Ingenieros del Institute of Automatic Control Engineering de la universidad de Munich, en Alemania, han desarrollado una tecnología que permite al ser humano “habitar” la estructura de un robot a distancia, dándole órdenes que el robot ejecutaría a través de dispositivos electrónicos. Newscientist lo describe como un robot con "alma humana".
Según explican los artífices de esta tecnología en la edición de noviembre de la revista japonesa Avanced Robotic, del que los autores ofrecen esta versión íntegra, el robot está situado sobre una plataforma giratoria y tiene un brazo extensible que es utilizado para manipular objetos. Un operador hace que el robot se mueva simplemente caminando o usando un pedal mientras ve lo que “ve” el robot gracias a unas cámaras situadas en su cabeza y a un artefacto para la visión que el usuario ha de colocarse ante sus ojos.
La muñeca del controlador también esta conectada a una interfaz sensitiva táctil que controla el brazo del robot. Además, con un guante puede controlarse la mano de tres dedos que culmina el brazo robótico. Gracias a todos estos artefactos, el robot puede, por ejemplo, abrir una puerta o moverse por una habitación y ensamblar piezas.
Distancia y telepresencia
Este trabajo es el primer intento de integrar la movilidad y las estrategias multi-robot en una sola estructura física y lógica, aseguran sus creadores en un libro que actualmente se encuentra en impresión titulado Advanced telerobotics: Dual-Handed and Mobile Remote Manipulation.
Con este proyecto se ha intentado crear un sistema de telemanipulación altamente fiable, consistente en dos brazos antropomórficos a escala humana que son controlados por dos interfaces táctiles. Para provocar la inmersión del controlador en los movimientos y acciones que él mismo provoca al robot, se ha generado um sistema de audio y vídeo tridimensionales.
Para extender la accesibilidad al robot desde entornos remotos, los robots móviles se utilizan como plataformas transportables, lo que al mismo tiempo aumenta su funcionalidad.
Todo el desarrollo de estas máquinas se enmarca en el concepto de la Telepresencia, que define el desarrollo de la posibilidad para un operador humano de recibir la información suficiente sobre el robot o aparato a dirigir y el entorno en que éste ha de realizar sus tareas, gracias a dispositivos suficientemente cómodos o aplicables, que a su vez hagan que el operador se sienta presente en el lugar remoto en que se halla la máquina.
Posibles aplicaciones
Un sistema telepresencia estaría compuesto por tanto de tres elementos: un sistema humano de interfaz, llevado por el operador, el teleoperador que ejecuta las acciones en un entorno remoto, alejado del operador; y una línea de comunicación que envíe las señales de las órdenes, así como que mande al operador las señales que registra el robot.
Estas señales, además de permitir al operador conocer el entorno en que se mueve el robot que dirige, consiguen que tenga noción de las interacciones físicas de la máquina con el lugar en que se encuentra, dandole incluso al operador la sensación de “resistencia” cuando el robot se agarra a algo, por ejemplo.
En cuanto al audio, el robot lleva micrófonos que registran los sonidos de su entorno, enviándolos a dos auriculares que porta el operador.
Según una de las creadoras de este robot, Anjelika Peer, poder controlar un robot móvil a distancia puede resultar muy útil para la realización de labores peligrosas para el ser humano, por ejemplo la investigación de una maleta sospechosa en un aeropuerto.
Peer ha desarrollado el modelo con otros dos colegas, Ulrich Unterhinninghofen y Martin Buss. Todos esperan que para el próximo verano el sistema tenga ya dos brazos en lugar de sólo uno, y ya han conseguido que el robot haga movimientos dirigidos recorriendo una distancia de entre 10 y 20 metros.
También aspiran a que varios robots de este tipo interactúen en diversas tareas, ayudándose mutuamente.
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