RedacciónT21 
El político y ambientalista estadounidense Al Gore dejó claro en el marco de la Conferencia sobre el Clima, celebrada estos días en Nueva York, que ve posible que en apenas seis años, más del 80% de la población mundial pueda vivir en regiones del planeta donde exista energía limpia, con una mínima huella de carbono, y cuyo precio sea igual o más barato que la energía tradicional obtenida a partir de los combustibles fósiles, que están destruyendo el planeta.
No obstante, y aunque el ambientalista estadounidense se mostró optimista en esta materia, recalcó en varias ocasiones durante su intervención, que realmente lo que hace falta en este campo de actuación es voluntad política.
Y es justamente sobre esta falta de voluntad sobre lo que habló la organización conservacionista WWF en dicha Cumbre. Esta ONG se atrevió a reclamar una vez más firmeza, no sólo en la toma de decisiones por parte de los diferentes gobiernos, sino también en planes de actuación concretos, sobre todo por parte de los países más contaminantes, para luchar contra el cambio climático.
Además, en un comunicado lanzado por la propia WWF, la organización se refería a la Cumbre del Clima de Nueva York como un momento idóneo para que los líderes mundiales anunciaran compromisos acordes con las demandas de las 400.000 personas que se manifestaron el pasado fin de semana en Nueva York y en el resto del mundo, para exigir acciones inmediatas para combatir el grave problema que supone la degradación del planeta.
De las palabras a los hechos
La Cumbre de Nueva York ha puesto de manifiesto que la lucha contra el calentamiento no es solo cosa de los gobiernos, sino que es una tarea de otros actores implicados, como el sector público, privado, y también comunidades, ciudades y regiones.
Tal es así, que el Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon ha anunciado que instituciones financieras, inversionistas, bancos y compañías de seguros se han comprometido a transferir para 2015 más de 200.000 millones de dólares para construir economías bajas en emisiones de carbono.
Otro de los acuerdos que se han materializado en esta línea ha sido el compromiso de un total de casi 200 ciudades, de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero por un valor equivalente al 50% del uso del carbón en todo el mundo (un 12% anual).
En el sector transporte también se han forjado alianzas con el objetivo de desarrollar y mejorar las tecnologías que permitan aumentar la flota de vehículos eléctricos o/y aumentar la eficiencia energética del ferrocarril y de los aviones. Si se continua con la tendencia actual, se prevé que las emisiones crecerán un 50% para 2030 y un 80% para 2020, tomando como referencia los niveles de 2009.
Nuevas responsabilidades
Además, de las medidas comentadas anteriormente, los países más contaminantes, como China o Estados Unidos, están teniendo que tomar medidas para paliar los efectos del cambio climático en los últimos años. Las sequías y las condiciones climáticas extremas de Estados Unidos o la polución del aire por el carbón en China son claros ejemplos de que hay que cambiar de dirección con acciones concretas.
Así, China, que actualmente es el país más contaminante del mundo, expresó que llegaría a su pico de emisiones tóxicas en un futuro cercano, y que luego comenzaría a reducirlas.
También va aumentado la concienciación a favor de la agricultura ecológica y el freno de la deforestación con partidas financieras concretas por parte del Fondo Verde para el Clima. Un ejemplo de ello es la cooperación entre Noruega y Liberia para terminar con la deforestación hasta el 2020. Francia y Alemania han prometido contribuir al Fondo Verde con un total de mil millones de euros.
Sensibilización ambiental en China
Para el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon: «El cambio climático es la cuestión crucial de nuestra era. Está definiendo nuestro presente. Nuestra respuesta definirá nuestro futuro».. Así los chinos se han lanzado a idear una manera cien por cien ecológica, que ayuda a preservar el medio ambiente de un modo muy sencillo en el Metro de Pekín.
Solo hay que insertar las botellas y la tarjeta de transporte en las máquinas dispuestas para ello e instantáneamente se carga el importe según el número de botellas introducido. El precio se puede disminuir así entre 0,5 y 1,5 dólares, y adquirir un billete gratuito costaría alrededor de 15 botellas.
Esta iniciativa está teniendo mucha aceptación por parte de la población china, y esta sensibilización por cuestiones ambientales ha hecho que cada vez se reciclen más sus objetos de plástico.
Aunque este tipo de práctica no sea del todo nueva y se haya implantado en otros países con anterioridad, como en Australia, Brasil o EEUU, sí que es la primera vez que reúne a una empresa de reciclaje con la de transportes en una ciudad. El gobierno de Pekín tiene previsto, si la fase de prueba funciona, acondicionar un total de 800 máquinas del Metro de Pekín, así como otros espacios en escuelas y aeropuertos.
Los pequeños avances en materia ambiental que se están dando con iniciativas como la de China, dejan entrever que las pequeñas y las grandes acciones bien coordinadas conjuntamente, pueden conducir a un cambio de dirección para frenar la degradación del planeta.
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