Ficha técnica
Título: Misión y lugar de las mujeres en las Iglesias
Autores: Joseph Famerée, Marie Élisabeth Henneau, Élisabeth Parmentier y Anne Marie Reijnen
Edita : Narcea, S.A. de Ediciones
Colección: Mujeres
Traducción: Carolina Ballester Meseguer
Encuadernación: Tapa blanda
Número de páginas: 134
ISBN: 978-84-277-1740-4
Precio: 17,50 euros
La pujanza de los movimientos feministas desde el pasado siglo llega también al ámbito de la teología y de la Iglesia. Ha sido un tópico que, dentro de ésta, el papel de la mujer ha sido siempre de subordinación al hombre y, por lo general, un tanto marginal. Sobre el tema se ha escrito abundantemente, a veces, con títulos tan significativos como ¿Es cristiano ser mujer?; el denominado Informe Sheffield sentó un precedente de gran importancia. Y no es un tema que se pueda considerar pasado de moda; aún se escribe sobre el particular, como, por ejemplo, dentro de esta misma editorial, Teólogas, musulmanas y feministas. Y, generalmente, estos planteamientos siguen recibiendo el mismo trato por parte de los estamentos eclesiales, especialmente católicos, caracterizado por un acendrado androcentrismo, a veces, con notables salidas de tono, como la respuesta de un obispo afirmando que las mujeres no pueden ser sacerdotes como él, el obispo, no puede parir.
Este libro recoge las conferencias pronunciadas en un ciclo, organizado por la Fundación Sedes Sapientiae y la Facultad de Teología de la universidad católica de Lovaina (Louvain-la-Neuve), celebrado en febrero-marzo de 2009.
La primera de tales conferencias pretendía dar respuesta a la pregunta: ¿Son las teologías feministas un reto para las Iglesias? Su lectura puede suscitar otras cuestiones; por ejemplo, si la problemática feminista está tan debilitada que ya es incapaz de interpelar a las iglesias que la han integrado; o, también, si el feminismo se ha radicalizado tanto que ya no tiene nada que ver con el cristianismo.
Élisabeth Parmentier recorre el camino seguido por este fenómeno, que hizo su entrada en la teología tras haber ido cubriendo etapas en otros campos de las ciencias humanas; y lo hizo porque su movimiento en tres frentes (emancipación de las mujeres dentro de las iglesias; su exigencia de una mayor formación teológica de las mujeres; y la reivindicación de sus derechos) alcanzó un punto de encuentro entre ellos.
A partir de aquí, la autora hace un recorrido por la larga senda que han tenido que andar las mujeres y, más concretamente, el feminismo para llegar a su estatus actual. En este recorrido, se analiza la importancia del movimiento ecuménico, haciendo hincapié en The Community of women and men in the Church: The Sheffield Report, considerado el informe más interesante y rico, hasta hoy, del Consejo Mundial de las Iglesias sobre reflexiones teológicas de las mujeres.
Estudia el combate de las mujeres contra las diversas opresiones ligadas al sexismo en cuatro ámbitos: 1) la rebelión contra las tradiciones eclesiales, considerando las diferentes actitudes de la Iglesia Católica y de las Iglesias de la Reforma, dando origen a novedosas interpretaciones teológicas; 2) la Biblia, nuevamente revisada para comprender la interpretación masculina que se da a sus textos, que ha llevado a la teología feminista a sentirse cada vez menos atraída por el cristianismo tendiendo más actualmente hacia la búsqueda de una espiritualidad multirreligiosa; 3) Las características clásicas de Dios, hasta ahora claramente masculinas, han de ser reinterpretadas, lo que lleva, igualmente, a planteamientos teológicos más profundos; 4) la consideración de Cristo, simplemente como un símbolo, como consecuencia de la respuesta a la polémica sobre si pueden las mujeres representarlo en el ministerio sacerdotal.
Finaliza Élisabeth Parmentier su exposición con el apartado dedicado a las tendencias actuales, que centra en los siguientes puntos: un desplazamiento de la reflexión teológica de las mujeres hacia las ciencias humanas, la renovación en las Iglesias concienciadas de la importancia del compromiso de las mujeres por la unidad de la humanidad, y el fenómeno ya apuntado de que la religión atrae más que el cristianismo.
El segundo capítulo está redactado por Marie-Élisabeth Henneau, bajo el título La Iglesia católica y los movimientos feministas en Bélgica. Pese a que su estudio se circunscribe a la situación en este país, sin embargo, gran parte de sus datos y planteamientos pueden ser trasladados a casi todas las naciones, especialmente europeas.
Parte de un tópico: que el cristianismo, más bien sus instituciones, es la fuente de los argumentos esgrimidos para mantener a la mujer sometida al hombre y dedicada al ámbito privado o la esfera doméstica. A partir de ahí, hace un recorrido por los avatares del feminismo, arrancando desde la Revolución francesa. La consideración de la inferioridad natural de la mujer, ha estado en la base desde la que han tenido que partir las mujeres en su lucha por escalar hacia la igualdad con los hombres. Analiza la autora las primeras reivindicaciones en Bélgica a favor de las mujeres, los inicios del feminismo belga y su relación con los partidos políticos de este país.
Los primeros progresos logrados promueven las primeras reacciones romanas y el estudio se detiene de forma extensa en la Iglesia católica. Así, alude a la encíclica Rerum novarum, de León XIII, que apuntó hacia la igualdad de ambos sexos en el trabajo, aunque la actividad laboral femenina es considerada como algo provisional, pues su naturaleza, la de las mujeres, las llama para misiones más esenciales dentro de los hogares.
La conquista de derechos civiles y políticos, sin embargo, no movió a Pío XI a modificar el criterio de relegar a la mujer a su papel de esposa y madre, dicho de forma muy resumida. No más allá fue Pío XII, quien consintió, pasado el tiempo, en asignar a la mujer un papel fuera de su rol tradicional. Juan XXIII fue quien reconoció el acceso de las mujeres a la vida pública como personas totales, pero sin apartarse de las peligrosas nociones de identidad y naturaleza femeninas.
El concilio Vaticano II abrió expectativas, al considerar que el pueblo en marcha, constituido por todos los bautizados se declinaba, por fin, en femenino y masculino. Y Pablo VI, aunque acentuó la igualdad fundamental entre las criaturas, siguió evocando la vocación específica de la mujer; y fue su encíclica Humanae Vitae, sobre la contraconcepción, la que contribuyó, de manera especial, a forjar la reputación de misógina de la Iglesia; y la declaración Inter insigniores, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la que intenta eliminar toda esperanza de ver un día a las mujeres accediendo al sacerdocio.
La encíclica Mulieris dignitatem, de Juan Pablo II no introduce cambio alguno; es más, el mandato Ordinatio sacerdotalis prohíbe formalmente el sacramento del orden sacerdotal a la mujer.
Cierra su trabajo con una serie de reflexiones, entre las que no es la menor el trato que Jesús dio a las féminas cualesquiera fueran sus condiciones.
Sexos, géneros y género humano: un itinerario teológico es el título del tercer capítulo, suscrito por Anne Marie Reijnen. Aunque no prescinde de la recopilación histórica, su forma es más de reflexión y, especialmente, teológica. La estructura de su planteamiento base es que, evidentemente existen dos sexos, de lo que todos tenemos experiencia; pero solo existe un género, el género humano; es éste, el género humano, el fundamental ya que es universal; la diferencia de sexos es necesaria solo para la procreación; el resto de distinciones masculinas o femeninas que hacemos son fruto de la cultura, que tiende a hacer manifiestas esas diferencias que hemos construido; los niños no hacen inicialmente distinción de sexos, como tampoco las hacen de razas.
Con estas premisas, recurre a la triple pregunta de Kant: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer? y ¿qué me está permitido esperar?
A la primera de las preguntas, e insistiendo en que la conciencia de la diferencia entre los sexos y la conciencia de género no son innatos, contrapone expresiones como El rostro materno de Dios, obra de Leonardo Boff, o el axioma de Juan Pablo I, Dios es padre, pero, más aún, es madre. Añade que, a las mujeres, se les atribuye siempre la representación sexuada, aduciendo el ejemplo de que hay muchas mártires por defender su pureza, pero no hay ningún santo por haber defendido su castidad. Y expone el tratamiento de género que se deduce en el lenguaje de la Biblia.
¿Qué debo hacer? La teología feminista es una teología de la liberación en la que la libertad, al menos como horizonte, es indivisible. Resalta el hecho de que a la historia, a la sociedad, a las iglesias en definitiva, se les amputa la mitad de los modos de percibir los acontecimientos y de vivir la fe: la que corresponde a las mujeres. No son ellas de Venus ni los hombres de Marte: ambos son de la Tierra. Descubrir que el cristianismo ha sido cómplice de esta situación nos permite iniciar el trabajo de recuperar la memoria, de devolver la palabra a tantas mujeres privadas de su uso; no se trata ni de marginarlas ni de, utilizando una sutil táctica, exaltarlas; simplemente, a través del estudio de los géneros, traducir, a la vez, la especificidad y la universalidad inherente a las vidas de las mujeres.
¿Qué me está permitido esperar? En palabras de la autora, “estar alerta a la voz de Dios, a fin de que su voluntad se me descubra en mi fuero interno, para que, a continuación, se traduzca en acciones colectivas que se manifiesten en el seno de la sociedad”. Hay que empezar a leer y a escuchar a las mujeres; si se ha de permitir o no su acceso al sacerdocio es, desde este punto de vista, no primordial, cuando tantas de ellas luchan por simplemente sobrevivir.
Joseph Famerée es el autor del cuarto y último capítulo: Antropologías tradicionales y estatus eclesial de la mujer. El autor revisa la idea del ser humano, especialmente de la mujer, en San Agustín y Santo Tomás de Aquino, para quienes la mujer está subordinada al hombre en el orden de la creación, ya que ha sido creada para que le ayude a procrear; pero sí es igual a él en el orden de la salvación o de la resurrección.
En el caso del obispo de Hipona, estudia sus textos sobre la creación, la dualidad entre el alma racional y el cuerpo (concretamente, en el de la mujer), el pecado y la salvación. En el de Aquino, también se detiene en la creación, el ser humano creado a imagen de Dios y el pecado.
¿Por qué estos dos autores? Por su gran influencia en el estado actual del papel de la mujer en la Iglesia. Analiza, en el magisterio reciente, la carta apostólica Mulieris dignitatem, de Juan Pablo II, con sutil y persistente androcentrismo, y la Carta sobre la colaboración del hombre y de la mujer, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tampoco alejada del androcentrismo.
Se detiene también el autor en el estatus eclesial de las mujeres. Se encuentran ellas presentes y activamente comprometidas en la vida y la misión de la Iglesia, pero siempre alejadas del santuario, del altar. No fue hasta 1994 que se aprobó que una niña pudiera actuar como monaguillo; se ha llegado a proponer que ellas pudieran recibir la orden menor de lector, reconociendo su misión de anunciadora de la Palabra de Dios; pero nada más. Con el argumento de que Jesús solo escogió hombres para el ministerio sacerdotal, se les niega sistemáticamente el acceso a las órdenes mayores.
¿Qué perspectivas tenemos para el porvenir? El autor cita diversos movimientos en diferentes iglesias para superar esta situación. Y finaliza: “La colaboración eclesial entre hombres y mujeres es una relación de privilegio para la celebración del ágape cristiano. Nos queda este pre-requisito vital y permanente para unos cambios de estructura más deseables”.
Cierran la obra un apartado dedicado a bibliografía y una interesante relación de asociaciones de mujeres, especialmente relacionadas con el tema de que trata este interesante libro.
Índice
Prólogo a la edición española. Emma Martínez Ocaña
Presentación. Joseph Famerée
1, ¿Son las teología feministas un reto para las Iglesias? Élisabeth Parmentier
Importancia del movimiento ecuménico
La rebelión contra las tradiciones eclesiales
La Biblia, relativizada
Dios, despojado de sus características clásicas
Cristo, simplemente un símbolo
Tendencias actuales
Desplazamiento hacia las ciencias humanas
Cambios en las Iglesias
2. La Iglesia católica y los movimientos feministas en Bélgica. Marie-Élisabeth Henneau
Inferioridad natural de la mujer
Primeras reivindicaciones a favor de las mujeres
Primer feminismo belga
Feminismo y partidos políticos
Primeros progresos, primeras reacciones romanas
La lenta conquista de los derechos civiles y políticos
Contestación social, neofeminismo y aggiornamento
El Vaticano y las mujeres: ¿una querella de género?
3.Sexos, géneros y género humano: un itinerario teológico. Anne Marie Reijnen
De dos absolutos, ninguno
¿Qué puedo saber?
¿Qué debo hacer?
De la diferencia sexual al género
¿Qué me está permitido esperar?
Conciencia y vocación
4. Antropologías tradicionales y estatus eclesial de la mujer. Joseph Famerée
Antropologías tradicionales
Agustín
Tomás de Aquino
Magisterio reciente: Mulieris dignitatem (1988)
Carta sobre la colaboración del hombre y la mujer (2004)
Estatus eclesial de las mujeres
Perspectivas para el porvenir
Bibliografía
Nota sobre los autores
Élisabeth Parmentier es Profesora en la Facultad de Teología protestante de la Universidad de Estrasburgo, Presidenta de la Comunión de las Iglesias Protestantes de Europa, Pastora y madre de familia. Forma parte del Comité ejecutivo de la Communion eclesial de Leuenberg. Es autora, entre otras, de Les filles prodigues. Défis des théologies feministes.
Marie-Élisabeth Henneau, Doctora en Historia, es profesora asociada en la Universidad de Lieja. Ha publicado numerosos estudios sobre el monaquismo femenino, entre otros, Christine de Pizan: une femme de science, une femme de lettres; Femmes el livres, Les Cisterciennes du pays mosan. Moniales et vie contemplative à l’époque moderne.
Anne-Marie Reijnen es Profesora de Teología sistemática en la Facultad de Teología Protestante de Bruselas y en el Instituto católico (Universidad Católica) de París. Es presidenta de la Asociación Paul Tillich. En 1986 fue ordenada para el ministerio de la Iglesia Unificada Protestante. Es autora de L’Ombre de Dieu sur terre. Un essai sur l’Incarnation, L’Auge obstiné. Ténacité de l’imaginaire spirituel, así como, también, de numerosas contribuciones y artículos sobre las relaciones entre judaísmo y cristianismo, ecología y teología, arte contemporáneo y fe cristiana
Joseph Famerée es profesor de Eclesiología, Ecumenismo y Teología de las Iglesias orientales en la Facultad de Teología de la Universidad católica de Lovaina (Louvain-la-Neuve). Es miembro de la Academia Internacional de Ciencias Religiosas y forma parte de la presidencia de la Asociación Europea de Teología Católica. Ha publicado numerosos estudios sobre Ives Congar, el Vaticano II, eclesiología y diversas cuestiones ecuménicas.
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