El sistema solar se ha convertido en una mesa de billar en la que numerosos asteroides se aproximan en sucesivos momentos a la órbita de nuestro planeta, sin que por el momento ninguno de los 25.000 Objetos Cercanos Conocidos represente una amenaza cierta de colisión con la Tierra.
El ejemplo más reciente de esta metáfora de la mesa de billar es Apophis, un roca espacial de 340 metros de ancho que nos tuvo en vilo entre 2004 y 2006 porque se pensaba que era inevitable que colisionara con nuestro planeta en 2029, 2036 o 2037.
El pasado 6 de marzo, Apophis nos hizo una visita y pasó a más de 16 millones de kilómetros de la Tierra. También sabemos que volverá en 2029 y que pasará a solo 40.000 kilómetros de nuestro planeta: rozará los satélites geoestacionarios que orbitan a 35.848 kilómetros sobre el ecuador terrestre.
Será la primera vez que los astrónomos puedan ver tan cerca un asteroide tan grande, destaca la revista Nature. Eso ayudará a confirmar o alejar la amenaza de que en 2068 pueda ser realmente peligroso.
Los últimos cálculos consideran posible que Apophis colisione con la Tierra dentro de 47 años, ya que se está alejando de su órbita gravitacional a una distancia de unos 170 metros por año. En ese supuesto, las probabilidades de impacto siguen siendo bajas: una entre 150.000.
Si finalmente impactara, Apophis liberaría una energía de al menos 870 megatones, equivalentes a 65.500 bombas como la de Hiroshima.
Ese impacto podría terminar con una nación de tamaño medio o causar un tsunami global si golpeara un océano, pero no causaría extinciones masivas ni daños globales permanentes, destaca Sputniknews.
El más grande de este año
El asteroide más grande que esperamos este año se llama 2001 FO32, descubierto hace 20 años, y tiene un kilómetro de diámetro. El domingo próximo, 21 de marzo, pasará a 2 millones de kilómetros de nuestro planeta, unas 5 veces la distancia que separa a la Luna de la Tierra.
Lo hará a una velocidad superior a la de la mayoría de los asteroides que nos visitan: a 124.000 kilómetros por hora, debido a su órbita inclinada y alargada.
A medida que 2001 FO32 realiza su viaje al interior del sistema solar, el asteroide gana velocidad de la misma forma que un monopatín se acelera cuando cae al centro de un medio tubo. Luego pierde aceleración y, al subir, es arrojado al espacio profundo para iniciar un nuevo ciclo alrededor del Sol.
2001 FO32 representa otra oportunidad para los astrónomos, que disfrutarán de ver bien una reliquia rocosa que se formó en los albores de nuestro sistema solar, destaca la NASA.
Récord de descubrimientos
Gracias al perfeccionamiento de los telescopios, los astrónomos registraron en 2020 un récord de descubrimientos de nuevos asteroides cercanos a la Tierra: 2.958. En la mesa de billar del sistema solar hay muchas más bolas de las que esperábamos.
De estos asteroides previamente desconocidos, 107 estuvieron más cerca de nosotros que la Luna. Uno de ellos, denominado 2020 QG, se deslizó a solo 2.950 kilómetros sobre el Océano Índico en agosto pasado.
En noviembre, otro pequeño asteroide pasó a 400 kilómetros de nosotros, si bien solo lo vimos 15 horas después de que se hubiera ido. Se habría destruido al adentrarse más en la atmósfera terrestre, si finalmente nos hubiese golpeado.
Además de los asteroides cercanos a la Tierra conocidos, hay más de cien cometas con un periodo orbital menor de 200 años, y varios meteoroides (pequeños cuerpos rocosos) orbitando el Sol que, por su tamaño, podrían ser detectados en caso de que se acercaran a nosotros.
Cometas peligrosos
Los cometas cercanos a la Tierra representan un peligro adicional porque pueden derivar en lluvias de meteoritos con grandes fragmentos. Se cree que el evento de Tunguska pudo haber sido causado por un fragmento de un cometa.
El evento de Tunguska, ocurrido el 30 de junio de 1908 sobre la taiga de Siberia Oriental, escasamente poblada, fue una gran explosión en el aire de un meteoroide de unos 100 metros de tamaño, según se piensa procedente del cometa Encke, que nunca ha estado a menos de 26 millones de kilómetros de la Tierra.
El cometa Halley, que nos visitó por última vez en 1986 y lo esperamos de nuevo en 2061, siete años antes de que Apophis pueda ser peligroso, forma parte del centenar de cometas de periodo corto que atraviesan el sistema solar.
Halley también forma parte de la historia de cómo los seres humanos hemos ido evolucionando en la comprensión de estos episodios cósmicos, señala Scientific American.
Halley, testigo
Conocido al menos desde el año 240 antes de la era común, Halley ha sido testigo de cómo los cometas nos han llevado, de ver con miedo las idas y venidas de estas bolas de billar que atraviesan el sistema solar, a aunar esfuerzos para prevenir y tal vez evitar colisiones que cambiarían el curso de nuestra evolución.
Se cree que, en torno a cada 10.000 años, un asteroide rocoso de unos cien metros alcanza la Tierra y provoca desastres locales o maremotos. También que cada varios cientos de miles de años, asteroides de más de un kilómetro pueden provocar desastres globales.
Dado que sus trayectorias orbitales a menudo cruzan la de la Tierra, en el pasado se han producido colisiones con objetos cercanos a nuestro planeta. Esta constatación ha incrementado los sistemas astronómicos de alerta, incluso con Inteligencia Artificial, ante la posibilidad de futuras aproximaciones cercanas a la Tierra. Casi todos los años descubrimos que hay más asteroides cercanos de los que conocíamos. 2021 está siguiendo esa trayectoria.
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