Habrá un día en que no se puedan leer los discos duros en los que actualmente se guarda todo tipo de información, un escenario que los archiveros y conservadores de datos quieren evitar, pues implicaría la pérdida del conocimiento acumulado por la humanidad. De ahí la importancia de encontrar nuevas formas de almacenar información digital que permitan preservar esos registros de cara a generaciones futuras.
Hasta el siglo XXI, las bibliotecas conservaban el conocimiento cultural en forma de libros. Sin embargo, el modelo de almacenamiento y conservación cambió con la era digital, en la que el volumen de información se ha multiplicado. El problema surge cuando los discos duros fallan, las páginas web desaparecen o se pone en riesgo la información almacenada por una empresa si quiebra. Y eso sin contar que aún sabemos cómo acceder a formatos obsoletos.
Group 47 en Woodland Hills, California, trabaja bajo la premisa de que las unidades de disco tienen una vida útil limitada. Por ello han desarrollado un nuevo sistema llamado DOTS que, en lugar de escribir unos y ceros como señales magnéticas, los escriben como puntos microscópicos en una cinta de metal utilizando un láser. La cinta se almacena en cartuchos. El resultado es que una cámara digital de alta resolución puede leer esa información, y todo lo que una persona en el futuro necesitaría para recuperar la imagen sería conocer el código binario y un microscopio.
La compañía asegura que la cinta puede durar cientos de años sin degradarse y, sobre todo, sin necesidad de unas condiciones climáticas de almacenaje especiales. Además, el sistema está diseñado para guiar a alguien sin conocimiento de discos duros u ordenadores para que pueda leer sus datos. En un artículo publicado en la revista online NewScientist, Rob Hummel, presidente de Group 47, lo compara con el disco que acompaña a las sondas espaciales Voyager, diseñado con el objetivo de dar a conocer la existencia de vida en la Tierra a alguna posible forma de vida extraterrestre inteligente que lo encontrase.
De momento existe un prototipo, financiado por una agencia de inteligencia estadounidense, mientras recaudan fondos para crear una versión comercial. El reclamo será la garantía de duración indefinida para cualquier tipo de registro, algo que no sólo atrae a organismos gubernamentales. Los historiadores del futuro, por ejemplo, necesitarán una forma de acceder a la increíble explosión de información que ha tenido lugar en los últimos 15 años.
¿Información valiosa?
Ian Milligan, historiador digital en la Universidad de Waterloo en Canadá, explica que registros digitales como páginas web y blogs personales previos al boom de las puntocom, ofrecen una visión sobre la vida de gente normal. «Estamos recogiendo miles de millones de datos digitales desde 1996, información que documenta la vida de gente común, sus miedos, sus amores, sus pensamientos…”, explica.
Eso significa que es vital encontrar formas de almacenar y poder buscar después todas esas historias. Y no sólo la que aparece en páginas web. La información que se genera cada día en teléfonos móviles o incluso datos aparentemente sin interés acerca de la vida laboral que las empresas almacenan, como mensajes de correo electrónico, bases de datos o registros de Recursos Humanos, podrían utilizarse algún día como una fuente fascinante para un historiador que quiera aprender más acerca de principios del siglo XXI.
Sin embargo, contar con medio que dura sin degradarse no sirve de nada sin en el futuro no se puede leer la información que contiene. De ahí que la compañía californiana trabaje en un formato que nunca llegue a quedar obsoleto. Para ello han ideado un sistema llamado bitplain que no guarda los datos en un formato específico. Una imagen, por ejemplo, no se almacena como JPEG, sino que se descompone en sus unidades más pequeñas -los 16 o 24 bits individuales que componen cada uno de sus píxeles. El valor de cada bit -un 1 o un 0- y su disposición, se graba a continuación en el metal.
Este tipo de escritura tiene una desventaja, pues requiere más datos que otros formatos. Una película 4K genera 8 terabytes de datos. Cada cartucho DOTS tiene 1,2 terabytes, por lo que se necesitan siete cartuchos por película. Archivar la misma película como bitplain requeriría 10 cartuchos. «Dos cartuchos de más, pero con la garantía de un formato que dura para siempre y sin temor a ser capaz de recuperarlo», subraya Hummel.
Redes de copias
Otro inconveniente de DOTS es que no está diseñado para ser consultado, como una herramienta de fácil acceso, algo que choca en una época en la que si los datos no están online, parece como si no existieran. En esta línea, se está trabajando en una manera de conservar información mediante la creación de redes con muchas copias. Cuando una copia deja de funcionar, debido a un fallo de disco, un error humano o un sabotaje, la red puede reponer esa copia desde otro lugar.
La idea es similar a cómo Google hace copias de seguridad de sus datos, pero a nivel nacional. Una de las primeras redes nacionales de archivo digital se está construyendo en el Reino Unido. Bautizada como SafeNet, se centra en preservar el conocimiento acumulado digitalmente por las universidades del país. «Si alguna copia se pierde o resulta dañada se puede reemplazar», señalan en su propia web, que debe entrar en servicio el próximo año.
Sin embargo, depender del almacenamiento electrónico de datos tiene una desventaja cuando se trata de escenarios post-apocalípticos o arqueológicos. Uno de los problemas es que los fragmentos no son útiles. A diferencia de los libros o DOTS, o se tiene el disco duro entero o no sirve para nada.
Además, tratar de preservar cada tuit, entrada en un blog o foto subida en Instagram es inútil. Los datos en que se basa la vida digital de cada persona están sujetos a las mismas leyes de la termodinámica, que garantizan que un vaso roto no se puede recomponer de forma espontánea.
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