Una investigación internacional dirigida por científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, y del Museo de Australia del Sur, ha determinado que la ruptura temporal del campo magnético ocurrida hace 42.000 años generó abruptos cambios climáticos, extinciones de especies y otros efectos de características apocalípticas. Existen condiciones para que este proceso pueda reiterarse en la actualidad, afectando gravemente a las comunicaciones y propiciando un caos global con límites difíciles de imaginar.
Según una nota de prensa, las consecuencias del denominado “Evento Laschamps” también incluyeron el crecimiento de capas de hielo y glaciares en América del Norte y, posiblemente, la desaparición de los neandertales. También explicarían la expansión generalizada del arte rupestre figurativo en cuevas de todo el mundo.
La investigación, que fue publicada recientemente en la revista Science, ha logrado determinar por primera vez la fecha exacta de este evento y algunas de sus principales consecuencias ambientales. Además, los científicos no descartan una próxima reversión de los polos en la actualidad, principalmente debido al rápido desplazamiento del polo magnético a través del hemisferio norte, que podría estar relacionado con el cambio climático global.
Un planeta fuera de control
¿Qué sucedió exactamente y cuáles fueron las consecuencias? Hace 42.000 años, la inversión de los polos magnéticos de la Tierra propició cambios ambientales intensos y catastróficos: un verdadero punto de inflexión en la historia del planeta. La ruptura parcial de nuestro “escudo” magnético dejó a la Tierra absolutamente indefensa, propiciando tormentas eléctricas, auroras generalizadas y el ingreso de radiación cósmica.
Junto a las extinciones masivas y las modificaciones ambientales ya mencionadas, este singular fenómeno explicaría la multiplicación del arte rupestre. El humano de aquella época no solamente necesitaba protegerse en las cuevas frente al peligro que llegaba del cielo, también debía explicarlo y comunicarlo de alguna forma, siendo las figuras y motivos que caracterizan a este arte una respuesta creativa ante el caos imperante.
La mayor precisión en las fechas relacionadas con este proceso se logró a partir del estudio de los antiguos árboles Kauri de Nueva Zelanda, que se han conservado en sedimentos durante más de 40.000 años. Al analizar los anillos de estos ancestrales árboles, los investigadores lograron medir y ubicar temporalmente el pico en los niveles de radiocarbono atmosférico, causado por el colapso del campo magnético de la Tierra.
Durante el Evento Laschamps, ocurrido sobre el final del último Período Glacial, el campo magnético de la Tierra cayó por debajo del 6% con relación a los niveles actuales, en tanto que la producción de carbono 14 aumentó considerablemente. Al mismo tiempo, los niveles de ozono disminuyeron y la circulación atmosférica se modificó radicalmente.
¿Puede repetirse?
El fenómeno indicado fue la última ocasión en que se voltearon los polos magnéticos terrestres, una situación que se extendió durante 800 años. ¿Podría ocurrir nuevamente algo similar? El rápido desplazamiento del polo magnético norte, junto con el debilitamiento del campo magnético de la Tierra en alrededor del 9% en los últimos 170 años podrían indicar una próxima reversión.
De ocurrir un evento similar, los científicos australianos sostienen que la radiación cósmica entrante destruiría por completo nuestras redes de energía eléctrica y las redes de satélites, dejando al planeta prácticamente incomunicado y a gran parte de la economía inactiva.
Hay que tener en cuenta además que los niveles de carbono en la atmósfera y otros indicadores ambientales ya son preocupantes, por lo tanto si a esto se le suma una inversión del polo magnético se produciría una aceleración sin precedentes del cambio climático y sus consecuencias negativas.
Referencia
A global environmental crisis 42,000 years ago. Alan Cooper et al. Science (2021).DOI:https://doi.org/10.1126/science.abb8677
Foto de portada: Catalin Pop en Unsplash.
Video: UNSW Sydney.
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