Investigadores de la Universidad de Fukui, en Japón, concluyen en un nuevo estudio que los olores percibidos en la infancia dejan una huella imborrable para el resto de la vida. De esta forma, condicionan los comportamientos sociales y las decisiones que se toman en la adultez. En el mismo sentido, pueden llegar a crear el escenario indicado para la irrupción de patologías como el autismo o el trastorno del apego, un desorden mental causado por la falta de afecto durante la infancia.
La exposición a la información ambiental durante un período crítico temprano en la vida es importante para formar mapas sensoriales y circuitos neuronales en el cerebro. En los mamíferos, se sabe que la exposición temprana a factores ambientales, como en el caso de los olores, genera una fuerte impronta y afecta la percepción y el comportamiento social más adelante en la vida.
Según una nota de prensa, los investigadores descubrieron que ciertos estímulos olfativos inadecuados podrían incluso causar trastornos del neurodesarrollo, como los trastornos del espectro autista (TEA) y los trastornos del apego (EA). En estos casos se ven notoriamente afectadas las relaciones vinculares, el desarrollo de la personalidad y las relaciones sociales en general.
Además, la investigación arroja luz en torno a los tratamientos con oxitocina, indicando que podrían ser efectivos para la prevención de distintos trastornos si se aplican en el momento adecuado. Los especialistas creen que este enfoque es más efectivo en los recién nacidos, ya que optimiza los resultados al momento de mejorar el deterioro del comportamiento social.
Moléculas e impronta olfativa
¿Cómo llegaron los científicos a estas conclusiones? En su estudio, publicado en la revista eLife, se enfocaron en determinar cómo funciona el mecanismo de la impronta olfativa durante el período crítico en ratones. En principio, hallaron tres moléculas involucradas en este proceso: Sema7A, Plexin C1 y oxitocina, un péptido más conocido como la «hormona del amor».
Estas moléculas interactúan y generan diversas reacciones químicas, favoreciendo las improntas o huellas en torno a los olores. Existe además un doble mecanismo: por un lado, respuestas innatas frente a algunos estímulos olfativos que inducen determinados comportamientos y, por otro, las conductas marcadas por la experiencia, que van generado huellas en la memoria a partir de la exposición a ciertos olores.
En en uno de sus experimentos, los especialistas comprobaron que en los ratones recién nacidos la huella olfativa producida por la experiencia y alojada en la memoria predomina frente a las reacciones innatas en torno a un olor en concreto. Esto quiere decir que estimulando estas huellas o improntas «aprendidas» sería posible anular comportamientos generados de forma innata.
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El papel de la oxitocina
Además, los científicos constataron en su investigación que las modificaciones introducidas en los mecanismos moleculares indicados pueden cambiar las improntas olfativas, generando respuestas positivas o negativas frente a cada estímulo. De esta manera, de comprobarse efectos similares en el ser humano, sería posible tratar con distintas estrategias la aversión a determinados olores, principalmente aquellos capaces de desencadenar trastornos del neurodesarrollo.
Como se indicó anteriormente, la oxitocina podría tener un papel clave, ya que impone la cualidad positiva de la memoria del olor cuando es liberada en los lactantes. En consecuencia, podría ser utilizada en los bebés para propiciar esta respuesta positiva ante determinados olores, previniendo trastornos del desarrollo neurológico.
Ahora, los científicos buscarán determinar la forma en la cual los procesos verificados en los roedores se llevan a cabo en el ser humano. De verificarse reacciones similares, nacería una nueva esperanza en el tratamiento de patologías relacionadas con desórdenes del comportamiento y la personalidad.
Referencia
The Olfactory Critical Period is Determined by Activity-Dependent Sema7A/PlxnC1 Signaling within Glomeruli. Nobuko Inoue, Hirofumi Nishizumi, Rumi Ooyama, Kazutaka Mogi, Katsuhiko Nishimori, Takefumi Kikusui and Hitoshi Sakano. eLife (2021).DOI:https://doi.org/10.7554/eLife.65078
Foto: Richárd Ecsedi en Unsplash.
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