Guy Consolmagno, astrónomo del Observatorio Vaticano o Specola Vaticana, acaba de publicar un libro titulado God’s Mechanics: How Scientists and Engineers Make Sense of Religion (La mecánica de Dios: el sentido de la religión para científicos e ingenieros), en el que analiza la convivencia entre tecnología y religiosidad desde la perspectiva cristiana.
Publicado por la editorial Jossey-Bass, esta obra cuenta las historias de aquéllos que, identificados con la mentalidad científica de nuestra época, al mismo tiempo son creyentes o se sienten religiosos.
Consolmagno, en cuya vida la religión juega un papel central, al igual que la tecnología y la ciencia, realiza en dicho libro algunas reflexiones filosóficas, al tiempo que lleva a cabo entrevistas con docenas de técnicos, para presentar un conjunto de directrices con las que enfrentar problemas “tipo”, con los que han de convivir todas las personas que pretenden compaginar fe y ciencia.
Variedad de experiencias
Escrito con humor, el libro expone la manera que tienen una serie de científicos e ingenieros creyentes, con conocimientos tecnológicos, de mezclar la cultura tecnológica con profundas creencias religiosas, imposibles de “probar” desde el punto de vista de la ciencia.
En la revista Boingboing.net se comenta del libro que Consolmagno, un científico jesuita, devoto de la ciencia ficción, ha conseguido desarrollar una explicación de la convivencia entre ciencia y fe desde una perspectiva extremadamente variada y detectivesca.
“La exegesis de Consolmagno acerca de la fe con una organización sistemática en la exploración de la experiencia humana de lo numinoso resulta fascinante. El autor formula un minucioso y sorprendente viaje a través de una variedad de experiencias personales de la espiritualidad y de la religión”.
El propio autor, en la revista de la Asociación de Alumnos del MIT (el Instituto Tecnológico de Massachussets, en el que se formó), señala que para los técnicos, la religión conlleva connotaciones negativas: para muchos significa una jerarquía insensible, una burocracia torpe y un conjunto de normas demasiado restrictivas.
Presión cultural
Según Consolmagno, los costes y riesgos de Cualquier Cosa Inmensa son reales y resultan familiares para cada especialista en tecnología y ciencia, como la incapacidad de controlarlo. Sin embargo, afirma, aunque muchos científicos actuales se queden fríos con los ritos y rituales de sus iglesias, eso no significa que no los necesiten. De hecho, el autor señala que estos técnicos responderían a una liturgia que diera sentido a lo que hacen en la ciencia.
Como resultado a las entrevistas que realizó para dar forma a su libro, Consolmagno ha descubierto además que los técnicos carecen de herramientas filosóficas y lingüísticas que describan sus experiencias religiosas.
De hecho, en numerosas ocasiones, señala, tuvo que descifrar lo que intentaban explicarle en dichas entrevistas acerca de religiosidad y vivencias en este ámbito. Según él, “una experiencia de Dios es muy difícil de expresar para un poeta y los ingenieros, en muy raras ocasiones, desarrollan nuevas metáforas”.
Por otro lado, los científicos aún se ven atrapados por la cultura que les dice que un individuo realmente “técnico” no puede ser religioso, por lo que se sienten presionados para no expresar ideas de este tipo. Por eso no suelen hacerlo, ni siquiera en ámbitos íntimos, con amigos o familiares.
Muchas preguntas
Según Consolmagno, él sí puede expresar sus experiencias religiosas gracias a su formación como jesuita, que le ha proporcionado el vocabulario y las categorías –así como el permiso cultural- para hablar de las cosas trascendentales que todo el mundo experimenta y que no todo el mundo puede describir, por falta de palabras adecuadas.
Consolmagno señala que ha tenido una estrecha relación con los científicos, dada su formación, durante años. Las preguntas de éstos sobre cómo consigue que “funcionen” en convivencia su religiosidad y su cultura científica podrían estar en el origen de la concepción de la presente obra.
Guy Consolmagno es un astrónomo que observa los meteoritos en el Observatorio Vaticano, institución de investigación astronómica dependiente del Papa. Se licenció en el MIT, y posteriormente se doctoró en astronomía en la Universidad de Arizona. Ha sido investigador en el Centro Harvard/Smithsonian de Astrofísica y en el MIT, y también ha servido en los Cuerpos de Paz de Estados Unidos en misiones en Kenya. Además de haber publicado más de un centenar de artículos científicos, es autor de varios libros, como Turn Left at Orion (editado por Cambridge University Press en 1989).
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