Con un sinfín de aplicaciones de alta velocidad, acceso inalámbrico a Internet y servicios de mensajería gratuitos, los smartphones han revolucionado la forma en que nos comunicamos. Pero ¿a qué precio?
Según un grupo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv (UTA, en Israel), los teléfonos inteligentes están desafiando las concepciones tradicionales de la vida privada, especialmente en la esfera pública.
La investigadora Tali Hatuka, del Departamento de Geografía de la UTA, y su colega Eran Toch, del Departamento de Ingeniería Industrial, se han unido para medir el impacto de los smartphones sobre la privacidad, los códigos de conducta, y el uso del espacio público.
Los resultados iniciales, publicados en una nota de prensa de la UTA, indican que, aunque los espacios como plazas y parques, o los medios de transporte se solían ver como puntos de reunión públicos, los usuarios de smartphones están cada vez más absorbidos por sus dispositivos y menos por su entorno inmediato.
Los usuarios de teléfonos inteligentes son un 70% más propensos que los usuarios de teléfonos móviles normales a creer que sus teléfonos les dan una gran cantidad de privacidad, señala Toch, que está especializado en privacidad y en sistemas de información.
Estos usuarios están más dispuestos a revelar asuntos privados en los espacios públicos, y también están menos preocupados por molestar a las personas con las que comparten esos espacios, añade.
Dentro de una burbuja privada
Hatuka afirma que los teléfonos inteligentes crean la ilusión de que sus usuarios tienen «burbujas» privadas en torno a ellos. La investigadora también cree que el diseño de los espacios públicos puede tener que cambiar en respuesta a estas tecnologías, de forma no muy diferente a la separación entre fumadores y no fumadores.
Toch también señala que los teléfonos inteligentes y los ordenadores personales son cada vez más «sensibles al contexto», al ajustarse por sí mismos en términos de brillo y volumen a la ubicación del usuario y a su actividad.
Para examinar cómo los teléfonos inteligentes han afectado a las interacciones humanas en los espacios públicos y privados, los investigadores diseñaron un estudio con cerca de 150 participantes, la mitad de ellos usuarios de smartphones y la otra mitad de móviles normales. Se les preguntó acerca de cómo el uso de teléfono les afectaba en sus hogares, en espacios públicos, en espacios de aprendizaje y en espacios de transporte.
Mientras que los usuarios de móviles clásicos seguían usando el protocolo establecido -posponer las conversaciones privadas a los espacios privados y plantearse la idoneidad del uso de móviles en espacios públicos-, los usuarios de smartphones tenían costumbres diferentes: eran un 50% menos propensos a sentirse molestados por otros usuarios de teléfonos en espacios públicos, y tenían un 20% menos de probabilidades de pensar que sus conversaciones privadas son irritantes para quienes les rodean.
Sentirse perdido sin un teléfono
Según los investigadores, los usuarios de smartphones también están más «unidos» a sus dispositivos móviles. Cuando se les preguntó cómo se sentían cuando estaban sin sus teléfonos, la mayoría de ellos eligió descriptores negativos, tales como «perdido», «tenso», o «no puesto al día».
Los usuarios de móviles clásicos eran mucho más propensos a hacer asociaciones positivas con la situación de estar sin sus teléfonos; por ejemplo, sentirse libre o en silencio.
La siguiente fase del estudio será un análisis más profundo de cómo los usuarios de teléfonos inteligentes incorporan esta tecnología en sus vidas diarias. Requiere que los usuarios instalen una aplicación que los investigadores desarrollaron llamada Smart Spaces. La aplicación está diseñada para rastrear por dónde se mueven los participantes durante un periodo de tres semanas y la forma en que utilizan sus smartphones en los sitios. Esto le dará a los investigadores una mejor idea de cómo los usuarios interactúan en los espacios públicos y privados durante el transcurso de un día típico.
Hatuka y Toch creen que sus resultados completos pueden revelar pistas sobre el futuro del espacio público y la forma en que será diseñado, con el fin de satisfacer las necesidades de aquellos a quienes sirve. «Estamos entrando en una nueva fase de espacios públicos y privados», prevé Hatuka. Los espacios públicos podrían ser rediseñados para fomentar la interacción personal.
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