Robert N. Bellah, uno de los más distinguidos sociólogos de Estados Unidos, ha publicado recientemente el libro «Religion in Human Evolution: From the Paleolithic to the Axial Age» (“La religión en la evolución humana: desde el Paleolítico hasta la Era Axial”), una obra en la que el autor profundiza en las raíces de la búsqueda de sentido por parte del ser humano, así como en el encuentro de nuestra especie con el misterio.
A partir de los descubrimientos más recientes en el campo de la biología y de las ciencias sociales, Bellah identifica la base del sentido religioso en la biología y la cultura humanas.
Recientemente, la revista Big Questions Online ha publicado una entrevista con el autor, en la que Bellah habla de sus descubrimientos sobre la religiosidad del ser humano.
El pasado: del juego a las jerarquías
Según Bellah, la religión habría aparecido en nuestra especie a partir del juego, que surgió entre animales que requieren de atención paterna o materna para su supervivencia, hace unos 200 millones de años. “Si uno cree, como yo creo, que la forma más primitiva de religión fue el ritual, puede entender cómo el juego entre humanos con capacidades culturales dio lugar a los rituales”, afirma Bellah.
De hecho, los rituales, añade el investigador, presentan muchas de las características del juego: no tienen una función obvia, terminan en sí mismos, establecen circunstancias de manera simbólica (como en el juego fingido), y tienen lugar en un entorno relajado, en el que el hambre, los depredadores y la procreación se mantienen al margen.
Posteriormente, la religiosidad humana habría tenido un importante desarrollo en la Era Axial (periodo que transcurre entre el 800 a. C. y el 200 a. C.), momento en que las sociedades humanas se hicieron más extensas y complejas de lo que fueron las sociedades igualitarias de cazadores y recolectores en las que se habían desarrollado los rituales durante miles de años.
Fue entonces cuando el igualitarismo de estas sociedades fue reemplazado gradualmente por el cacicazgo. En el cuarto y tercer milenios a.C. este hecho dio lugar a jerarquías de dominación.
En este contexto, se trasladó el centro de los rituales de los grupos sociales cohesionados a los hombres que dominaban las sociedades, para hacer ver al pueblo que estos hombres eran el medio exclusivo a través del cual los seres sobrenaturales –que ahora entendemos como “dioses”- podían hacer bien a los humanos.
A partir de estas figuras, situadas en la cima de la jerarquía social, se desarrollaron las religiones que existen actualmente en el mundo, explica Bellah.
La religión en las sociedades actuales
Según el sociólogo, hoy día, familias, países e individuos se conocen a sí mismos a través de relatos, esto es, a través de las historias que se les han contado sobre ellos mismos. En el caso de las religiones sucede lo mismo, por ejemplo, los practicantes de religiones monoteístas, como el judaísmo, el cristianismo o el Islam, conocen a Dios a través de relatos que cuentan cómo ha actuado Dios a lo largo de la historia. Estos relatos han sido creados por profetas, y no constituyen en sí mismos una teología filosófica.
Compartir estas narraciones puede ser de gran importancia, incluso en sociedades con religiones diversas. Según Bellah, “si sabemos que las personas están definidas a partir de sus historias y de sus religiones, necesitamos estar muy atentos a los relatos de todos aquéllos con los que interactuamos, ya sean grupos étnicos, países o creyentes”.
En las sociedades plurales en las que vivimos “debemos estar abiertos al lenguaje religioso de otros, de los que tenemos mucho que aprender, y defender sus derechos a usar su lenguaje en la esfera pública, insistiendo, sin embargo, en que nadie tiene el monopolio en este tipo de narraciones”.
En lo que se refiere a los relatos, Bellah, como Platón, hace referencia a los “mitos verdaderos”. Según el sociólogo, los expertos suelen tratar los mitos en un sentido peyorativo, pero en realidad los mitos pueden contener verdad, y nuestra especie necesita tanto historias como teorías para su subsistencia.
El futuro: un aumento de la sensibilidad hacia la diversidad religiosa
Aunque el investigador cree que la religión no puede reclamar ser portadora de la verdad, una actitud más propia de la ciencia, sí puede proporcionar respuesta a cuestiones como “¿por qué vivo?” o “¿cuál es el sentido del universo”, a las que la ciencia no puede responder.
Pero dado que las respuestas a este tipo de cuestiones no pueden comprobarse empíricamente mediante la metodología científica, ¿cómo podríamos evaluarlas? Bellah opina que “la verdad de las creencias religiosas puede verse en las vidas de las personas que viven con esas verdades”. Pone el ejemplo de Mahatma Gandhi, como modelo de protesta no violenta originado en sus propias creencias religiosas y como ejemplo social para personas de otras religiones.
Esta capacidad para entender la perspectiva religiosa de otros no es relativismo, señala Bellah: “cuanto más profundamente nos expongamos a otras religiones, más expandiremos nuestros propios horizontes espirituales, y a menudo profundizaremos en nuestra propia fe”.
Lo que debemos recordar, afirma Bellah es que “hay un universo inmenso y la cantidad de verdad suficiente en él como para movernos de un lado a otro sin caer en el relativismo y sin perder nuestras propias tradiciones”.
El autor cree que nos encontramos ahora en una nueva Era Axial, en la que se está produciendo la emergencia de una sensibilidad capaz de aceptar el pluralismo religioso como destino.
Sobre el libro
Acerca de “Religion in Human Evolution: From the Paleolithic to the Axial Age”, la página web de Robert N. Bellah publica que ésta es una obra de enorme ambición que analiza el origen de la religión y sobre todo sus raíces evolutivas y culturales.
¿Cómo trascendieron nuestros ancestros más primitivos las demandas de la existencia diaria, y cómo adoptaron una realidad alternativa que cuestionaba el sentido de su lucha cotidiana? Bellah identifica en su obra una serie de capacidades culturales, como la danza comunal, la capacidad narrativa o la capacidad de teorización, cuya emergencia hizo posible el desarrollo de lo religioso.
A partir de los últimos hallazgos en biología, en ciencia cognitiva y en psicología evolutiva, el investigador traza en su libro la expansión de dichas capacidades culturales, desde el Paleolítico a la Era Axial, con el objetivo de comprender el sistema cultural que, según él, conforma la religiosidad de nuestra especie.
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