadas, realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento para su práctica posterior» (capítulo II, pág. 33).

Y más adelante: «La ciencia normal, (…) es una empresa altamente acumulativa que ha tenido un éxito eminente en su objetivo, la extensión continua del alcance y la precisión de los conocimientos científicos» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VI, pág. 92).

Un elemento esencial de la ciencia normal es que ésta es compartida por un grupo respetable de investigadores que asumen esos conceptos, reglas y métodos. Este grupo, recibe el nombre de comunidad científica y es la protagonista del quehacer de la ciencia.

El concepto de «ciencia normal» fue criticado duramente por otros filósofos de la ciencia. Y a esta polémica aludiremos más adelante. Baste con saber que, para Kuhn, durante los períodos «largos» de la historia de la ciencia, los investigadores se han apoyado en los contenidos, principios y reglas metodológicas compartidas. Por lo general, el trabajo que realizan los científicos se reduce a resolver algunos de los problemas (o enigmas) que suele presentar la ciencia normal. Pero los científicos no pueden ni quieren en absoluto destronar el estado actual de la ciencia.

Las propuestas de Thomas S. Kuhn siguen vivas después de medio siglo

2. Paradigma: El segundo punto, muy relacionado con el concepto de ciencia normal, se refiere al concepto kuhniano más conocido, discutido y a la par más fecundo: el concepto de paradigma. Se han encontrado muchas definiciones de paradigma en la obra kuhniana (a ello se ha aludido más arriba). Para Kuhn, los científicos de todos los tiempos, al hacer ciencia normal, lo han hecho dentro de grandes construcciones científicas que dan pie a determinadas tradiciones compactas de investigación científica sirven de «modelo» o «patrón» para la práctica científica cotidiana: esta construcciones hacen las veces de «paradigma», de patrón, de molde en el que se incluye el trabajo de la ciencia normal.

Estas realizaciones son asumidas en momentos históricos por la comunidad científica y se expresan en tratados científicos clásicos: así, la Física de Aristóteles, el de Revolutionibus de Copérnico, los Principia de Newton, la Chemie de Lavoisier, los Principles of Geology de Lyell, el Origen de las especies de Darwin. Estos textos expresan y sistematizan el saber en un momento determinado y son reconocidos por los científicos como depositarios de un saber nuevo. Pero, a la par, estas construcciones científicas eran bastante incompletas. Tenían problemas no resueltos. No son un armazón sólido e indestructible. No son perdurables ni tienen pretensión de eternidad y de verdad absoluta sobre el mundo. Este texto expresa bien su pensamiento:

«Voy a llamar, de ahora en adelante, a las realizaciones que comparten esas dos características, «paradigmas», término que se relaciona estrechamente con «ciencia normal» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. II, página 34).

Pero, como se ha dicho antes, el concepto de paradigma queda siempre impreciso y abierto. Veamos otras definiciones (que son más bien descripciones): «el paradigma representa el trabajo que ha sido realizado de una vez por todos» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. III, página 51). Y más adelante: «En su uso establecido, un paradigma es un modelo o patrón aceptado y este aspecto de su significado me ha permitido apropiarme de la palabra «paradigma» a falta de otro término mejor» (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. III, pág. 51). «Para los científicos, al menos, los resultados obtenidos mediante la investigación normal son importantes, debido a que contribuyen a aumentar el alcance y la precisión con la que puede aplicarse un paradigma» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. IV, pág. 69).

Y otras más: «Una investigación histórica profunda de una especialidad dada, en un momento dado, revela un conjunto de ilustraciones recurrentes y casi normalizadas de diversas teorías en sus aplicaciones conceptuales, instrumentales y de observación. Esos son los paradigmas de la comunidad revelados en sus libros de texto, sus conferencias y sus ejercicios de laboratorio» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. V, pág. 80).

El concepto de paradigma se relaciona con el conocimiento impartido en las aulas de ciencias: «El estudio de los paradigmas (..) es lo que prepara principalmente al estudiante para entrar a formar parte como miembro de la comunidad científica particular con la que trabajará más tarde.

Como el concepto de paradigma no parecía bien delimitado, Kuhn se ve en la necesidad de precisarlo en la famosa Posdata: 1969. Escribe: «Un paradigma es lo que los miembros de una comunidad científica comparten y, recíprocamente, una comunidad científica consiste en hombres que comparten un paradigma». ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, Posdata: 1969, pág. 271).

Y lo que comparten los miembros de una comunidad científica no es solamente unas teorías racionales sino otros muchos elementos no estrictamente procedentes del campo de las ciencias. Dentro de estos paradigmas hay constelaciones de elementos como son las visiones del mundo, atravesadas de valores, ideologías, y métodos no estrictamente científicos. Como buen historiador de las ciencias investiga los mecanismos ocultos que dan lugar a las nuevas teorías. Muchas veces, el proceso de creación científica es ocasional o plagada de otros contenidos ajenos al pensamiento científico (filosofías, ideología, aspectos psicológicos y religiosos…).

3. Cambios en la Ciencia: El punto tercero, dentro de esta apresurada síntesis del pensamiento kuhniano, se refiere a una cuestión de gran importancia: ¿cómo cambian las ideas científicas? Y en el lenguaje de Kuhn: ¿cómo llega a admitirse un nuevo paradigma? Tanto los positivistas como Popper tienen una respuesta: por argumentos lógicos. Para Kuhn, la respuesta es diferente: la tarea normal de los científicos es resolver enigmas dentro del paradigma imperante. Pero cuando en un cuerpo científico se descubren anomalías (fenómenos nuevos, inesperados, no previstos) lo primero que hacen los científicos es integrarlos, asimilarlos, incluirlos en el paradigma vigente, modificándolo. Con frecuencia, todo presunto científico que se las de de «innovador» se le mira con ojos de sospecha cuando no se da un paso más y es tachado de hereje o perturbador. La comunidad científica es siempre psicológicamente conservadora, resistente al cambio. Y es normal. A ningún grupo humano le satisface que le remuevan bajo los pies las cimientos sobre los que edifica sus conocimientos.

La palabra enigma (acertijo, problema, pensamiento lateral) es ampliamente utilizada por Kuhn. Veamos unos textos: «Los términos «enigma» y «solucionador de enigmas» realzan varios de los temas que han ido sobresaliendo cada vez más en las páginas precedentes. Los enigmas son, en el sentido absolutamente ordinario que empleamos aquí, aquella categoría especial de problemas que pueden servir para poner a prueba el ingenio o la habilidad para resolverlos» (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. IV, pág. 70).

Y más adelante: «La ciencia normal no tiende hacia novedades fácticas o teóricas y,cuando tiene éxito, no descubre ninguna. Sin embargo, la investigación científica descubre repetidamente fenómenos nuevos e inesperados y los científicos han inventado, de manera continua, teorías radicalmente nuevas» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VI, pág. 92).

4. Enigmas que resolver: La tarea de la comunidad científica, que investiga dentro de un paradigma, es resolver las preguntas problemáticas, los enigmas que se van presentando. De este modo, un paradigma va siendo progresivamente precisado y ampliado, corregido y matizado. Esto lleva -irónicamente- no a su consolidación sino hacia su paulatino debilitamiento. Así ocurrió con la astronomía ptolemaica. Esta es cada vez más compleja con el objeto de poder «salvar los fenómenos», explicar de modo racional e hipotético los enigmas que presenta la realidad natural.

Esta intuición kuhniana nace de su conocimiento de la historia de la ciencia. Veamos unos textos: «Cuanto más exacto y comprensivo es un paradigma, tanto más sensible se vuelve como indicador de anomalías, dando así ocasión a un cambio de paradigma» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VI, pág. 111). «Para ser aceptada como paradigma, una teoría debe parecer mejor que sus competidoras; pero no necesita explicar y, en efecto, nunca lo hace, todos los hechos que se puedan confrontar con ella» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. II, pág. 44).

Y otros textos más: «Estas transformaciones de los paradigmas de la óptica física son las revoluciones científicas y la transición sucesiva de un paradigma a otro por medio de una revolución es el patrón usual de desarrollo de una ciencia madura» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. II, pág. 36). «Una de las cosas que adquiere una comunidad científica con un paradigma, es un criterio para seleccionar problemas que, mientras se dé por sentado el paradigma, puede suponerse que tiene soluciones» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. IV, pág. 71).

Desde el punto de vista de la sociología y de la psicología de la ciencia, la crisis es de ordinario la condición previa para la sustitución del modelo explicativo antes vigente.

5. Cambio de paradigma: Pero ¿como se produce el reemplazamiento de un paradigma por otro? Kuhn tiene muy claras las ideas: «Una vez que una teoría científica ha alcanzado el status de paradigma, no será declarada inválida mientras no haga acto de presencia otro candidato que pueda ocupar su lugar». (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VIII, pág. 128). Por tanto, un paradigma no cae para que otro emerja. La condición necesaria es que aparezcan interpretaciones alternativas a la tradicional que expliquen de modo más simple y complexivo el enigma que se propuso. Veamos otro texto: «El rechazar un paradigma sin reemplazarlo por otro, es rechazar la ciencia misma. Ese acto no se refleja en el paradigma sino en el hombre. De manera inevitable, será considerado por sus colegas como «el carpintero que culpa a sus herramientas» (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VIII, pág. 131). La decisión de rechazar un paradigma siempre lleva consigo la decisión de adoptar otro nuevo y el juicio que condice a tal decisión implica la comparación de ambos paradigmas con la naturaleza y entre sí.

6. Sustitución revolucionaria: Ya hemos visto que el proceso es el de sustitución. Pero ¿qué ritmo tiene esa sustitución? Kuhn es muy claro en este punto: la sustitución de un paradigma por otro no es un proceso gradual, lento, poco a poco. Es una sustitución llamémosla sin ambages «revolucionaria»; esto es, violenta, súbita, radical. «Los episodios extraordinarios en que tienen lugar esos cambios de comportamientos profesionales son los que se denominan en este ensayo revoluciones científicas (…) Parece como si toda la comunidad de expertos se trasladase de repente a otro planeta, en el que los objetos conocidos se presentan bajo una nueva luz y otros desconocidos se asocian a ellos» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, capítulo I, pág.27).

Y más adelante: «La transición de un paradigma en crisis a otro nuevo del que pueda surgir una nueva tradición de ciencia normal, está lejos de ser un proceso de acumulación, al que se llegue por medio de una articulación o una ampliación del antiguo paradigma. Es más bien una reconstrucción del campo, a partir de nuevos fundamentos, reconstrucción que cambia algunas de las generalizaciones teóricas más elementales del campo, así como también muchos de los métodos y aplicaciones del paradigma» (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VIII, pág. 139)

Aquí podría encontrarse el núcleo esencial del pensamiento de Kuhn: el desarrollo científico no se debe solo ni exclusivamente a la aplicación sobre los problemas de la naturaleza unas reglas metodológicas de investigación. Existen enigmas en la naturaleza que se han abordado desde otras perspectivas. Por tanto, las teorías científicas decididamente nuevas no nacen por verificación (como decían los positivistas e inductivistas), ni por falsación (como dice Popper) sino por sustitución (sumamente penosa y compleja en cada caso, con elementos psicológicos y sociológicos) del modelo explicativo (matriz disciplinar, paradigma) antes vigente por otro nuevo. A este proceso de las ciencias de la naturaleza, que no es simplemente irracional, pero tampoco totalmente racional, se llama «cambio de paradigma».

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7.Inconmensurabilidad: El séptimo punto de esta síntesis se refiere a otro punto controvertido en la filosofía de la ciencia. Para Kuhn, cuando un paradigma sustituye revolucionariamente a otro, no hay posibilidad de mostrar cuál es mejor. No existe una vara de medir objetiva para determinar qué paradigma es mejor. La ciencia no progresa necesariamente. Dice Kuhn: «En principio, las teorías anticuadas no dejan de ser científicas por el hecho de que hayan sido descartadas» ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. I, pág. 22). La teoría antigua y la teoría nueva, el paradigma antiguo y el paradigma emergente no pueden compararse de acuerdo con un baremo. Kuhn discute si existe una inconmensurabilidad de los paradigmas: ) es imposible para un filósofo «medir» o «comparar» unos paradigmas con otros para emitir un juicio sobre su bondad? Un paradigma es siempre una concepción del mundo y por ello no hay datos neutrales para comparar las consecuencias de ambos paradigmas. Veamos estos textos: «Puesto que el vocabulario con el que se discuten dichas situaciones se componen mayormente de los mismos términos, de cualquier modo, deben vincularlos a la naturaleza de manera diferente y su comunicación es, de modo inevitable, meramente parcial. Como resultado, la superioridad de una teoría respecto a otra, es algo que no puede probarse a través del debate» (La Estructura de las Revoluciones Científicas, Posdata: 1969. pág. 303). «El rechazar un paradigma sin reemplazarlo por otro, es rechazar la ciencia misma. Ese acto no se refleja en el paradigma sino en el hombre. De manera inevitable, será considerado por sus colegas como «el carpintero que culpa a sus herramientas» (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VIII, pág. 131).

Thomas Kuhn y sus discrepancias con Popper

Tal vez, el aspecto más relevante del temperamento de Kuhn estriba en haber opuesto al pensamiento excesivamente racionalista del maestro Popper. Una frase kuhniana que expresa muy bien el sentido de su discrepancia es esta, tomada de La Estructura de las revoluciones científicas: «ningún proceso histórico descubierto hasta ahora por el estudio del desarrollo científico se parece en nada al estereotipo metodológico de la demostración de la falsedad por medio de la comparación directa con la naturaleza. Por el contrario, es precisamente lo incompleto y lo imperfecto del ajuste entre la teoría y los datos lo que define muchos de los enigmas que caracterizan a la ciencia normal. Si todos y cada uno de los fracasos en el ajuste sirvieran de base para rechazar las teorías, todas las teorías deberían ser rechazadas en todo momento» (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VIII, pág. 128).

La publicación del polémico ensayo de Thomas S. Kuhn desató en el mundo de la filosofía de la ciencia una viva polémica. Se puede decir, que la década de 1960 marca una época de un antes y un después de la filosofía de la ciencia. Hay acontecimiento posterior a la publicación de La Estructura de las Revoluciones Científicas que va a marcar lo que será la epistemología hasta fin de siglo. En 1965 se celebró en Bedford College (Princeton) un Seminario Internacional de Filosofía de la Ciencia.

La honestidad del debate fue de gran interés para aclarar posturas, perfilar problemas y diseñar intentos de comprensión y de síntesis. El pensamiento de Kuhn brilló a gran altura y, aunque su postura era minoritaria, le obligó a reformular muchas de sus intuiciones. En las Actas de las sesiones del mismo se contienen las aportaciones de los participantes: el propio Karl Popper, Thomas Kuhn (al principio y al final), Imre Lakatos y otros expertos en filosofía de la ciencia. Conocer algunos de los puntos del debate puede ser de gran interés por cuanto ayudan a repensar la naturaleza.

La filosofía de la ciencia desde los años sesenta: el seminario de Bedford College (1964)

Ya he insistido una y otra vez que – en mi opinión y la de otros autores – la filosofía de la ciencia se hace diferente a partir de 1965. De alguna manera, en la reunión del ya citado seminario de Bedford College se produce un salto cualitativo. Allí se enfrentan dos modelos epistemológicos diferentes: por un lado, el modelo estrictamente racionalista, asentado e incuestionable hasta entonces de Karl R. Popper; por otra parte, el modelo historicista, psicológico y sociológico, defendido y propuesto como innovador por el filósofo Thomas Samuel Kuhn.

Este acontecimiento ha sido reconocido posteriormente y se le reconoce como una de las reuniones de filosofía de la ciencia más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Tuvo la virtualidad de hacer madurar, modificar, matizar y rectificar muchas de las posturas que se habían defendido en solitario durante treinta años. Una reunión nunca es una pérdida de tiempo. Sobre todo, si hay espacio para debatir, explicar y defender.

El desarrollo del debate puede encontrarse en el tomo cuatro de las Actas: LAKATOS, I. Y MUSGRAVE, A. edit. (1970) Criticism and the growth of knowlewdge (Cambridge, University Press). En español: La Critica y el desarrollo del Conocimiento (Grijalbo, Barcelona, 1970). Los expertos valoran de modo muy diferente las aportaciones del Seminario. Para algunos, hay un falso debate entre Popper y Kuhn. Para otros, Bedford College marca un antes y un después en la filosofía de la ciencia.

Después de este seminario, Kuhn publicó la segunda edición de La Estructura de las Revoluciones Científicas, con una Posdata de 1970. Por su parte, y a nuestro parecer, como consecuencia de los debates del seminario, el filósofo y educador Stephen Toulmin publica el tomo I de Human Understanding (1972) (trad.española: La Comprensión Humana, Alianza Universidad, 1977). También Paul Feyerabend publica en 1974, Agains Method (edic.española, Contra el Método, 1987) y el húngaro Imre Lakatos publica Historia de la Ciencia y sus reconstrucciones racionales (1971) y la Respuesta a mis Críticos (1970).

La intervención de Thomas Kuhn era esperada con expectación. Su intervención inicial, ¿Lógica del Descubrimiento o psicología de la investigación?, suponía un reto: es una respuesta al título de la obra fundacional de Karl Popper (La Lógica de la Investigación Científica). Como Popper había criticado a Kuhn por su concepción de la ciencia de tipo historicista/ sicológico, Kuhn se defiende atacando y afirma que no ha sido entendido. Se defiende de la acusación de psicologista (reducir el descubrimiento científico a un mero mecanismo psicológico) y afirma estar más cerca de Popper de lo que muchos creen.

¿Hay un «segundo» Thomas S. Kuhn?

Como se dijo más arriba, hay autores que han querido ver «otro» Kuhn diferente a partir del enfrentamiento con Popper en 1965, con ocasión del Seminario de Bedford College. Esto, según aquéllos, llevó a Kuhn no solo a clarificar su postura sino incluso a modificar su posición. Desde entonces, Kuhn es más cauto en el uso de la palabra mágica (paradigma) que es sustituida por la de matriz disciplinar.

Esa matriz disciplinar está formada por tres elementos: las llamadas «generalizaciones simbólicas», que se refieren a los componentes formales de la matriz disciplinar; los «modelos», que son guías para la investigación; y los «ejemplares» o problemas concretos y los «valores compartidos» por los científicos.

En esta ponencia, reproducida después en La Tensión Esencial (1977), Kuhn hace una distinción interesante entre «descubrimientos predichos por la teoría» y «descubrimientos predichos fuera de la teoría». Los primeros petenecen a las unidades del modelo y los segundos a los llamados «enlaces» o «puentes» que se establecen entre dos matrices disciplinares sucesivas. Kuhn intenta especificar cuáles son los factores objetivos que pueden servir de criterio para discernir entre una buena teoría y una teoría científica rechazable. Las cinco características propuesta por Kuhn son las siguientes:

«Primero, una teoría debe ser rigurosa dentro de su dominio, es decir, las consecuencias deducibles de la teoría deben estar en demostrado acuerdo con los resultados de los experimentos y observaciones existentes. Segundo, una teoría debe ser consistente, no solamente internamente o consigo misma, sino también con otras teorías aceptadas actualmente y aplicables a aspectos de la naturaleza relacionadas con dicha teoría. Tercero, debe tener un amplio campo de aplicación: en primer lugar, está designada para explicar observaciones particulares, leyes o subteorías. Cuarto, y estrechamente relacionado, debe ser simple, introduciendo orden a los fenómenos que en su ausencia estarían aislados individualmente y, en conjunto, confusos. Quinto, un punto algo menos convencional, pero de especial importancia para las decisiones científicas efectivas, una teoría debe ser fructífera respecto a nuevos descubrimientos de investigación, esto es, debe revelar nuevos fenómenos o relaciones anteriores no señaladas entre aquellas ya conocidas».

Existe, como se ve, un significativo acercamiento a muchas de las grandes tesis de Popper. Por su parte, Karl Popper en su ponencia, La Ciencia normal y sus peligros, acepta el concepto general de lo que Kuhn describe como «ciencia normal». Pero en sus palabras se desliza el miedo a las consecuencias que este concepto kuhniano pueda tener. Popper precisa que la ciencia es un edificio; pero apunta que el científico lo mejora sin destruirlo. Como buen conservador, Popper no cree en «revoluciones», en cambios violentos. Llega a decir que el científico «normal» descrito por Kuhn es una persona a quien hay que tener pena. Ningún científico honesto considera que hace «ciencia normal».

También critica Popper el concepto de «enigma» kuhniano. Lo que para Kuhn es un «enigma», debe considerarse como un «problema» científico que se puede resolver con una adecuada metodología. Popper acusa a Kuhn de haber leído su libro «Lógica de la Investigación Científica» con ideas preconcebidas, con prejuicios. La tarea del científico es la de resolver (tratar racionalmente) los problemas que la naturaleza nos propone. Popper insiste que un paradigma es más bien un programa de investigación (y aquí recoge este término de Lakatos) que una teoría dominante, y que la lógica de Kuhn es la lógica del Relativismo Histórico.

En otra de las intervenciones del seminario de Bedford College, la profesora Margaret Marterman se refiere al concepto kuhniano de paradigma (su ponencia se titula La naturaleza del Paradigma). Analiza este concepto en Kuhn y para ello parte de 4 puntos: el primero de ellos es reconocer la dificultad del mismo Kuhn para definir lo que es un Paradigma. Una lectura atenta de sus obras lleva a la conclusión de que existen hasta 21 definiciones diferentes de lo que es un paradigma. Por tanto, este concepto es problemático en la misma epistemología kuhniana. En segundo lugar, la originalidad de Kuhn estriba en que la descripción que este hace de lo que es un paradigma es más sociológica que filosófica. Es un concepto funcional que, en su opinión, tiene una operatividad multiusos. Es más: Mastermann opina que no tiene contenidos. Puede funcionar aunque no haya teoría filosófica que lo sostenga.

El tercer punto de la ponencia de la profesora Margaret Mastermann se refiere a la centralidad del papel de la ciencia normal. ¿Es esta central o es accesoria en todo el edificio epistemológico de Kuhn? El mismo Popper había reconocido en esta el concepto más importante y problemático. ¿Es este el punto débil del edificio kuhniano?

El cuarto punto problemático es e carácter ontológico de los paradigmas. ¿Son éstos imágenes metafísicas, ideales, irreales, teóricas del mundo? ¿Tienen los paradigmas base real? ¿Representan una imagen concreta, palpable, experimentable, positiva de la naturaleza? Este punto es de gran relevancia, por cuanto está muy relacionado con la construcción social de las imágenes racionales del mundo, que es el objeto de la ciencia. Evidentemente, he aquí un problema abierto para el cual, con frecuencia, es muy difícil decantarse racionalmente por una postura. En nuestro caso, apostamos por la tesis de que la ciencia es una construcción social y paradigmática de la naturaleza que propone imágenes racionales del mundo. Al menos es la postura que proponemos modestamente en este libro sin descalificar las demás opciones epistemológicas que son también coherentes.

Por su parte, el filósofo y educador Stephen Toulmin (al que nos referiremos más adelante) se pregunta: ¿Es adecuada una distinción entre ciencia normal y ciencia revolucionaria? Toulmin, coherente con su epistemología «darwinista», pone en cuestión muchos de los conceptos básicos kuhnianos. En esta posición se ha de reconocer que es consecuente con sus concepciones darwinistas de la generación de conocimiento científico, de las que diremos algunas ideas enseguida. Afirma Toulmin que el concepto de paradigma de Kuhn no tiene nada de novedoso. Es equivale al concepto de «presuposiciones absolutas» de Collingwood. Por ello, cree que las llamadas pretenciosamente revoluciones kuhnianas no son realidades históricas y absolutas, sino puramente «nombres» (etiquetas) dados a cambios de ritmo en los procesos de la ciencia y que, en el fondo, son procesos más rápidos pero no por ello discontinuos sino continuos.

El profesor de la Universidad de Cornell, L. Pearce Williams dio su opinión en su ponencia Ciencia Normal, Revoluciones Científicas e Historia de la Ciencia. Para él, el concepto kuhniano más justamente criticado no es el de revolución científica sino el de ciencia normal. Con la historia de la ciencia en la mano: ¿se puede decir que ha existido ciencia normal? ¿tiene alguna base histórica la aceptación de largos períodos de ciencia normal en el desarrollo del pensamiento científico?

Tal vez, en su opinión, esta es la divergencia fundamental entre Popper y Kuhn. Para Popper, la ciencia siempre está en un estado de revolución, de cambio, de innovación. Para Kuhn, sin embargo, la revolución científica es un hecho aislado, puntual, localizado históricamente, separado del siguiente por largas etapas de ciencia normal. Ambos hechos se proponen por Kuhn como hipótesis sin contrastar por la realidad de la historia de la ciencia. Por ello, Williams aboga por iniciar un proceso de investigación histórica a fondo para procurar acotar qué cosa es una revolución científica.

Lakatos: falibilismo frente a falsacionismo

La intervención, muy larga, beligerante y combativa a favor de Popper del filósofo de origen húngaro Imre Lakatos (el título de su ponencia fue Falsación y metodología de los Programas de Investigación Científica) partió de la afirmación de que la ciencia moderna ha desmoronado el edificio sólido de las certezas. Para unos, el conocimiento científico es «verdad probable» (tal como propusieron Carnap y el Círculo de Viena); y para otros, el conocimiento científico es «verdad por consenso (mudable)» (en esta expresión puede desvelarse una clara alusión a las ideas tachadas de relativistas de Thomas Kuhn).

Para Lakatos, el método de Popper haber abordado las cuestiones claves de la epistemología. Por un lado, en haber comprendido la audacia en las conjeturas por un lado, y la austeridad en las refutaciones por otro. Esto hace que Popper sitúe a la ciencia en un estado revolución permanente.

Popperiano hasta el final, Lakatos no duda en criticar abiertamente a Kuhn cuando afirma claramente que: «La revolución en la ciencia es excepcional, y la verdad -extracientífica – y la crítica -en épocas normales – una maldición». Para Lakatos, Kuhn propone una «mudanza religiosa» de las teorías científicas, algo así como la caída de Pablo de Tarso del caballo cuando iba de viaje camino de Damasco, tal como relatan los Hechos de los Apóstoles.

Especialmente clarificadoras para los filósofos de la ciencia, para los científicos y -cómo no -para los profesores y profesoras de ciencia son sus reflexiones sobre el falsacionismo y sobre las ideas kuhnianas. Tuvo la osadía y la habilidad para sistematizar muy bien su pensamiento desmarcándose del de Kuhn en varios puntos:

Pero Lakatos intenta poner distancias entre Kuhn y Popper. Entre el falibilismo kuhniano (para el cual las teorías científicas, con el tiempo, se debilitan hasta ser sustitudas) y el falsacionismo popperiano (que postula que las teorías deben ser falsadas para ser deshechadas), )por quién se debe inclinar el filósofo de la ciencia?.

Lakatos acepta que el justificacionismo (la necesidad neopositivista de verificar las afirmaciones científicas) ya se ha perdido. Para esta corriente epistemológica el conocimiento científico consistía en proposiciones demostrables. Frente a ellos, Popper propone el falsacionismo, tal como hemos visto en el capítulo anterior. Pero aquí la aportación de Lakatos es clarificadora: es necesario diferenciar tres niveles de falsacionismo:

a) El Falsacionismo dogmatico (o naturista): según este nivel, todas las teorías científicas son suceptibles de ser falsadas. No existe ninguna teoría cierta para siempre. Los científicos sólo les cabe refutar, falsar. Lakatos dice que este nivel corresponde al Popper-cero, una etapa muy incipiente del pensamiento popperiano.

b) El nivel del Falsacionismo metodológico es más maduro y elaborado. Es una especie de convencionalismo, por el cual los científicos acuerdan lo que es científico y lo que no lo es. Popper quería encontrar un criterio de demarcación entre ciencia y no ciencia que fuese, al mismo tiempo, más objetivo y más agresivo. Lo encuentra en el concepto de «falsación»: una teoría es científica si puede ser falsada.

El falsacionismo metodológico es convencionalista y falsacionista al mismo tiempo. Pero difiere de los convencionalistas por sustentar que los enunciados decididos por consenso no son universales, sino singulares; difiere de los falsacionistas dogmáticos por sustentar que el valor de la verdad de las afirmaciones científicas no puede ser probado con hechos siempre, sino que a veces se deciden por consenso. Hay un tipo ingenuo, el de Kuhn, por el que intenta probar los cambios de paradigma en términos de psicología social. (Para Lakatos, este es el falsacionismo defendido por Popper en los años veinte, y lo denomina el Popper-uno).

c) El tercero de los niveles de comprensión del falsacionismo es el del Falsacionismo metodológico sofisticado: difiere del ingenuo tanto en las reglas de aceptación (criterio de demarcación) como en las reglas de falsación o eliminación. (Es el falsacionismo del Popper-dos de los años 50). Para el falsacionismo ingenuo, cualquier teoría que se pueda interpretar como experimentalmente falsable es aceptable o científica. Para el falsacionismo sofisticado, una teoría será aceptable o científica si tiene un exceso corroborado de contenido empírico en relación a su predecesora (o rival), es decir, si lleva al descubrimiento de nuevos hechos.

Para Lakatos, el Falsacionismo metodológico sofisticado ofrece nuevos patrones para la honestidad intelectual. De los empiristas heredó la determinación de aprender principalmente con la experiencia; de los kantianos, el enfoque activista de la teoría del conocimiento; de los convencionalistas, la importancia de las decisiones en metodología. El falsacionismo metodológico sofisticado sustituye el concepto de Teoría (como concepto de descubrimiento) por el de serie de teorías. Esta continuidad avala la ciencia y es un verdadero programa de investigación.

La intervención de Paul Feyerabend

Otro de los filósofos de la ciencia invitados al Seminario de Bedford College de 1965, es el polémico anarquista Paul Feyerabend. Su ponencia se tituló Consolando al especialista. En ella critica a Kuhn por su supuesta ambigüedad. Critica la función de la llamada ciencia normal como «presupuesto necesario» para las revoluciones científicas. Para Feyerabend, no se sabe si Kuhn descubre la realidad o da unas orientaciones metodológicas. ¿Tienen realidad ontológica los paradigmas? ¿Son simplemente artificios metodológicos para explicar la realidad? Feyerabend no ve con claridad que las revoluciones sean deseables. Es claro que hay cambios científicos que ocasionan un cambio de paradigma. Pero las revoluciones no se dan en la realidad, sino que son simplemente una «transferencia de Gestalt», una reestructuración cognitiva que no tiene correspondencia directa con la realidad.

La postura de Feyerabend sobre el llamado progreso de la ciencia es claro. No se puede decir que un cambio en las concepciones científicas, en los paradigmas, sea un cambio «a mejor». Es decir, que en la ciencia haya una línea de progreso. Para este autor, los paradigmas emergentes antes y después de una revolución científica tienen una característica esencial: son inconmensurables (es decir, no se pueden comparar entre sí porque son cambios cualitativos y no cuantitativos). Feyerabend añade al modelo kuhniano otro modelo de inconmensurabilidad: el de sentidos: para él, los mundos de dos observadores son en definitiva distintos, por cuanto cada cual atribuye a la realidad significados diferentes. También difiere de Kuhn en que éste enfatiza los rasgos dogmáticos, autoritarios y tacaños de la Ciencia Normal, de modo que conduce a un «cerramiento mental» temporal. Feyerabend va a más: para él no existe como realidad la ciencia normal.

«Reflexiones sobre mis críticos»

La última de las intervenciones en el Seminario de Bedford College correspondió de nuevo a Thomas S. Kuhn con una ponencia denominada Reflexiones sobre mis críticos. En un estilo desenfadado e irónico, manifestó su ignorancia sobre ese personaje que se llamaba igual que él pero con cuyas ideas no se identificaba. En síntesis, cree que hay 5 puntos de su verdadero modo de pensar que han sido atacados y mal comprendidos y necesitan clarificación:

1. Kuhn manifestó que había sido mal entendido en su opinión sobre la metodología de la ciencia. Evidentemente se desmarca del racionalismo dogmático pero resaltó que hay que destacar el papel que tienen la historia y la sociología de la ciencia en la comprensión de los cambios científicos. Son falsas las acusaciones de historicista, relativista o sociologista. La ciencia tiene una metdología, pero no se pueden olvidar las influencias extracientíficas en la construcción de las teorías.

2. El segundo punto sobre el que Kuhn pensó que no había sido bien interpretado era sobre su concepto de Ciencia Normal, de su naturaleza y de sus funciones. Todos los que intervinieron en el Seminario (salvo Toulmin) creen en cambios bruscos en la aparición de las construcciones científicas, en lo que había llamado las revoluciones científicas. Popper habla de revoluciones permanentes en la ciencia, y que por ello lo que no tiene objeto es la ciencia normal. Kuhn insistió en la distinción entre ambas, y en su papel creativo dentro de la historia de la ciencia. A la acusación de Popper de que la ciencia normal «es un peligro para la ciencia y aun para nuestra civilización», Kuhn responde que se limita a describir la naturaleza de la actividad científica sin emitir juicios (que se limita a los datos de la sociología y de la psicología de la ciencia).

3. El tercer punto es la clarificación kuhniana sobre los modelos de cambio científico en la historia de la ciencia. ¿Se puede demostrar, a partir de la historia de la ciencia, que ha existido en alguna ocasión Ciencia Normal? Kuhn cree en la existencia real de una ciencia normal. Si hay revoluciones es que hay ciencia normal. Y esta ciencia normal es cualitativamente diferente de la ciencia revolucionaria. Kuhn reconoce en en muchas ocasiones es difícil discriminar si hay ciencia normal o revolucionaria. Habría que preguntarse: )para quién?. Así, la astronomía copernicana fué revolución para todos. El oxígeno de Lavoisier, para los químicos. Es necesarioen este punto dar más importancia a la comunidad científica como unidad productora de conocimiento científico. Es necesario acudir siempre a la historia social y cultural de la Ciencia.

4. El cuarto punto clarificador se refiere a la idea kuhniana de la irracionalidad y la elección de teorías. Kuhn se siente atacado de relativista, irracional o de populista (la verdad es la verdad de la mayoría, la del consenso). A las acusaciones de Lakatos de que esta defendiendo la irracionalidad, Kuhn contesta que la etiqueta de irracionalidad es una palabra hueca. Por otra parte, ataca a Feyerabend en su terreno: la defensa de la irracionalidad por parte de Feyerabend le parece a Kuhn «absurda y obscena». Niega que los paradigmas triunfen por una estética mística. Hay razones como la exactitud, amplitud, simplicidad, productividad y otras. La elección de una teoría es- como dice Lakatos- la elección de un programa de investigación. Son los especialistas los que aplican los valores científicos. Pero Kuhn es cauteloso para usar la palabra verdad. La palabra verdad tiene demasiado peso, demasiada tradición, demasiada filosofía tras ella. Hay que ser muy cauto a la hora de etiquetar una teoría como verdadera.

5. El quinto y último punto que necesita clarificación se refiere a la inconmensurabilidad de los paradigmas: si decimos que avanza la ciencia es porque comparamos el paradigma anterior y el nuevo y deducimos que ha habido progreso científico. Pero Feyerabend arguye: )es que los paradigmas son comparables?. Cree que son in-conmensurables (no son medibles y por ello no hay criterios de comparación entre ellos).

Kuhn diferencia dos grados de inconmensurabilidad: la de modelos y la de observaciones. En la primera de ellas, reconoce que las matrices disciplinares (paradigmas) determinan lo que es significativo como problema y por ello también como solución. Dos modelos no son fácilmente comparables. Hay también inconmensurabilidad de observaciones por cuanto los científicos trabajan con paradigmas opuestos. Desde estos, «ven» (organizan en su mente) las cosas de diferente manera. En esto coincide con la psicología cognitiva y el modelo gestáltico (global y sistémico) de acercarse a la realidad de la naturaleza. Cada ser humano repiensa la naturaleza desde posturas previas y desde concepciones del mundo que escapan a lo puramente racional y empírico.

En resumen, Kuhn se defiende diciendo que no ha sido comprendido, que Popper, Lakatos y sus críticos tienen una interpretación sesgada de su pensamiento. Como puede verse, el debate clarificador sigue abierto.

Conclusión

Puede ser discutible el que existan dos Thomas Kuhn: uno, el de La Estructura de las Revoluciones Científicas, y otro posterior a 1965, tras el Seminario de Bedford College. Personalmente me inclino por esta postura. Pero está abierta al debate. Lo que sí parece indiscutible es que, después de medio siglo, el ensayo de Kuhn de 1962, sigue vivo. Y en sociología de las religiones el uso de la epistemología kuhniana parece aún vigente.

RedacciónT21

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